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martes, 5 de marzo de 2013

¿Cómo ayudar a un niño disléxico?

Entre un 10 y un 15 por ciento de la población infantil mundial sufre de problemas escolares debido a la dislexia. Ésta consiste en un desorden en la recepción, en la comprensión y/o en la expresión de los símbolos escritos.
 
Aunque la predisposición genética parece ser la razón principal para padecer dislexia, también existe un factor ambiental que incide en el desarrollo verbal de los preescolares: la experiencia y la familiaridad con libros, escuchar cuentos, etcétera.
 
La dislexia está estrechamente vinculada con las alteraciones del desarrollo del lenguaje. Por ello, sus primeras manifestaciones ocurren en una etapa muy temprana del desarrollo del niño (aparece un retardo maduracional y, más específicamente, un retardo en el lenguaje).
 
Alerta ante estos signos
Los padres deben observar si sus hijos presentan algunos de estos signos de alarma de la posible existencia de dislexia:

En educación infantil: Retraso maduracional, retraso en el lenguaje oral o retraso en la conciencia de diferencias auditivas entre palabras. Dificultad en la reproducción de figuras siguiendo un modelo y en el seguimiento de instrucciones orales.
 
En educación primaria (primer curso): Desorden en cuadernos, tareas incompletas y letra ilegible, sistemáticas omisiones e inversiones de letras y números, dificultad para recordar lo aprendido (especialmente en la relación sonido-letra), retraso en la lectura de letras y palabras.
 
En educación primaria (segundo curso): Aparecen errores constantes y significativos como:
* Confusión en letras de grafía similar y distinta orientación espacial: se confunden p-q, b-d. El niño lee o escribe “dotita” en lugar de “botita”.

* Confusión de letras con sonidos próximos: ch-ll, t-d, ll-ñ. Sustituye “caballa” por “cabana”.
* Inversiones de palabras completas: “sol” en lugar de “los”.
* Inversiones de letras y sílabas en el interior de la palabra: “palta” por “plata”.
* Lectura lenta y silabeante, con mucho esfuerzo.
 
Cómo identificar una dislexia de una simple dificultad en el aprendizaje
No es acertado efectuar un diagnóstico excesivamente temprano de dislexia, ya que existen niños que tienen mucha dificultad en el período inicial del aprendizaje de la lectura y que posteriormente logran un rendimiento escolar normal. Por ello, es conveniente considerar la posibilidad de que exista en el niño un aprendizaje lento o un inicio tardío en el mismo.

Por otro lado, durante cierto tiempo, los errores cometidos en los primeros pasos del aprendizaje son similares en disléxicos y niños con aprendizaje lento. Por esta razón, ante cualquier retraso en el proceso lectoescritor, es necesario ir reforzando de forma personalizada a cada niño y, a la vez, apreciar la evolución durante los dos primeros cursos de Educación Primaria.
 
Qué dificultades puede afrontar un niño disléxico?
Además de los problemas de lecto-escritura, el niño disléxico puede correr el riesgo de:
* No sentirse comprendido y ser descalificado, atentando a su autoestima.
* No ser ayudado oportuna y adecuadamente, tildándosele de vago.
* Que se centre toda la valoración en lo académico, aún teniendo el niño otras habilidades.
 
¿Qué puede hacer la familia?
Es conveniente que cada padre sea realista con todos los hijos y que pueda apreciar las fortalezas y debilidades de cada uno, y no pretender hacerlos a la medida.
Es importante, también, adoptar una actitud constructiva, que permita trabajar en equipo con los profesores, para establecer relaciones de confianza y respeto mutuo.
Igualmente fundamental es no centrar toda la dinámica familiar en el terreno de los problemas escolares, ya que esto solamente creará frustración en los hijos. Recuerda que es prioritario salvar la autoestima del niño, ayudándole y reforzándole en la superación de sus dificultades y valorándolo en su totalidad.
 
¿Se puede rehabilitar un niño disléxico?
El pronóstico es positivo (el niño aumentan la velocidad de lectora, consigue autocorregirse y logra una mejor comprensión) siempre y cuando los padres trabajen conjuntamente con los profesores y especialistas en un ambiente propicio (motivación, relación de confianza, respeto y fe en el niño) para su desarrollo óptimo.

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