VENTAJAS DE LAS TIC EN EL APRENDIZAJE COLABORATIVO
El sistema educativo se encuentra inmerso en una serie de cambios, entre los cuales podemos destacar el conjunto de transformaciones propiciadas por el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación que han revolucionado y reconvertido, tanto las relaciones sociales docente-aprendiz como las relaciones entre iguales, además de generar nuevos procesos de construcción del conocimiento y la identidad. En una sociedad donde existen grandes cantidades de información sobre cualquier tema al alcance de todos, diversas vías para ampliarla, compartirla y contrastarla y una constante actualización del conocimiento, el antiguo rol del profesor como experto y guardián de un saber estable y fiable deja de tener sentido. El profesor pasa a ser un guía y un facilitador de recursos y herramientas para que los alumnos exploren, contrasten, evalúen las informaciones dispones de forma crítica a fin de que elaboren su propio conocimiento y dirijan su propio proceso de aprendizaje hacia las áreas de su interés.
Esto tiene importantes consecuencias en la preparación y actualización profesional de los docentes ya que, para orientar de forma competente al alumnado en el manejo de las TIC como herramientas de aprendizaje, primeramente el docente ha de contar con una experiencia como usuario. Por otro lado, los enseñantes del s. XXI han de ser un referente social en cuanto a la promoción de valores y actitudes democráticas, que incluyen el diálogo y la cooperación en espacios presenciales y no presenciales. Por último, han de ser conscientes de que la innovación es la única vía para hacer frente a las necesidades de una escuela que requiere la incorporación de los nuevos códigos presentes en la sociedad así como la creación de entornos alternativos de aprendizaje y socialización. Esa innovación no puede abordarse en solitario si lo que se pretende en última instante es lograr un sistema educativo de mayor calidad. La manera más coherente de cumplir con estos objetivos formativos y adquirir rápidamente las destrezas requeridas para el cambio en sus prácticas y en la dinámica de la institución educativa es con el apoyo de otros docentes y profesionales que ya cuenten con un nivel de competencia aceptable en materia de innovación tecnológica así como una soltura en el manejo de distintas herramientas de manejo de la información y diferentes soportes de comunicación virtual.
El establecimiento de una red o comunidad de aprendizaje virtual entre profesores que fomente el trabajo colaborativo permite que emerjan iniciativas voluntarias y espontáneas que no se darían (o no de la misma forma) en un contexto normativo y aumenta la participación entre los miembros, pues la decisión de sumarse a una red o a un grupo de trabajo concreto dentro de esa red no viene impuesta desde arriba, sino nacida del propio interés. La no imposición estimula unas relaciones más horizontales y democráticas desde el origen, que favorecen el respeto, el diálogo y el intercambio de conocimientos y experiencias sin la presión de tener que demostrar una competencia especial ni hacer valer la opinión individual frente al consenso grupal. En este proceso de debate, probablemente surjan inquietudes y metas compartidas que se transformen en propuestas de mejora o en pequeños proyectos, los cuales estímulo y motiven al resto de miembros, además de lograr un sentimiento de pertenencia a un colectivo que devenga en un mayor compromiso con la comunidad. La inmediatez de las TIC posibilita también un intercambio más ágil de materiales y recursos de utilidad común, la aportación de opiniones o sugerencias y la resolución de dudas en cualquier momento. Otra ventaja que presentan los diferentes soportes virtuales y herramientas de aprendizaje colaborativo es la flexibilidad en un sentido temporal, espacial y funcional. Esto, por una parte, favorece un mayor seguimiento de la actividad porque no exige una presencia física ni un nivel de intervención constante. Asimismo propicia un ajuste a los ritmos de aprendizaje de cada persona y la posibilidad de una reflexión más profunda que se gestiona en entornos y tiempos más ajustados a las necesidades de conciliación vitales de los individuos y a los estilos de expresión de cada persona. Igualmente existe diversidad de formatos para escoger el modo más apropiado y atractivo de plasmar los productos elaborados. Además, es mucho más fácil gestionar el conocimiento propio y negociar sobre un registro escrito y permanente que permite ver la evolución de las ideas que se van planteando y recuperar cuestiones que en un determinado momento hayan quedado aparcadas. Por último, la red hace posible que se pueda publicitar y difundir el trabajo común, recibir feedback de otros equipos e ir sumándose a otras redes de profesiones que están desarrollando experiencias en lo misma línea o de tipo complementario.
No obstante, conviene seguir una serie de pautas organizativas para asegurarse de que la relación de colaboración desarrollada con el soporte de las TIC cumplirá con los requisitos de un verdadero trabajo conjunto y servirá para dar respuesta a las finalidades formativas y educativas anteriormente expuestas. En primer lugar, se han de identificar los problemas que preocupen más al grupo y hacer un diagnóstico conjunto de necesidades y motivos a fin de definir los objetivos del plan de intervención o proyecto de mejora posterior y la metodología más apropiada para llevarlo a cabo. En segundo lugar, es preciso negociar qué modelo organizativo seguirá el grupo, especificando los compromisos y tareas de las que se responsabilizará cada uno de los miembros del equipo. Una vez hecho esto, se ha de proceder a valorar qué actividades se desarrollarán presencialmente y cuáles en el espacio virtual, de qué manera, con qué fines y con qué herramientas de software. A continuación, se ha de formar u orientar al grupo en la utilización de los distintos recursos informáticos y asegurarse de que poco a poco los distintos miembros van adquiriendo las competencias y destrezas necesarias para manejarse autónomamente, de modo que esto no interfiera en su participación en el proyecto. Superada esta fase, se procedería a la planificación, desarrollo y operativización de los distintos recursos que configurarán el aula virtual, negociando qué espacios serán abiertos a todo el público y cuáles estarán restringidos a los grupos de trabajo. Otro aspecto de vital importancia es contar con la figura de un coordinador o varios responsables del diseño, mantenimiento y dinamización del espacio virtual y de sus medios de expresión, ya que sin el adecuado seguimiento el espacio pierde calidad y funcionalidad. Asimismo, conviene evaluaciones y revisiones periódicas tanto del espacio de trabajo como de la utilidad que tiene para el grupo, identificando y optimizando aquellas áreas que resulten más potentes y eliminando o mejorando aquellas que resulten deficientes o entorpezcan una buena dinámica de trabajo.
Además de estas consideraciones debemos ser conscientes de las limitaciones de la tecnología y no pretender que la red se convierta en un sustitutivo de la dinámica de trabajo presencial, que es igualmente necesaria y no puede competir con la riqueza de la fluidez comunicativa y ni la cercanía interpersonal que posee un tono más emocional.
Además de estas consideraciones debemos ser conscientes de las limitaciones de la tecnología y no pretender que la red se convierta en un sustitutivo de la dinámica de trabajo presencial, que es igualmente necesaria y no puede competir con la riqueza de la fluidez comunicativa y ni la cercanía interpersonal que posee un tono más emocional.
Una vez superada la fase de adaptación y formación entre profesores en uso de TIC, los docentes estarán en mejores condiciones para abordar experiencias de trabajo colaborativo con sus alumnos. Las modalidades en que se puede plantear ese trabajo en equipo son fundamentalmente dos: la primera consistiría en la vertebración de un proyecto integrado en el que varios docentes ofrezcan un guión, las herramientas de búsqueda de información y las estrategias de regulación de la dinámica de grupo para que los alumnos se vayan familiarizando con la metodología de trabajo; la segunda vendría definida por la aplicación de los principios de aprendizaje cooperativo por parte de los alumnos, siendo el docente un mero coordinador y mediador. En el primero de los casos, se conseguiría que los alumnos construyeran una visión más interdisciplinar del conocimiento y profundicen en los conceptos que se planteen. En el segundo, se potenciaría el desarrollo de habilidades de búsqueda de información, a compartir y definir ideas conjuntamente, a comunicarse y negociar, a equilibrar el liderazgo, a regular el propio ritmo de aprendizaje, a aplicar estrategias metacognitivas y autoevaluarse, consiguiendo además una mayor motivación, corresponsabilidad y autonomía en el grupo y en los individuos que lo componen.
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