REFLEXIÓN ENVIADA POR: SILVIA DE LOS SANTOS E.
DEJA SECAR LA IRA
Mariana
estaba muy feliz por haber ganado un regalo, un juego de té de color azul.
Al
día siguiente, Julia, su amiguita, vino bien temprano a invitarla a jugar.
Mariana no podía pues saldría con su madre aquella mañana.
Julia
entonces pidió a Mariana que le prestara su juego de té para que ella pudiera
jugar sola en el jardín del edificio en que vivían.
Ella
no quería prestar su flamante regalo pero ante la insistencia de la amiga
cedió, haciendo hincapié en que tuviera cuidado con aquel juguete tan especial.
Al
volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado en el
suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota.
Llorando
y muy molesta Mariana se desahogó con su mamá
-
¿ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó
todo y lo dejó tirado en el suelo".
Totalmente
descontrolada Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero
su madre cariñosamente le dijo:
-
Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo
blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa
querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó. ¿Recuerdas
lo que dijo tu abuela?
-
Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más
fácil quitar la mancha.
-
Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es
mucho más fácil resolver todo.
Mariana
no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a
ver la televisión.
Un
rato después sonó el timbre de la puerta...Era Julia, con una caja en las manos
y sin más preámbulo ella dijo:
-
Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos
molesta? Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu
juego de té pero él se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado.
Cuando
le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti.
¡Espero que no estés enojada conmigo. No fue mi culpa!
-
¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya se secó! Y dando un fuerte abrazo a
su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia
del vestido nuevo ensuciado de lodo.
Nunca
reacciones mientras sientas ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas
como ellas realmente son. Así evitarás cometer injusticias y ganarás el respeto
de los demás por tu posición ponderada y correcta delante de una situación
difícil.
Acuérdate
siempre: ¡Deja la ira secar !
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