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viernes, 8 de marzo de 2013

SÍNTESIS EL HOMBRE EN BUSQUEDA DE SENTIDO VIKTOR FRANKL


EL HOMBRE EN BÚSQUEDA DE SENTIDO”
 
 SÍNTESIS REALIZADA POR:
 
"MARCELA SOLÍS ESPINOZA"
La piedad Mich, a 12 de Octubre del 2012.
 

    

Este libro segmentado en dos partes comienza con el relato del autor sobre su experiencia personal en los campos de concentración creados por los nazis y las consecuencias que esta realidad marcada por el desastre y la humillación tuvo tras haber conseguido la liberación y termina con el desarrollo de conceptos básicos de la logoterapia, una técnica psiquiátrica centrada en la llamada “voluntad de sentido” y apoyada en el análisis existencial que busca ayudar al ser humano a recuperar el sentido de su vida y a soportar cualquier dificultad que aparezca en nuestro camino. Frankl, plasma su propio sufrimiento con el objetivo de ayudar a otros a vencer los obstáculos con dignidad y esperanza, y demostrarles, de esta forma, que la vida merece ser vivida más allá de las circunstancias. De esta manera, el autor revela como a través de haberle encontrado un sentido a su vida, pudo sobrevivir en ese ambiente donde pasó hambre, frío y fue victima de un sinfín de atrocidades cometidas por los guardias nazis. Frankl, sostiene que esa incapacidad de descubrir el sentido de nuestra existencia es la que lleva al hombre a perder el equilibrio interior y, por lo tanto, a la desesperación.  

 

 

INFORME DEL PRISIONERO No. 119104



 

Internamiento en el campo.


Shock, horror, ilusión del indulto; abandonarse sin resistencia al curso de los acontecimientos, borrar de la consciencia toda la vida anterior (la existencia desnuda), un variante frío y macabro de la curiosidad, perdías el miedo a  la muerte, ante una situación anormal, la reacción anormal constituye una conducta normal.

Los contornos de un inmenso campo y sus harapientas figuras humanas, de cuando en cuando se escuchaban voces aisladas, me estremecí de horror, paso a paso deberíamos acostumbrarnos a aquella terrible atrocidad. Las portezuelas se abrieron y fuimos recibidos por los típicos hombres que vestían a rayas y hablaban en todas las lenguas europeas, tiene un aspecto, quizá pueda yo llegar un día a ser uno de ellos, pensamos que aquello no sería tan cruel, “Auchwitz”  seguramente era un lugar insólito en aquella Europa de los últimos años de la guerra.  Mientras esperábamos el traslado a otros campos más pequeños, un trozo de pan fue nuestro alimento durante cuatro días.

Se formaron dos filas, una de hombres y una de mujeres para desfilar ante un oficial de la SS de alta graduación, contrastaba perfectamente alto, delgado y vestido perfectamente con nuestro aspecto sucio y  mugriento después de  semejante viaje. Su dedo decía si izquierda o derecha, me tocó derecha, lo cual significaba trabajos forzados, la izquierda estaba destinada para los enfermos, los cuales llevarían a campos especiales y el señalamiento del dedo era la primera selección, los de la izquierda pasaron directamente al crematorio, era la verdad en toda su crudeza. Aparecieron los hombres de la SS y extendieron sobre el suelo unas mantas para que depositáramos todos los objetos de valor, relojes y joyas, nos introdujeron a empujones en la antesala de los baños, dando órdenes de que en dos minutos deberíamos desnudarnos por completo, con voz ronca y decidida. Empiezo a contar: ¡ya!

Escuchamos los restallidos del látigo, los chasquidos de las largas correas de cuero, nos afeitaron dejando nuestros cuerpos sin un solo pelo. Estábamos ansiosos por descubrir lo que sucedería después de cada acontecimiento y las consecuencias que nos acarrearía, permanecíamos anclados en la primera fase de nuestras reacciones psicológicas, un amigo nos decía que para lograr la supervivencia era necesario afeitarse diario ya que pareceríamos mas jóvenes, y, esto aumentaba la capacidad de trabajo.

 

La vida en el campo

 

Las ideas sueltas rescatadas de esta parte del relato siguen una clara evolución, comenzando por la mutilación del sentir que se va convirtiendo poco a poco en un aprender a vivir…

      Plomiza apatía, anestesia emocional, vaga sensación de que a uno ya no le importa nunca nada, humillación e indignación provocadas por la injusticia, todos los esfuerzos se concentraban en una única tarea: conservar nuestra vida y la vida de los camaradas amigos, cuando los prisioneros sentían inquietudes religiosas, éstas brotaban de lo más íntimo y sincero que cabe imaginar; intensificación, vida interior, un extraño sentido del humor, dominar el arte de vivir, el corazón endurecido, juguete del destino, íntima paz, libertad interior, el sentimiento que se convierte en sufrimiento, deja de serlo cuando nos formamos una idea clara y precisa del mismo. Aquel que tiene un porqué vivir, puede soportar casi cualquier cómo, en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros, todo lo que no acaba conmigo me hace más fuerte.

Un día mientras hacía mis labores me recargue sobre una pala, y el guardia lejos de usar su látigo o sus insultos, me lanzó una piedra, como se hace con los animales y eso se grabó en mi corazón de manera imborrable. Mi amigo, con su cojera se tambaleaba sobre la vía portando una traviesa especialmente pesada; daba la impresión de caerse en un próximo paso y de arrastrar a los demás con él, se acercó un guardián de rechonchas mejillas, me fijé, con envidia, en sus cálidos guantes, mientras nosotros trabajábamos con las manos desnudas bajo aquel frío inmenso, a mi lado se levantó un escuálido montón de arena, señal de lo poco que había cavado, por lo cual presentí un desenlace inminente y desagradable. No todo el mundo era igual, afortunadamente el capo  de mi compañía me apreciaba bastante, agradecido me sentía de mi nombramiento como médico privado de su señoría, lo cual traía consigo otro beneficio, al momento de la sopa el éste metía el cacillo para pillar un poco de habichuelas. Los sueños de los prisioneros se reducían a pan, pasteles, cigarros y baños de agua templada, aunque en una ocasión un compañero me despertó con sus gemidos por una angustiosa pesadilla, en ese momento lo quise despertar pero quité mi mano pues ningún sueño por muy horrible que fuese, prdría ser peor que nuestra actual realidad. Cuando los prisioneros se sentían vigilados surgían pláticas sobre comida que sobre la marcha intercambiarían y prepararían un suculento menú, para el día en que , liberados se reúnan en alguna de sus casas, en la última época de nuestro cautiverio, la dieta se redujo a una única ración de sopa aguada y un minúsculo pedazo de pan. La hambruna y los efectos del shock inicial parecen ser las únicas causas que den razón de un fenómeno observado en el campo y ciertamente llamativo para un psicólogo; la perversión sexual era mínima.

Cualquier hombre, en toda existencia, se verá cara a cara con su destino y siempre tendrá la oportunidad de conquistar algún valor por vía del sufrimiento, por vía de su propio destino. Considerar nuestra existencia provisional como algo irreal para que la vida se les fuese entre las manos a los prisioneros, porque todo se revestía como carente de sentido, con la quiebra de la confianza en el futuro faltaban, asimismo, las fuerzas del asidero espiritual, el prisionero se abandonaba y decaía, se convertía en sujeto del aniquilamiento físico y mental.

Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar ese sufrimiento, porque ese sufrimiento se convierte en su única y peculiar tarea. Mientras mis camaradas yacían inmóviles. Llegamos a la tercer fase de las reacciones psíquicas del prisionero: la psicología de la liberación.

 

Después de la liberación

 

por fin se izó la bandera… nos volvimos locos de alegría, sentimos dolor en las piernas que amenazaban con doblarse, su verdad se resistía a entrar en nuestra mente. El primer destello de alegría se produjo cuando divisamos un gallo con su cola de plumas multicolores, habíamos perdido la capacidad de alegrarnos y lentamente teníamos que volver a aprenderla. Todo parecía irreal misterioso como un sueño. Cierto día, poco después de la liberación, paseaba por una campiña florida, caminando hacia un pueblo cercano, me detuve, miré a mi alrededor, después fijé la mirada al cielo, y finalmente caí de rodillas. Una persona sometida a una cierta tensión psicológica tan tremenda y durante tanto tiempo, corre un cierto peligro en el momento de la liberación, especialmente si esta se produce de forma brusca. Además de la deformidad moral, consecuencia del cese repentino de la tensión psicológica, otras dos experiencias amenazan con dañar la personalidad del hombre liberado: la amargura y el desencanto, la desilusión que sufría al retornar a su vida anterior.

Después de la liberación, algunos se encontraron con que ya nadie les esperaba. Transcurrió el tiempo, para todos  y cada uno de los prisioneros llegó el día en que, al volver la vista atrás, hacia aquella espeluznante experiencia del campo de concentración, les resultaba imposible comprender como fueron capaces de soportarlo.



“ET LUX IN TENEBRIS LUCET”

 

A partir de este momento, por medio de este conmovedor testimonio, me quedo con la verdadera intención del texto, porque en lo personal no es la historia, sino el mensaje de esperanza, de fortaleza y aprendizaje que deja como huella grabada en el baúl de mi cabeza. Viktor Frankl por medio de la narración de experiencias y vivencias propias, pudo expresar los sentimientos que nacieron por la observación de otros cautivos en el campo de concentración.

 

“y la luz también brilla en las tinieblas”

 

El ítulo de mi conclusión, no se si en realidad necesite quinientas palabras para expresar el significado de lo que decidí sería mi frase para cerrar este capítulo que algún día volveré sin duda a abrir para continuar recibiendo aprendizaje, un nuevo libro que me cautivó, un libro que cada vez que abra alguna de sus páginas me regalará algo nuevo y diferente según la circunstancia en la que me encuentre.

 

 

 

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