LA ESCUELA DE CHICAGO
La sociología de Chicago, se
caracteriza por desarrollar una investigación de carácter empírico, que en su
tiempo va a marcar un vuelco en el impacto que debe tener dicho tipo de
investigación en la sociedad. Se separa de la investigación tradicional moralista
y alejada de la realidad, e intenta producir conocimientos de un mayor valor
científico, útiles para la toma de decisiones relacionados con la solución de
problemas sociales concretos. Se trata de una sociología urbana, que desarrolla
una serie impresionante de estudios, íntimamente ligados a problemas
confrontados por la ciudad de Chicago, en una época en que la delincuencia y
otras graves dificultades, hacen mella en una ciudad de un crecimiento
desproporcionado, poblada por miles de inmigrantes venidos de todas partes del
mundo. Este interés por investigar el fenómeno social urbano a partir de la observación
participante del investigador, totalmente involucrado con el medio social
donde se genera, va a ejercer una influencia significativa en el progreso de
algunos métodos originales de investigación que la sociología contemporánea va
a desarrollar. La Escuela de Chicago, promueve la utilización de procedimientos
con fines científicos, como la utilización de documentos personales, la
explotación de fuentes documentales diversas y el trabajo de campo sistemático
como instrumentos para la interpretación de aspectos de la realidad social en
la búsqueda de la aproximación científica. Cuando en la actualidad nos
acercamos al paradigma interpretativo que orienta la perspectiva de
investigación cualitativa, siempre es conveniente indagar donde están los
orígenes de estas proposiciones epistemológicas. Es evidente que en la medida
en se conozca mejor sus puntos de apoyo filosóficos e históricos, los métodos
adquieren un sentido diferente sobre una base más sólida. Es por eso que al
aproximarnos a algunos fundamentos ideológicos que influyeron en la Escuela de
Chicago, como: El Pragmatismo (Dewey) y el Interaccionismo Simbólico (Mead y
Blumer). El análisis de sus preceptos fundamentales sirve para hacernos
comprender mejor las tendencias actuales que orientan la Etnosociología.
Morgan
hacia 1850, realiza un estudio sobre los indios iroqueses en Estados Unidos. El
interés por el estudio de estas sociedades, va a motorizar muchas iniciativas
que impulsan el desarrollo de nuevas expectativas y visiones, sobre cómo
enfrentar las interrogantes que presenta la interacción del investigador con el
objeto de la investigación. Es importante destacar en este instante, que al hablar
de etnología nos referimos al estudio sistemático de los hechos tal y como
aparecen. Se trata de la búsqueda del fenómeno social para describirlo,
interpretarlo y comprenderlo. Por otra parte la etnografía trata de percibir
como los seres humanos interactúan en diferentes situaciones, ¿Por qué actúan?
¿Cómo lo hacen? La aproximación etnográfica, por ejemplo, permite estudiar de
una manera cualitativa la forma como los seres humanos interactúan para
construir la realidad. Esto a partir de etnométodos, los cuales se apoyan en el
principio de considerar que los hechos sociales no son una realidad objetiva
externa a nosotros. Ellos son realizaciones prácticas, construidas localmente y
constituyen el producto de la actividad continua de los hombres, que ponen de
manifiesto su forma de hacer las cosas, sus procedimientos, sus reglas de
conducta y otras manifestaciones cotidianas. Es decir el individuo utiliza
“etnométodos” gracias a los cuales organiza (construye) el cuadro social de sus
acciones. Para el antropólogo Adam Kuper, (1988), la noción de Sociedad
Primitiva que aparece entre los años 1860-1870, constituye en esos momentos, el
objeto de estudio por excelencia de la antropología. La investigación sobre los
orígenes físicos, lo material y lo cultural va a conducir al investigador de
esa época a calificar de primitivo al hombre que vive en el arcaísmo
tecnológico o cultural. Morgan (evolucionista) se ocupa de la reconstrucción
hipotética y evolucionista de la sociedad primitiva como antítesis de la
sociedad moderna.
Franz Boas, (1858-1942),
junto con sus alumnos: (M. Mead, 1901-1978; R. Benedict 1887-1948; A. Kroeber,
1876-1960; R. Lowie, 1883-1957) proponen acentuar su visión antropológica sobre
la base de una totalidad cultural, de una manera diferente a los británicos que
orientan sus estudios desde una perspectiva social e institucional.
A partir de este tipo de práctica
metodológica, el investigador social comienza promover sistemáticamente su
inmersión en la población estudiada. Su acción como observador participante le
ubica en el centro del objeto de estudio y le aleja de las visiones
omniscientes, proporcionándole una visión multidimensional de la realidad.
Progresivamente el diario de la investigación, sus cuadernos de notas y las
observaciones informales se convierten en elementos esenciales para el
desarrollo de su trabajo. En un artículo sobre la ciudad, publicado en 1915 por
Robert Ezra Park, citado por para entonces profesor de sociología en la
Universidad de Chicago, escribía: Hasta aquí la antropología, la ciencia del
hombre, se ha consagrado al estudio de los pueblos primitivos. Sin embargo, el
hombre civilizado es un objeto de estudio también interesante, sin contar que
es más fácil de observar y estudiar. Los métodos de observación utilizados por
antropólogos como Boas y Lowie para estudiar la vida y las costumbres de los
indios de América del Norte pueden ser aplicados de una manera aun más
fructífera en los estudios de las costumbres, las creencias, las prácticas
sociales y las concepciones generales de la vida que reina en los barrios de la
Pequeña Italia o en los barrios bajos del lado norte de Chicago.
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