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domingo, 3 de marzo de 2013

DIGITAL Y PAPEL, UN NUEVO ENFRENTAMIENTO




Les comparto la reflexión de Gabriella Campbell en Literatura,Tecnología.

¿Es mejor leer en papel o en ebook? 


Esta debe de ser una de las preguntas que más se han realizado (y contestado) en los últimos tiempos dentro del mercado editorial y del mundo de la lectura en general. Hay respuestas para todos los gustos: están los nostálgicos del papel, aquellos que hablan de su comodidad visual, su tacto y su olor, aquellos que asocian contenidos emocionales con el contenido impreso; y por otro lado están los que defienden lo electrónico, su aspecto práctico y las posibilidades que ofrece por sus aplicaciones y diseño. También es cierto que los lectores electrónicos de hoy en día, con su ligereza, sus pantallas anti-brillo y todo lo demás, tienen poco que ver con los primeros e-readers que aparecían poco a poco, aquellos que pensamos que nunca podrían sustituir al papel.

Para muchos se trata de una discusión sin ganador ni perdedor; disfrutan de las ventajas de ambos formatos, aunque la mayoría sigue teniendo vínculos sentimentales con la obra impresa. Y esto ha influido de manera notable en la recepción que ha tenido un estudio reciente que pretendía demostrar, de una vez por todas, cuál de los dos formatos era más cómodo para la lectura. El Dr. Schlesewsky, un profesor del departamento de Literatura y Lingüística de la universidad alemana Johannes Gutenberg de Maguncia, publicó los resultados de su experimento en uno de los periódicos más importantes de su país, y la respuesta de los lectores fue apabullante: no aceptaban lo que Schlesewsky tenía que decirles: que, desde un punto de vista estrictamente científico, no nos cuesta más leer en ebook que en papel.

Parece ser que en Alemania hay una creencia bastante generalizada (me atrevería a decir que hasta cierto punto en España también) de que el lector electrónico ofrece una lectura más pobre, una comprensión lectora menor a la del libro impreso. Según Kretzschmar, otro de los responsables del estudio iniciado por Schlesewsky, lo que la gente percibe y cómo interpreta su propio comportamiento no es lo mismo que lo que te dicen los datos de los mismos sujetos al realizar una prueba lingüística. Aunque tú insistas en que te cuesta más leer en un formato que en otro, esa no tiene por qué ser la realidad objetiva de lo que está ocurriendo en tu cerebro.

Ayudados de una tecnología que les permitía monitorizar el movimiento del ojo y de sensores EEG para medir el voltaje de la actividad theta del cerebro (directamente relacionada con la codificación y recuperación de la memoria), el equipo científico de varias universidades alemanas pudo trabajar en colaboración con grupos de lectores de diferentes edades para determinar las diferencias entre la lectura en ebook y en papel. 

Los profesionales descubrieron que la actividad era la misma, tanto en movimiento visual como en actividad cerebral, para la lectura en tres formatos diferentes: papel, lector electrónico y tableta; si bien la mayor parte de los participantes, en una ronda de preguntas anteriores a la prueba, había especificado que preferían la lectura en papel que la realizada en un soporte electrónico. La única pequeña variación surgía con el grupo de adultos de mayor edad (de 60 a 77 años), que demostraba menor nivel de actividad al utilizar una tableta; es decir, que les costaba menos esfuerzo, tal vez por el tamaño mayor de la pantalla. Podéis leer el informe completo del estudio aquí (en inglés).

Todo esto da a entender que, independientemente de nuestras tendencias subjetivas, el esfuerzo y el proceso de comprensión del texto es el mismo, leamos en el soporte que leamos (siempre que este tenga unas condiciones mínimas, claro, no creo que los monitores de ordenador de hace quince años o las pequeñas pantallas de los teléfonos móviles sean comparables con los soportes que se utilizaron en las pruebas mencionadas). Es interesante reconocer hasta qué punto somos animales de costumbre, y hasta qué punto nos agarramos a determinados elementos por pura fijación emocional o nostalgia.

No hay nada como el olor de un libro nuevo, es cierto. Pero lo que ya no podremos argumentar es que leer ese libro en papel sea más fácil o más cómodo para nuestra mente que un .mobi, .pdf o similar en nuestro soporte electrónico favorito.

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