Cuando el sujeto no está escrito, pero se
puede pensar en él, se llama sujeto tácito. Por ejemplo: Por favor, canta
conmigo. En esta oración el sujeto es "tu", ya que es a quien se le
está pidiendo "cantar", sin embargo no está escrito en la oración.
El capitán ató a la sirena a un árbol.
Sacó su hacha y comenzó a cortar el tronco. Iba a construír
una jaula para la pobre sirena.
¿Cual es el sujeto de cada oración?
Cuando el sujeto no aparece en la oración se llama sujeto
tacito u omitido.
Generalmente, toda oración está compuesta por dos partes: un
sujeto y un predicado. En el sujeto encontramos la persona, entidad u objeto
que protagoniza la acción.
En el predicado, encontramos la acción en sí misma. Así, en
el sujeto es donde encontramos al hacedor de la acción definido y/o
identificado, aunque este protagonista puede perfectamente ser una persona, un
animal o una cosa.
El sujeto, por decirlo con otras palabras, es el encargado
de informarnos sobre “quién” realiza la acción, o bien “quién la causa” o bien
“quién la padece”, dependiendo de su tipología. De esta manera, y si tomásemos
como ejemplo una oración como esta: “El actor decidió rechazar la oferta”,
podríamos averiguar cuál es el sujeto haciendo la siguiente pregunta: “¿quién
decidió rechazar la oferta?”. Y en este caso, tanto el sujeto como nuestra
respuesta sería “el actor”.
Por situarnos históricamente y añadir algo de información a
este contexto, diremos que la palabra “sujeto” proviene de otra vieja palabra
del latín, en concreto subiectus, palabra de la que también se ha derivado
subjetivo y subjetividad, todas ellas relacionadas con la persona y el punto de
vista propio. Subiectus, en efecto, significa hace dos milenios lo mismo que
significa ahora sujeto.
Como en todas las cuestiones gramaticales, es natural que no
existe un único tipo de sujeto. En realidad existen muchos. Por ejemplo, el
sujeto puede tener un único núcleo gramatical, y cuando esto ocurre se llama
sujeto simple. Pero también puede tener dos núcleos, y en ese caso llama sujeto
compuesto. Por otra parte, y esto nos interesa especialmente, el sujeto no
siempre aparece en la oración. Cuando aparece se le conoce como sujeto expreso
o sujeto explícito. Cuando no lo hace tenemos dos opciones: puede que, por el
contexto de la oración, pueda ser inferido o presupuesto, y en ese caso se
llama sujeto tácito, o puede que simplemente no exista, en cuyo caso estaríamos
hablando de una oración impersonal.
El sujeto tácito, que es el que nos interesa aquí, también
se llama elíptico, y es, como decimos, el que a pesar de existir no aparece en
la oración. Gracias a la riqueza de nuestro idioma, podemos inferir de quién se
habla sin hacer una referencia explícita.
Sin embargo, hay que se consciente de que el sujeto tácito
aparecerá, casi exclusivamente, en medio de un contexto conocido por el emisor
y el receptor. Si decimos, por ejemplo: “Me invitó a tomar una copa”, la
oración sólo tendrá sentido si nuestro receptor conoce de quién estamos
hablando.
Por otra parte, existen oraciones en el que es obvio de
quién se habla. Por ejemplo, si decimos que “Han vuelto a subir el precio de la
gasolina”, no hace falta decir quién ha sido.
Generalmente, toda
oración está compuesta por dos partes: un sujeto y un predicado. En el sujeto encontramos
la persona, entidad u objeto que protagoniza la acción. En el predicado,
encontramos la acción en sí misma. Así, en el sujeto es donde encontramos al
hacedor de la acción definido y/o identificado, aunque este protagonista puede
perfectamente ser una persona, un animal o una cosa. El sujeto, por decirlo con
otras palabras, es el encargado de informarnos sobre “quién” realiza la acción,
o bien “quién la causa” o bien “quién la padece”, dependiendo de su tipología.
De esta manera, y si tomásemos como ejemplo una oración como esta: “El actor
decidió rechazar la oferta”, podríamos averiguar cuál es el sujeto haciendo la
siguiente pregunta: “¿quién decidió rechazar la oferta?”. Y en este caso, tanto
el sujeto como nuestra respuesta sería “el actor”.
Por situarnos históricamente y añadir algo de información a
este contexto, diremos que la palabra “sujeto” proviene de otra vieja palabra
del latín, en concreto subiectus, palabra de la que también se ha derivado
subjetivo y subjetividad, todas ellas relacionadas con la persona y el punto de
vista propio. Subiectus, en efecto, significa hace dos milenios lo mismo que
significa ahora sujeto.
Como en todas las cuestiones gramaticales, es natural que no
existe un único tipo de sujeto. En realidad existen muchos. Por ejemplo, el
sujeto puede tener un único núcleo gramatical, y cuando esto ocurre se llama
sujeto simple. Pero también puede tener dos núcleos, y en ese caso llama sujeto
compuesto. Por otra parte, y esto nos interesa especialmente, el sujeto no siempre
aparece en la oración. Cuando aparece se le conoce como sujeto expreso o sujeto
explícito. Cuando no lo hace tenemos dos opciones: puede que, por el contexto
de la oración, pueda ser inferido o presupuesto, y en ese caso se llama sujeto
tácito, o puede que simplemente no exista, en cuyo caso estaríamos hablando de
una oración impersonal.
El sujeto tácito, que es el que nos interesa aquí, también
se llama elíptico, y es, como decimos, el que a pesar de existir no aparece en
la oración. Gracias a la riqueza de nuestro idioma, podemos inferir de quién se
habla sin hacer una referencia explícita.
Sin embargo, hay que se consciente de que el sujeto tácito
aparecerá, casi exclusivamente, en medio de un contexto conocido por el emisor
y el receptor. Si decimos, por ejemplo: “Me invitó a tomar una copa”, la
oración sólo tendrá sentido si nuestro receptor conoce de quién estamos
hablando.
Por otra parte, existen oraciones en el que es obvio de
quién se habla. Por ejemplo, si decimos que “Han vuelto a subir el precio de la
gasolina”, no hace falta decir quién ha sido.
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