En cualesquiera de las modalidades de educación, el docente
prepara y
diseña los insumos, recursos y estrategias necesarios para
que los
estudiantes logren los aprendizajes esperados. Por eso,
planifica el curso a
partir de las trilladas dimensiones del saber pedagógico,
las cuales se
recuerdan en este texto:
¿Qué se enseña?
¿A quién se enseña?
¿Para qué se enseña?
¿Cómo se enseña?
Estas dimensiones parecieran ser tomadas literalmente por el
docente como
recetarios unilaterales en la construcción de currículos y
microcurrículos
sobre los diversos campos y áreas disciplinares. No
obstante, es explicable
esta fisura en la fundamentación pedagógica de maestros
porque el docente
enseña tal cual le enseñaron, según sostiene el profesor de
la Universidad
de Antioquia y asesor académico Rafael Flórez Ochoa. Esta
consideración
coincide con la expuesta por Mario Briones (4), cuando
afirma que un
axioma, relacionado con la elevación del nivel profesional
del profesor
universitario, dice que el docente enseña lo que sabe.
En concreto, el problema radica en la forma de preparación
de maestros y
profesores, pues con frecuencia no se les consulta dónde
necesitan ayuda
sino que simplemente se les invita a devorar extensos
tratados de
pedagogía y talleres prefabricados (“Cómo aprende la
gente…”: on line).
Sin embargo, este docente se ha preguntado alguna vez ¿cómo
quieren
aprender sus estudiantes? En su competencia docente esta
inquietud
debería ser el marco con el que diseña un currículo y curso,
si se tuviese en
cuenta el contexto social, cultura, político, religioso; así
como la visión del
mundo y los intereses, ritmos y formas particulares de
aprendizajes de los
estudiantes. Sobre este particular, con razón Tobón Franco
considera que:
―Tener en cuenta las situaciones previas ha permitido
conocer los
ritmos y estilos, que varían de una persona a otra. Ha
traído como
consecuencia la adecuación de nuestros métodos a esas
diferencias
y el reconocimiento de la evolución de cada estudiante así
como de
los ajustes que es necesario plantear durante el proceso,
mediante
evaluaciones de diagnóstico y formación.‖ (Tobón Franco:
80).
Y es por esta razón que hay que tomar en cuenta las inquietudes de nuestros alumnos, sus necesidades, lo que realmente requieren para que nosotros como docentes busquemos técnicas que nos permitan mejorar los que no nos esta funcionando.
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