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lunes, 4 de marzo de 2013

Las TIC y la transformación de la Educación


 
Llevamos cuando menos 12 años durante los cuales la inserción de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) a la educación ha estado en el debate público. Desde el lanzamiento de Enciclomedia hasta la convocatoria más reciente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para equipar el proyecto de Aulas Telemáticas, las propuestas, sin excepción, parten de la premisa de que la tecnología va a mejorar la educación. Todos los candidatos presidenciales la incluyen en sus planteamientos, y prometen una cruzada por la alfabetización digital (EPN), la dotación de equipos a maestros y alumnos (GQ), talleres de tareas aprovechando las nuevas tecnologías (JVM) y acceso gratuito a internet para todos los estudiantes de las escuelas públicas (AMLO).

Si a alguien le hicieran la pregunta sobre lo que las TIC aportan a la mejora de la educación, a lo mejor alguno diría “nada”. Pero pensándolo bien, tendría que decir: “depende”. La computadora es una máquina para escribir, dibujar, calcular, buscar información, entretenerse y comunicarse; y además, ofrece la posibilidad de integrar todas estas acciones. Sin embargo, no es el equipo el que agrega o aporta opciones nuevas a la educación, sino su uso. Esta no es una distinción banal, porque la computadora y el internet se pueden utilizar para seguir reproduciendo las peores prácticas escolares. Sirven para copiar y pegar textos y entregarlos al maestro como propios, o para resolver cuestionarios de opción múltiple. Tan es así, que en algunas escuelas los alumnos van al aula de medios para reproducir a mano los textos desplegados en la pantalla; es decir, copiándolos en su cuaderno. Pero también la computadora y la conectividad sirven para investigar, analizar, colaborar, diseñar, animar e integrar representaciones multimodales de conocimientos y significados. Cuando se explotan sus propiedades posibilitadoras, son poderosas herramientas para pensar, para intercambiar ideas, para ratificar o rectificar hipótesis, para colaborar, para diseñar productos culturales como infográficos, videos, y podcasts; y para conocer diseños hechos por otros.

Al diferenciar entre la distribución de los equipos y la actividad que se realiza con ellos se pone el énfasis en distintos aspectos de la incorporación de las TIC a la educación: la disponibilidad de dispositivos o el acceso a las prácticas digitales. El primero es necesario pero insuficiente, el segundo es indispensable. Las máquinas y la conectividad son herramientas poderosas y potencialmente útiles para renovar diferentes aspectos de la educación, pero el solo hecho de ponerlas en la escuela, no garantiza ninguna transformación del quehacer educativo. La tecnología puede contribuir a mejorar la educación si su uso se contextualiza en una refundación de las relaciones institucionales y la transformación de la práctica docente, los propósitos educativos, los planteamientos pedagógicos y las propuestas didácticas. La organización de actividades de aprendizaje orientadas hacia el intercambio de ideas, la construcción de conocimiento, la apropiación de prácticas sociales, la colaboración y la producción de diferentes formas de representación, sólo son posibles con profesores que las sepan diseñar y llevar a la práctica. Lo que va a mejorar la educación es una comprensión profunda de sus problemáticas, la construcción de alternativas para resolverlas, y de propuestas cuidadosamente construidas, probadas y diseminadas. No hay computadora que haga eso.

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