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domingo, 3 de marzo de 2013

LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN



Actualmente en los medios de comunicación, en las escuelas, y en las familias se habla mucho de la necesidad o la ausencia de los valores en distintos campos de la vida social, pero especialmente en la escuela. Sin embargo, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a los valores? ¿Qué son los valores?, ¿qué es la valoración?, ¿qué relación existe entre la educación en valores y el proyecto educativo?, ¿es tarea de la Universidad formar valores?, ¿cómo podrá la Universidad medir la formación y el desarrollo de valores profesionales? Estas preguntas si bien no agotan las inquietudes y preocupaciones existentes, al menos introducen el análisis de los valores en la formación profesional.
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido nuevos valores asociados al nuevo paradigma socioeconómico y cultural; también hay quien dice que el problema está en la existencia de multivariada de valores, lo que produce confusión y desorientación en la actuación y valoración de los seres humanos. 
Está de moda hablar de valores en la educación. En mi opinión no es una moda; es un reclamo un deseo de recuperar algo esencial que hemos abandonado: La función formativa de la escuela. Esencial porque nadie puede educar sin valorar, porque toda educación se dirige hacia ciertos fines que aprecia como valiosos para el individuo y la sociedad. La comprensión de ¿qué son los valores?, ha sido objeto de reflexión y polémica por los más relevantes filósofos hasta la actualidad. Los valores en la educación familiar

Una de las mejores enseñanzas que se les puede ofrecer a los hijos es la educación en valores. No nacen siendo buenos o malos, sino que necesitan a los padres para desarrollar su moral. Ya nadie lo duda: sólo se puede educar en valores. No hay educación neutra. Desde el principio de la vida, los valores están presentes en nuestra interacción con los demás y se construyen poco a poco. Y es en familia donde se aprenden los primeros gestos, las primeras palabras, los primeros pasos y el primer concepto de nosotros mismos, del mundo. 
En esta época y en el futuro que desde ahora puede avizorarse, una sociedad altamente educada lo es fundamentalmente en áreas que tocan de manera muy especial el terreno de lo afectivo. 

• Con una fuerte identidad cultural y un equilibrado espíritu de nacionalismo, pero educada en el respeto y la valoración de la diversidad cultural.
• Educada en la democracia como forma de gobierno, pero sobre todo como forma de vida, lo que supone un desarrollo profundo de la responsabilidad social y política y del espíritu crítico. Debe llegarse a internalizar la responsabilidad cívica de participar en aquello que interesa a la persona, pero también en lo que afecta a otros. 

Hablando con franqueza; si lo esencial de nuestra tarea de educadores es tratar de hacer mejores a los hombres, debemos confesar con honestidad que poco sabemos de cómo hacerlo. Es una lucha constante, la que tenemos los educadores y padres de familia. Es de vital importancia seguir inculcando los valores en la educación, pues es convincente, que un hombre sin valores no vale nada ante la sociedad, aun así que pudiera tener todos los títulos profesionales que él quisiera, pero si esta persona está ausente de valores, es una persona que no buscará el bien para los suyos, sino la destrucción misma. La formación en valores está en nuestras manos, docentes, recordar que no hay mejor enseñanza de valores que el ejemplo mismo. El conocimiento sin embargo no hace necesariamente mejores a los hombres, es una vertiente de la perfectibilidad humana, importante si, pero no lo más importante. En otro sustrato de la persona, más misterioso e inasible, se desarrollan fuerzas y procesos, amores, atracciones, afinidades, solidaridades, esperanzas ahí se abre la posibilidad tenue, pero real, de la decisión libre y del orden moral, llamamos a este sustrato de la persona a falta de mejor termino, el terreno de los valores, Es el corazón de la educación.

“creo que para eso es la vida, es construir esperanza, abrir horizontes, tender puentes hacia un futuro mejor, sembrar alegría y construir esperanza invocando nuestras utopías y trabajando tenaz mente por realizar las hasta el último día de nuestra vida.

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