El sistema de evaluación tradicional; ése en el que los alumnos se “juegan” todo el curso a una carta es muy habitual y lo llevamos haciendo/sufriendo durante muchos años (por eso es tradicional).
Tiene la ventaja que está comúnmente aceptado (por alumnado, profesorado,
padres y sociedad en general); el problema de las cosas tradicionales
es que a fuerza de llevar mucho tiempo, las personas se adaptan a ellas (ya lo dijo Darwin: evolucionamos).
¿Que cómo nos hemos adaptado?; pues muy fácil:
El “humano-alumno” concentra sus esfuerzos académicos en
prepararse para aprobar un examen y el resto de la sociedad le felicita
por ello (Ya lo dijo Skinner: los refuerzos son muy positivos).
Bien, dirán ustedes ¿dónde está la adaptación?; pues un examen se utiliza (perdón, se
debería utilizar) para comprobar el aprendizaje que han adquirido a lo largo
del curso, es (debería ser) una herramienta; la adaptación lo ha
convertido en un fin:
hay que aprobar el examen, como sea (incluso copiando).
Teniendo en cuenta esta adaptación hay una serie de cosas que
son naturales:
§ Estudiar unos días antes del
examen (para qué antes, si se nos va a olvidar).
§ Las tutorías se utilizan unos
días antes del examen (que es cuando se estudia).
§ Unos buenos apuntes es la mejor
herramienta que un alumno puede encontrar (es lo que se utiliza para estudiar unos
días antes).
§ Si el profesor no aporta nada a
los apuntes; o mejor dicho, a la consecución de aprobar el examen ¿para qué
sirve? (mejor no perdemos el tiempo en sus clases).
El profesor es el dueño y señor de esa herramienta de poder que
es la evaluación; si quiere puede poner un examen tan difícil que no aprueba
nadie (desgraciadamente conozco algún caso) y si quiere puede hacer un examen
más asequible. Habitualmente, la dificultad de un examen no se pone por
capricho, sino por lo que el profesor considera que deberían saber sus alumnos
(hay veces que como el profesor se cree muy bueno, piensa que sus alumnos
deberían saber mucho por haber bebido de sus sabias aguas).
Con todo esto de la formación por competencias, la adopción de
paradigmas basados en el aprendizaje y demás renovaciones metodológicas estamos
cambiando la evaluación; los cambios que solemos hacer son:
Abrir
caminos para obtener puntos. Antes,
para aprobar una asignatura se debía obtener más de un 5 en un examen; ahora
los puntos pueden venir por varios flancos: por asistir a clase, por participar
en un seminario, por hacer un trabajo en grupo, por el examen tradicional, etc.
Todo esto es bueno, ya que flexibilizamos la forma de conseguir el aprobado y
además no se lo juegan todo a una carta.
Evaluación
continua. Suele
estar relacionado con lo anterior; es decir, utilizan los mismos caminos para
obtener puntos, pero en lugar de hacerlo al final del curso, los podemos
obtener a lo largo del curso. Este concepto está teniendo mucho éxito en cierto
profesorado, ya que con la evaluación continua consiguen que sus alumnos vayan
a clase.
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