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miércoles, 27 de febrero de 2013

EDUCACIÓN Y FAMILIA


ESTUDIO Y FAMILIA
Obtener un buen rendimiento académico va a depender, en gran medida, de la dedicación que el niño preste a las tareas escolares durante el tiempo que está en su casa. Aunque, al contrario de lo pudiera pensarse en principio, no es tan importante el tiempo que se invierte en el estudio como la calidad de éste. De ahí la relevancia de conocer ciertas pautas que contribuyan a un óptimo aprovechamiento del "trabajo de casa".
Seguramente, una de las premisas más importantes y difíciles de lograr es concienciarse de que estudiar es un trabajo duro que requiere esfuerzo y sacrificio, tanto por parte de los padres como de los hijos. En este sentido, la influencia paterna será determinante en lo referente a los aspectos ambientales, la estimulación afectiva para motivar y la cognitiva para despertar el interés por la realización de la tarea. Mientras que del estudiante dependerán la organización del tiempo, la elección de la técnica de estudio y la motivación.

El lugar de estudio
Éste tiene que reunir una serie de condiciones. Ante todo ha de favorecer la concentración; por lo que no puede haber televisión, música o tránsito de personas. Para evitar distracciones es importante estudiar siempre en un mismo escritorio, vacío de elementos superfluos y bien ordenado. Lo ideal es que esté ubicado en una habitación con una temperatura agradable y bien iluminada, a ser posible con luz natural que no proyecte sombras sobre la mesa.

La organización del tiempo
Es otro de los factores que deben cuidarse. Una de las recomendaciones más reiteradas en este sentido es establecer un "horario semanal". En él se debe reservar un tiempo diario de estudio. Para crear un hábito es bueno que siempre sea a la misma hora, descartando la sobremesa y momentos posteriores a esfuerzos físicos de cierta intensidad.

Las técnicas de estudio
La elección de la técnica de estudio es algo personal. No todos aprendemos de la misma forma. A pesar de ello, suelen dar buenos resultados las siguientes estrategias:
  1. Realizar una lectura comprensiva del texto.

  2. Realizar una segunda lectura destacando las ideas más importantes.

  3. Realizar un mapa conceptual en el que las ideas anteriormente destacadas se relacionen y, de este modo, cobren sentido.
Para las materias eminentemente prácticas, como las matemáticas, es más apropiado realizar diversos ejercicios hasta comprender el contenido procedimental (multiplicación, división, ecuación...) en cuestión.

El ambiente familiar
Como decíamos antes, para despertar la motivación, es necesario estimular afectiva y cognitivamente al niño para que descubra sus propias capacidades, esto va a contribuir a desarrollar su motivación intrínseca, provocada por el logro de los objetivos propuestos y el sentimiento de autoeficacia que origina este logro y que le va a llenar de satisfacción favoreciendo a la vez su autoestima.
La motivación, por tanto, tiene que ser algo que nazca del interior del niño y esto se puede favorecer a través de las vivencias que experimenta de su propia eficacia y valía. Los padres pueden ofrecer elementos que estimulen al niño, pero no que supongan un fin en sí mismos. Los castigos y amenazas no tienen efectos positivos sobre la motivación, pero sí la manifestación del reconocimiento de los padres por una tarea bien hecha.

Conclusión
La educación familiar es una tarea particular de cada familia que tiene que cuestionarse cómo educa a sus hijos, cómo son sus prácticas educativas y descubrir si éstas son las más adecuadas dadas las características y singularidad de los hijos.
Como profesionales de la educación se pueden ofrecer pistas que orienten y guíen su tarea, pero nunca recetas, porque cada familia tiene su propia historia que configura su proceso educativo, pero como todo proceso humano puede transformarse y mejorar. Este es el objetivo que nos marcamos, ayudar a los padres a educar a sus hijos.

Aguilar Ramos, M.C.

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