Educación y pueblos
indios: una mirada desde las políticas culturales
La educación a través de la institución escolar ha
generado un sistema que hace pensar como centro del pensamiento un lugar en el
mundo, a la “ciencia” con un carácter universal, que otras lógicas y
racionalidades no cuentan, quién puede pensar y quién no y la imposibilidad de
construir conocimiento al margen de éste. La educación y la escuela mantienen
poca relación con los procesos sociales que se gestan y reproducen hoy en día
(Walsh y Schiwy, 2006). En consecuencia, repensar la educación en el marco del
Estado actual conduce a plantear la insuficiencia de las reformas, que se han
convertido en ejercicios que consideran cómo añadir nuevos ejes y no por qué,
para qué y cómo cambiar, niega relación entre diferentes y la manera que van
complementándose.
La reforma educativa aportó elementos para la
reflexión sobre pautas reguladas del poder, pero lo instituido no logró ser
erosionado por los sujetos involucrados en los procesos educativos; por un lado
las prácticas institucionalizadas no lograron impactar en la práctica haciendo
de ésta una práctica no exitosa, los sujetos no fueron interpelados por el
discurso. La reforma es una parte sustantiva del proceso de regulación social
que apela a una perspectiva sociohistórica, recupera a los sujetos y sus
identidades como construcciones sociales. La reforma apunta hacia cambios en la
orientación de planes y perfiles; hacia la transformación de los sujetos en la
práctica educativa, además es parte de las regulaciones del poder de las
fuerzas de los diferentes actores: instituciones, sindicatos, profesores,
estudiantes, etc. (Popkewitz, 2007)
A nivel macro los mecanismos de regulación han
tenido impacto y eso está documentado, la reflexión debe enfocarse sobre la
práctica educativa para conocer la diferencia entre el sujeto que el programa
describe y el que se formó, de otra forma no implica modificación alguna de las
prácticas, sino un cambio superficial para que todo siga igual. En este
contexto las formaciones identitarias manifiestan la distancia entre la
formación identitaria que se propone desde la institución y las
identificaciones de los sujetos, la instrumentación de objetivos a priori en
las instituciones en lugar de colaborar con la fuerzas vivas de la comunidad
para vivir su finalidad de existencia, se insertan en la trama imaginaria y no
sus acciones (Popkewitz, 2007).
Las políticas del conocimiento y las
transformaciones de la educación han de ser analizadas en la lógica de la
equivalencia y la diferencia, las sociedades actuales han empeñado su capital
en las políticas de conocimiento asociadas al desarrollo científico y
tecnológico, en el entendido de que las sociedades mas educadas están en posibilidades
de llevar a cabo la reconversión económica y esto les permitirá arribar a la
sociedad del conocimiento. Esto es, la sabiduría es un insumo para el
desarrollo y éste se convierte en una mercancía cuya posesión es estratégica
para la innovación y la competitividad; el conocimiento puede ser o dejar de
ser relevante, puede ser medido y en esa concepción es una herramienta para
competir.
En un lectura inicial de los efectos de las
políticas del conocimiento se empieza a plantear lo político de la institución
y la desinstitución de lo social que emerge o se rompe a través de la
oscilación dentro del contexto, permite reflexionar sobre las bases que se
instituyen o fragmentan las relaciones sociales, siendo que la contingencia no
se puede representar sino sus efectos políticos con cierta especificidad o
falta de ella en los procesos de lucha (Butler, Laclau y Slavoj, 2003). Así, la
política es el ensamble de prácticas discursivas sobre la lucha con
caracterizaciones diversas. La distinción se presenta cuando llega el momento
de decisión de los sujetos en espacios sociales en disputa, la lucha tiende a
enriquecerse cuando no pueden converger y se gestionan alianzas.
Las políticas del conocimiento generan procesos en
los que para los distintos actores, sin ser los mismos e iguales el
conocimiento es importante, se funda o construye a través de encadenamientos
para regular, gestionar y encauzar el uso del saber. Sin embargo el campo de la
educación empieza a organizarse de manera diferente aún cuando parece que no es
posible salir de ese orden. Cuestiona desde otros frentes esa noción de
conocimiento en el binomio exclusión / homogeneización como manera distinta de
concebir el conocimiento, como un campo que apertura nuevos espacios de
disputa, esta lectura contribuye a establecer los puntos de fuga para el
análisis de la políticas y diferenciar entre lo político, la política y las
políticas para demostrar la asociación entre la política y las políticas. Esto
conlleva a poner en cuestionamiento el discurso y los postulados (débiles) que
intenta adquirir estatuto de verdad, inscritos en la agenda pública,
gubernamental y programas educativos particulares, reconociendo las mediaciones
y las tensiones entre el juego instituido e instituyente, las pautas que se desvían,
las identidades en construcción, en reconfiguración o excluidas (Butler, Laclau
y Slavoj, 2003).
La exclusión es el nuevo fenómeno cuyo análisis
está en proceso y que puede explicar parcialmente algunos derroteros
identitarios por los que atraviesan nuestras sociedades. O se trata ya de
marginación con un posible horizonte de integración ni de explotación que
relaciona a dos identidades: explotador y explotado; se trata de la exclusión
de las redes productivas y de consumo (Sánchez, 2007).
La distinción entre productores y usuarios son
categorías que permiten aproximarse a la complejidad del ordenamiento social y
la apropiación diferencial de bienes, conocimiento y cultura, en ese sentido es
que los movimientos identitarios y sociales ponen en cuestión los principios
políticos, éticos y epistémicos de la actuación estatal, en particular los
pueblos indios plantean como proyecto la transformación estructural de la
sociedad, un proyecto para toda la población, no es una propuesta étnica. En la
perspectiva de establecer relaciones interculturales, transformar las
estructuras actuales tendiente a establecer relaciones horizontales,
interétnicas. Es decir, relaciones poder, saber, ser y vivir distintas; la
interculturalidad no existe, es algo por construir.
Para el ámbito educativo implica distanciarse de la
política reformativa y del enfoque actual de las políticas de educación e
instituciones educativas que asocian la educación con el desarrollo humano para
mejorar calidad de vida que conduzca al bienestar individual (Popkewitz, 2007);
éste último deriva en cada vez mayor fragmentación social, Los ciudadanos
globales deben asumir individualmente la cultura occidental en la lógica de la
libertad individual; la autonomía del individuo para actuar y distanciarse de
la colectividad. En esta lógica se explican la pobreza, el fracaso escolar, la
violencia, como problemas del individuo; la modernización y la competitividad
son también búsquedas individuales. Así, la convivencia vinculada al bienestar
individual para armonizar la inclusión en la sociedad del conocimiento borra
problema estructural, lo va invisibilizando. El multiculturalismo niega y
oculta problemas estructurales, la educación se posiciona como un proyecto
personal.
Asimismo, el paradigma intercultural funcional
responde a movimientos y demandas (administrar conflictos, desarrollo humano
sustentable), para promover el diálogo y la tolerancia sin tocar las causas de
la asimetría local. El discurso de las entidades supranacionales se apropia de
los planteamientos y prácticas alternativos, los "debilita" y vacía
de contenido. De la misma manera, la categoría inclusión con la legislación de
los años noventa fue añadiendo elementos de las demandas de movimientos
sociales a las Constituciones con relación al reconocimiento, protección,
justicia y transformación social como políticas vinculadas con las necesidades
del mercado, porque éste no funciona si hay gente fuera, lo cual implica
construir una monocultura para fortalecer proyecto capitalista.
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