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viernes, 8 de marzo de 2013

La educación en el siglo XIX


2009-06-19 • IMPRESO COSMOVITRAL

El México del siglo XIX se caracterizó por repetidos conflictos y por importantes cambios culturales; en aquella centuria, los gobiernos liberales se pusieron la gran meta de subir a la nación al tren de la modernidad y afrontaron diversos desafíos, como secularizar una sociedad profundamente religiosa, construir una república centrada en las leyes e infundir a los ciudadanos un espíritu nacionalista. Lo anterior, dicho por Daniela Traffano al participar en el Diplomado en Historia de la Educación en México siglos XIX y XX, organizado por El Colegio Mexiquense.

El México del siglo XIX se caracterizó por repetidos conflictos y por importantes cambios culturales; en aquella centuria, los gobiernos liberales se pusieron la gran meta de subir a la nación al tren de la modernidad y afrontaron diversos desafíos, como secularizar una sociedad profundamente religiosa, construir una república centrada en las leyes e infundir a los ciudadanos un espíritu nacionalista. Lo anterior, dicho por Daniela Traffano al participar en el Diplomado en Historia de la Educación en México siglos XIX y XX, organizado por El Colegio Mexiquense.
La investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Unidad Pacífico Sur, comentó que el proyecto liberal implicó el voltear la mirada hacia más de la mitad de la población, incluyendo a los grupos indígenas, que vivía en una condición económica insostenible y que, según la elite política de la época, persistía en una situación político-social inadecuada y en una realidad cultural incomprensible.
El grupo conservador, representado por personajes como Lucas Alamán, sostenía que México era producto de la Colonia y que su cultura, educación y religión debían conservarse, basados en los principios de la tradición española, pues consideraban que tenían mayor solidez política y social.
En consecuencia, para este grupo la situación social no debía cambiar en el México independiente, dado que los indígenas no estaban preparados para vivir en condiciones de igualdad con el resto de la población, y era necesario que se mantuviesen en el mismo estado de protección en que habían estado hasta entonces.
Por su parte, José María Luis Mora y el grupo liberal condenaron tanto el pasado prehispánico como el colonial, y destacaron que el indio era una persona atrasada por el tutelaje en que había estado y que era fundamental desarrollar la idea de la propiedad privada que permitiría el desarrollo del país, así como la incorporación de los indígenas a una sociedad con las mismas leyes y derechos civiles y políticos.
Sin embargo, ambas partes coincidieron en que para civilizar a la población indígena era necesario instruirla y consideraron a la educación como uno de los mejores instrumentos para dar comienzo al proceso de construcción de la nación.
Sobre el caso específico de Oaxaca, cuya geografía forma un territorio con severos problemas de comunicación, y está habitado por una población en su mayoría indígena distribuida irregularmente o aislada casi por completo, el debate cobró mayor trascendencia, pues se cuestionó ampliamente cuál debía ser el papel de los indígenas en la filosofía política, los programas gubernamentales y las acciones legislativas que caracterizaron la vida de México después de la Independencia.
No obstante y pese a las dificultades, el estado liberal fue fortaleciendo un sistema educativo basado en la instrucción pública, que se consideró imprescindible para el crecimiento económico y la civilización del pueblo y que, difundiendo la ilustración, llegaría a rechazar el despotismo.

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