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miércoles, 6 de marzo de 2013

Vigorexia: la obsesión por el ejercicio

Cuando existe una distorsión de la imagen corporal es signo de un trastorno psicológico: la vigorexia. Con excesos en las rutinas de ejercicios y una mala alimentación se busca satisfacer erradamente esa obsesión por la imagen perfecta.

 ¿Pasas muchas horas en el gimnasio? Si tú eres uno de ellos o conoces a alguien que si lo sea, pon  atención, porque ésta puede ser una enfermedad. La obsesión por la imagen perfecta de un cuerpo musculoso o la falsa creencia de seguir una vida sana son algunas de las características que configuran una creciente epidemia como lo es la vigorexia.

La preocupación enfermiza por la imagen ya no es cosa solamente de trastornos como la bulimia o la anorexia. Actualmente, la vigorexia llamada también complejo de Adonis se ha propagado en los gimnasios, atacando principalmente a hombres jóvenes y amantes de una vida sana y un cuerpo perfecto.

Por lo general, quienes padecen este desorden emocional -que tarde o temprano puede evolucionar a un cuadro obsesivo compulsivo- no observan la realidad, ya que   por más entrenamiento que realicen o musculatura que consigan, siempre se ven débiles, enclenques y carentes de atractivos físicos. Esta distorsión de la imagen corporal es un nexo común a todas las alteraciones del comportamiento alimentario (anorexia, bulimia).

De deporte a enfermedad

Lo primero que se debe entender es que la vigorexia es una enfermedad. Entendiendo eso podemos definirla como una adicción al ejercicio de manera obsesiva que lleva a los individuos a realizar una actividad física, cualquiera sea, de manera descontrolada y trastornada. Principalmente se relacionada con aquellos individuos que hacen del desarrollo muscular su deporte.

Toda práctica deportiva se convierte en una enfermedad una vez que la necesidad de realizar un deporte se hace irracional, es decir, se descuida la salud, la familia, los amigos, entre otras cosas.

Toda actividad física requiere un control y una prescripción adecuada para que no sea riesgosa; sin embargo, cuando se evaden estos elementos y se comienza con una práctica deportiva obsesiva, sin considerar sus riesgos, se pueden producir daños físicos y mentales en las personas.
Músculos, músculos y más músculos

Sin embargo, no menor ni menos alarmante son los cambios en la personalidad y en las costumbres que sufren los individuos con esta alteración mental.

Desde el punto vista físico podemos encontrar actitudes como: el aumento de manera exagerada de su musculatura, la cantidad de tiempo que utiliza para realizar actividad física, los horarios de entrenamiento, a veces ilógicos, los cambios en la alimentación, cambio de humor, la obsesión por su cuerpo, tienden a aislarse, tanto en su lugar de entrenamiento como de su entorno social.

Por otra parte, el aspecto social también se altera con esta enfermedad. Se debe poner atención cuando las prácticas deportivas intervengan de manera negativa en la vida de la persona.
 


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