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viernes, 8 de marzo de 2013

MI HIJO TIENE N.E.E.


Que hago si mi hijo tiene necesidades educativas especiales

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La clave de toda intervencion con los acnees (Alumnos con Necesidades Educativas Especiales) está obviamente en su  menor competencia general. “¿Cómo hacer algo con ellos?” parece la pregunta. Pero la propia pregunta encierra la trampa. La cuestion con estas criaturas es que como tienen esa situacion a menudo los adultos estan a su lado continuamente haciéndoles las cosas: les dirigen, les resuelven, toman decisiones por ellos y casi “les mastican la comida”. La clave en los acnees es su falta de autonomía en sus necesidades. “Como no sabe, hay que ayudarle”. Resultado : son alumnos que no saben, ni saben cómo aprender. ¿Qué cosas no saben?
Pedir lo que necesitan
Interactuar con el medio (personas y objetos)
Tomar la iniciativa
Afrontar situaciones nuevas.
Reconocerse sus propios logros (siempre les estan evaluando externamente, y normalmente desde sus carencias)
Exponerse ante los demás
Autodefenderse
Liderar un grupo
¿y en la escuela nos preocupamos porque les cuesta escribir, recordar colores o estudiar ciencias sociales?
Todo esto no lo saben hacer… ¿por un daño orgánico, por el tipo de relaciones que establecieron con ellos desde el nacimiento, o por una suma de ambos?
En los factores orgánicos (cuando exiten) el docente y el padre poco pueden intervenir. Su campo de acción es esencialmente el educativo.
Desde este punto de vista, lo que es obvio es que estos niños, adolescentes y jóvenes no saben hacer todas esas tareas por falta de práctica suficiente Esos chavales por consiguiente necesitan:
Que nadie les dé lo que no piden (de la forma en que estén capacitados para pedirlo)
Mucha interacción con el medio (objetos y personas).
Que su entorno les pregunte mucho, les permita elegir y equivocarse.
No permitirles que todo el tiempo vayan a la cola de los demás, como seguidores de los demás.
Exponerles a situaciones nuevas.
Ser capaces de enumerar sus propios éxitos.
Autodefenderse con sana agresividad.
Suelen ser chavales que albergan una enorme cantidad de sentimientos reprimidos: están “implotados” y necesitan explotar, pero eso solo se logra en un entorno de gran seguridad y confianza, y a través de un trabajo de autocontacto y manejo emocional que requiere de cierta experiencia.
El chaval se va a frustrar, logicamente, pues se le va a exponer a situaciones nuevas. Es una frustración necesaria que requiere al mismo tiempo de un adulto que crea plenamente en las posibilidades de desarrollo competencial de la criatura.
También es muy importante la constancia. Recordad que es la primera vez que se hace algo suele resultar un fracaso total, la segunda vez ya no tanto, y a la tercera hay una notable mejoría. Sin embargo ¿qué podemos encontrarnos en su entorno?
Personas que les resuelven la vida antes de que lleguen a abrir la boca.
Soledad y pasividad. Individuos que se refugian en su mesa, en esquinas y en la soledad del recreo.
Se les pone en grupos donde tengan compañeros que les ayuden.
Se les imponen actividades conocidas donde no necesiten pensar sino sólo repetir una orden (es un insulto muy desmotivador este tipo de planteamientos por parte de los docentes y los padres). No se les da la opción que hagan lo que necesutan hacer “con el retraso que tienen sería una pérdida de tiempo”. Los docentes suelen trabajar con ellos siempre para que superen sus difiultades, no para que exploten y compartan sus cualidades.
Todos les protegen en los conflictos entre iguales sin que necesiten asumir su responsabilidad en la solución del conflicto.
Por si a alguien todo esto le suena a teoría o fioosofía solo os puedo exponer un caso… Esta mañana pregunté a mis alumnos
-¿Os habéis dado cuenta de un cambio en Carlos desde principio de curso hasta ahora?
Y una niña dijo…
-Que ya no va agachado todo el día mirando al suelo como antes y además sonríe casi siempre.
Efectivamente, esa es la pura verdad. Carlos era un niño que jamás soltaba una lágrima, estaba muy inseguro ante los demás, no se atrevía a equivocarse en público y agredía a sus compañeros con empujones “involuntarios”. Tenía notables dificultades de escritura y salía a apoyo.
Me dice su madre que ahora habla todo el día del colegio y ha hecho notables progresos en lengua e inglés. Solo lo he tratado como uno más. Han pasado cuatro meses.
Respecto a lo académico, con estos alumnos soy partidario de plantear las mismas actividades que a los demás y aceptar que su ejecución va a tener otro “standard”. Y ese standard es el que le corresponde en cada momento conforme a su competencia. No tiene sentido frustrarse ni frustrar al alumno señalando su “incmpetencia”. Puesto que suele ser un problema de madurez que se sintomatiza en un “menor” nivel académico, sé que en el momento que logre esa maduración los contenidos los va a adquirir… Que lo que enseñamos en la escuela no es tan difícil, caramba.
Además, por mucho que me empeñe… ¿de qué le van a servir los conocimientos académicos si no tiene madurez? Y lo que es más importante ¿cómo va a lograrlos si ésta es una causa principal de aquellos?
Nos podemos tranquilizar… La división y la geometría se aprende en un mes cuando el alumno está centrado y maduro. La cuestión aquí es que es necesario un trabajo conjunto con los padres. Si son padres de los que desean aprender y preguntan cómo apoyar el desarrollo de la criatura, genial. Si son de los que justifican y catalogan a los niños, de los que no hacen las cosas porque les da pena el niño… Está complicado.

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