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jueves, 20 de diciembre de 2012

2. SELECCIONANDO Y ORGANIZANDO ACTIVIDADES



     El comienzo del año es un momento importante, pero la tarea de mantener la colaboración
continúa a lo largo del curso. Lograr ésto de forma sostenida requiere el conocimiento de
procesos más generales que se encuentran debajo del control de la clase. Tres categorías de
procesos de dirección serán consideradas aquí. La primera es la selección y organización de
actividades. Buscar actividades y situarlas en la secuencia que establece el horario de la clase
para el orden del aula. La segunda categoría es su seguimiento y su temporalización. Estos
procesos son esenciales para poner una actividad en práctica en una clase. La última
categoría consiste en las formas de afrontar el mal comportamientos y las disrupciones.

Los efectos de una actividad.

En la selección de una actividad, los profesores definen, organizan y determinan lo que un
grupo de estudiantes tendrán que hacer para un determinado espacio de tiempo. Una vez que
la actividad se está desarrollando, ella misma llevará la mayor carga del control de la
conducta en la clase. Los acontecimientos serán predecibles. Profesores y estudiantes son
capaces de anticipar lo que ocurrirá probablemente. La cuidadosa selección y organización de
actividades reduce la complejidad de la clase y suministran un horario de trabajo ordenado.
La cantidad de los alumnos implicados es importante para que una actividad se desarrolle.
Una actividad no puede controlar la conducta de los alumnos que no están implicados en la
misma. A medida que el grupo de los que no participan en la actividad crece, el profesor tiene
que atender a más estudiantes que no tienen nada que hacer. Bajo estas condiciones, la
posibilidad de mal comportamiento o interrupciones aumenta.

Fases de una actividad.

Hay tres fases en la historia vital de una actividad. Una tarea de mesa constituye un buen
ejemplo de este ciclo. Al principio de la tarea, el compromiso es habitualmente bajo cuando
los estudiantes reúnen los materiales y piden aclaraciones de lo que hay que hacer. Este es
un momento en el que los profesores con experiencia controlarán la conducta muy de cerca y
trabajarán para que la actividad dé comienzo. Durante la fase media de la tarea, la
implicación se incrementa normalmente hasta que la mayoría de los alumnos parecen, al
menos, estar trabajando. Durante esta fase la exigencia de una vigilancia continua del
profesor disminuye. Hacia el final de la actividad, la implicación empieza a declinar cuando los
alumnos terminan sus trabajos y se preparan para entregarlos. En algunas ocasiones, puede
existir una frenética carrera por terminar a tiempo. Cuando una actividad va a terminar, el
profesor debe organizar y controlar la conducta hasta que la próxima actividad comience.
Varios factores influyen en la implicación de los estudiantes en las actividades. Algunos de
estos factores son: a) la familiaridad de los alumnos con la actividad, b) las características de
los propios alumnos, c) las características de las distintas actividades, d) la secuencia de las
actividades, y e) la responsabilidad en el trabajo. Los profesores experimentados tienen en
cuenta estos factores cuando seleccionan y organizan actividades.


La familiaridad de las actividades.

La implicación es usualmente alta cuando los alumnos están familiarizados con la actividad.
Este efecto puede ser explicado como sigue. Los profesores a menudo utilizan rutinas para
reducir la confusión en las clases. Las rutinas son procedimientos comunes como poner sus
nombres en el papel, solicitar  el apoyo del profesor o entregar los trabajos por ejemplo.
Cuando una actividad es repetida varias veces con diferentes contenidos, muchos de sus
segmentos se convierten en rutinas. Las actividades rutinizadas resultan más fáciles de
empezar y más resistentes a las interrupciones porque los alumnos son conscientes de los
procedimientos y de su secuencia. Los alumnos conocen lo que suponen que ocurrirá
después. Como resultado, la conformidad es automática y resulta menos necesaria una
intervención directa del profesor.
Porque las actividades familiares gozan de estabilidad y continuidad, los profesores efectivos
confían en unas pocas actividades básicas que repiten a intervalos regulares. También
seleccionan cuidadosamente los días en los que acometerán nuevas actividades.


Características de los alumnos.

La ansiedad o el interés de los alumnos para participar en los acontecimientos de la clase
influye también en la marcha de las actividades. Si los alumnos están inclinados a interrumpir
en clase, entonces las actividades tendrán mayor dificultad en ponerse en marcha y continuar.
Metz ha dado descripciones detalladas en clases de alto y bajo rendimiento en escuelas de
secundaria. En este caso, los mismos profesores enseñaron ambas tareas, pero había
sorprendentes diferencias en la forma que las clases fueron conducidas a través de estos dos
niveles. En clases de alta rendimiento, los alumnos abordaron activamente el trabajo
académico, apreciaron las discusiones de toda la clase sobre la materia, acabaron las tareas
asignadas e iniciaron cuestiones y comentarios. Los alumnos fueron receptivos y sólo unas
pocas orientaciones o advertencias fueron necesarias para mantener el orden. El clima
general era académico y ocupado y el ritmo fue tranquilo y rápido. En las clases de bajo
rendimiento, los alumnos fueron perezosos y disruptivos. Eran persistentes en el mal
comportamiento y requirieron frecuentes orientaciones y reprimendas. El orden tuvo que ser
establecido continuamente y el ritmo de las actividades fue lento.
Estas diferencias son extremas, pero señalan las modificaciones que los profesores deben
hacer para mantener actividades durante un largo periodo de tiempo en las clases. El
conocimiento acerca de un grupo particular de alumnos ayuda al profesor a seleccionar
aquellas actividades que tendrán más probabilidades de tener éxito.

SE CONTINUARÁ CON EL 3;)



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