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jueves, 7 de marzo de 2013

Obesidad infantil en México


“La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial que se puede prevenir. Es un proceso que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia y se establece por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético. En su origen se involucran factores genéticos conductuales, que determinan un trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de grasa corporal para el valor esperado según el sexo, talla y edad”1. 
La obesidad infantil es un tema de gran controversia en la sociedad mexicana, dada las condiciones, podemos decir que nuestro país tiene el primer lugar en obesidad infantil, situación que es sumamente alarmante. Este problema lamentablemente se está gestando en edades más prematuras, pues ahora es más frecuente que los niños vivan en un ambiente que fomenta el sedentarismo y la mala alimentación, por ende produzcan un ambiente obesogénico. 
La agitada vida de los padres y su consecuente descuido para vigilar la calidad de la alimentación de los niños, el hecho de que a los niños se les transporte en coche a todas partes, la falta de ejercicio de este grupo poblacional tanto en el ámbito escolar como en el familiar, así como los alimentos que se venden en las escuelas son factores clave en la epidemia de obesidad que viven los menores en México. 
En definitiva, los hábitos de consumo han impactado en la obesidad infantil. Además el gasto energético de los niños está en números rojos por falta de actividad física; la obesidad está asociada al sedentarismo producto del esquema de las condiciones de la vida urbana lo que conlleva a un mayor tiempo dedicado a ver la televisión y a los videojuegos. 
“Malos hábitos adquiridos durante la infancia pueden llevar al niño a sufrir consecuencias preocupantes, principalmente para su salud. El riesgo de desarrollar tra
stornos durante la adolescencia es un ejemplo claro de lo que puede suceder si el niño obeso no recibe el tratamiento y la atención adecuada a su alimentación y forma de vida”.

Existen factores biológicos y conductuales que pueden desarrollar la obesidad. Dentro de los primeros encontramos: antecedentes familiares; cuando uno de los padres es obeso, el riesgo de ser obeso en la edad adulta se triplica. Otra causa es la ablactación temprana (antes de los seis meses de edad), cuando se es hijo de madre diabética, al existir un retraso de crecimiento intrauterino. Por otro lado, en el caso de los factores conductuales, podemos ubicar la disminución del tiempo para actividad física, reemplazándolo por el tiempo que se dedica a la televisión, videojuegos y computadora, también cuando el niño tiene horarios de comida no establecidos; con largos periodos de ayuno y/o unión de comidas, al tener hábitos alimentarios inadecuados (dietas altas en lípidos, falta de consumo de fibra, vegetales, etc) y aumento en el consumo de alimentos industrializados.
En conclusión, la obesidad infantil puede evitarse, debemos aprender a tener una alimentación sana, balanceada, comer sólo lo que necesitamos, no excederse, practicar deporte, pensar que nuestra salud es lo más importante que tenemos. 

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