El
término eutanasia proviene del griego ευ (eu - buena) y θανατ (thanatos -
muerte) y se refería originalmente al acto de poner fin a la vida de otra
persona para evitarle la agonía. Su uso ha evolucionado y puede definirse
actualmente como el acto, practicado por acción u omisión, que tiene como fin
provocar la muerte de un individuo que sufre de una enfermedad incurable que le
causa un sufrimiento físico y/o mental intolerable.
Hoy
día, el aumento de la esperanza de vida y los avances de la medicina conllevan
igualmente un incremento de la importancia de la decisión médica dentro del
fallecimiento de una persona. En efecto, la muerte de una persona puede deberse
a decisiones médicas que van desde la interrupción del tratamiento médico hasta
la inyección de sustancias letales, pasando por la suspensión de la nutrición y
la hidratación o la administración de dosis importantes de sedativos que además
de aliviar al enfermo aceleran su muerte. Estos distintos escenarios dan lugar
a diversas
La
historia de la eutanasia no es reciente.
Aunque el término fue acuñado por el filósofo inglés Francis Bacon a principios
del siglo XVII, la eutanasia ha sido un problema persistente de la humanidad
que surge naturalmente ante cualquier enfermo grave. Sin embargo, ha sido
abordado desde perspectivas muy variadas según la época y la sociedad.
El
debate sobre la eutanasia abarca una gran
variedad de argumentos médicos o jurídicos a favor o en contra y aviva todo
tipo de consideraciones éticas ante las cuales la opinión pública se divide y
se generan verdaderas batallas políticas.
SALUD. La Ley de Voluntad
Anticipada para el Distrito Federal, publicada en el Diario Oficial del DF en
enero de 2008, fue el primer ordenamiento en nuestro país en establecer la
posibilidad de suscribirlo ante notario para darle la validez correspondiente,
en la que se estipula que cualquier persona en capacidad de ejercicio, en pleno
uso de sus facultades mentales, manifiesta la petición libre, consciente,
seria, inequívoca y reiterada de no someterse a medios, tratamientos y/o
procedimientos médicos que propicien el encarnizamiento, la obstinación médica
o terapéutica, entendida como la utilización innecesaria de los medios,
instrumentos y métodos para mantener vivo a un enfermo en etapa terminal. El
tema de voluntades anticipadas es de suma importancia para la bioética, puesto
que plantea la pregunta fundamental de vulnerabilidad, los dilemas, las
relaciones humanas en el ámbito clínico, que se ha visto impactado desde un
punto de vista técnico y humanístico por el desarrollo tecnológico y el cambio
de paradigma en el cuidado de la salud.
Os comento que en este cambio están presentes tres acciones: la eutanasia,
que es la acción u omisión que para evitar sufrimientos a los pacientes
enfermos o terminales, acelera su muerte con su consentimiento o sin él.
Eutanasia es la muerte sin sufrimiento físico. Consiste en provocar la muerte
de otro por su bien. Tiene por finalidad evitar sufrimientos insoportables por
la prolongación artificial de la vida de un enfermo. Para que la eutanasia sea
considerada como tal, el enfermo ha de padecer necesariamente una enfermedad
terminal o incurable, y en segundo lugar, el médico y el personal sanitario ha
de contar expresamente con el consentimiento del enfermo. La distanasia
(encarnizamiento o ensañamiento terapéutico, pues no tiene en cuenta los
sufrimientos de moribundos) es el empleo de todos los medios posibles, sean
proporcionados o no, para retrasar el advenimiento de la muerte, a pesar de que
no hay esperanza alguna de curación. Es lo contrario a la eutanasia. La
antidistanasia es la actitud de rechazo a la distanasia compartida por la
mayoría de la sociedad y que en unos casos se convierte en un apoyo a la
eutanasia y en otros en defensa de la ortotanasia. La ortotanasia (o muerte
digna) designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes
atienden al que sufre una enfermedad incurable o una fase terminal. Viene
siendo el derecho del paciente a morir dignamente sin el empleo de medios
desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. De hecho la
ortotanasia es la piedra angular de la Ley de Voluntad Anticipada, en la que la
persona ha expresado desde antes de enfermar, que llegado el caso no sea
sometido a obstinación terapéutica.
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