Cuando existe una distorsión de la imagen corporal es signo de un trastorno psicológico: la vigorexia. Con excesos en las rutinas de ejercicios y una mala alimentación se busca satisfacer erradamente esa obsesión por la imagen perfecta.
¿Pasas muchas horas en el gimnasio? Si tú eres uno de ellos o conoces a alguien que si lo sea, pon atención, porque ésta puede ser una enfermedad. La
obsesión por la imagen perfecta de un cuerpo musculoso o la falsa
creencia de seguir una vida sana son algunas de las características que
configuran una creciente epidemia como lo es la vigorexia.
La
preocupación enfermiza por la imagen ya no es cosa solamente de
trastornos como la bulimia o la anorexia. Actualmente, la vigorexia
llamada también complejo de Adonis se ha propagado en los gimnasios, atacando principalmente a hombres jóvenes y amantes de una vida sana y un cuerpo perfecto.
Por
lo general, quienes padecen este desorden emocional -que tarde o
temprano puede evolucionar a un cuadro obsesivo compulsivo- no observan
la realidad, ya que por más
entrenamiento que realicen o musculatura que consigan, siempre se ven
débiles, enclenques y carentes de atractivos físicos. Esta
distorsión de la imagen corporal es un nexo común a todas las
alteraciones del comportamiento alimentario (anorexia, bulimia).
De deporte a enfermedad
Lo primero que se debe entender es que la vigorexia es una enfermedad. Entendiendo eso podemos definirla como una adicción al ejercicio de manera obsesiva
que lleva a los individuos a realizar una actividad física, cualquiera
sea, de manera descontrolada y trastornada. Principalmente se
relacionada con aquellos individuos que hacen del desarrollo muscular su
deporte.
Toda
práctica deportiva se convierte en una enfermedad una vez que la
necesidad de realizar un deporte se hace irracional, es decir, se
descuida la salud, la familia, los amigos, entre otras cosas.
Toda actividad física requiere un control y una prescripción adecuada para que no sea riesgosa;
sin embargo, cuando se evaden estos elementos y se comienza con una
práctica deportiva obsesiva, sin considerar sus riesgos, se pueden
producir daños físicos y mentales en las personas.
Músculos, músculos y más músculos
Sin embargo, no menor ni menos alarmante son los cambios en la personalidad y en las costumbres que sufren los individuos con esta alteración mental.
Desde
el punto vista físico podemos encontrar actitudes como: el aumento de
manera exagerada de su musculatura, la cantidad de tiempo que utiliza
para realizar
actividad física, los horarios de entrenamiento, a veces ilógicos, los
cambios en la alimentación, cambio de humor, la obsesión por su cuerpo,
tienden a aislarse, tanto en su lugar de entrenamiento como de su
entorno social.
Por
otra parte, el aspecto social también se altera con esta enfermedad. Se
debe poner atención cuando las prácticas deportivas intervengan de
manera negativa en la vida de la persona.
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