Llegado un determinado momento el autoerotismo da paso al
heteroerotismo o experiencia compartida. Esta será heterosexual, bisexual u
homosexual dependiendo de cómo se haya orientado el deseo.
Analizaremos en primer lugar los comportamientos
heterosexuales. En el año 1965 Schofield realizó una importante investigación
sobre el comportamiento sexual de los jóvenes ingleses, hoy considerada como un
"clásico" dentro de este tipo de estudios. En ella explicó el acceso
de los adolescentes a la experiencia sexual compartida a través de cinco
niveles de comportamiento que describimos a continuación:
1.- Poco o ningún
contacto sexual con el sexo opuesto: Puede ser que se haya tenido alguna cita,
pero no se ha besado todavía.
2.- Experiencia
limitada de actividades sexuales: Se tiene experiencia del beso y se puede
tener experiencia de estimulación de los senos por encima de la ropa pero nunca
por debajo.
3.- Intimidades
sexuales próximas al coito: Se tiene experiencia de la estimulación de los
senos por debajo de la ropa y se puede haber experimentado la estimulación
genital o el contacto intergenital, pero no se ha realizado el coito.
4.- Experiencia del
coito con un sólo partener.
5.- Experiencia de
coito con más de un partener.
Aunque estos niveles son útiles sobre todo en el campo de la
investigación, permiten establecer la secuencia de comportamientos que dan
acceso a la experiencia sexual. La temporalización de estos niveles no se puede
precisar. Parte de los y las adolescentes podrían pasarse largos periodos de
tiempo en algunos de los estadios intermedios, mientras que otros y otras
podrían acceder a los más altos en un periodo breve de tiempo.
Desde un punto de vista actitudinal podemos afirmar que el
"doble estándar" tradicional - que consiste en atribuir mayor
legitimidad a determinados comportamientos sexuales de los hombres que a esos
mismos en las mujeres - está siendo en gran medida superado. La virginidad
tiende a ser un mito del pasado. Las relaciones sexuales de pareja son
consideradas legítimas al margen de compromisos institucionales como el
matrimonio. Se tiende a aceptar las relaciones sexuales sin vincularlas
necesariamente a relaciones afectivas, aunque en esto existen claras
diferencias en función del sexo.
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