Motiva a
sus alumnos. No hay
fórmulas mágicas para la motivación, aunque hacer ver a sus alumnos para qué
les puede interesar la asignatura o para qué se aplica en la vida real ayuda.
Ya sé que esto es difícil, pero si el profesor que todos los días está con sus
alumnos, que sabe qué nivel educativo tienen, que sabe la carrera o el interés
por seguir estudiando que tienen sus alumnos y que conoce la materia que
enseña, no sabe motivarles ya me dirán ustedes quién es capaz de hacerlo; es
decir, el profesor es la persona que está más capacitada para motivar a sus
alumnos; así pues motíveles.
Hace que
entiendan el concepto no que lo aprendan. Según
todos los manuales de pedagogía y técnicas de estudio lo primero que se
recomienda a un alumno es a entender el concepto; pues si eso es el primer paso
déselo hecho. El material de apoyo, las nuevas tecnologías y el conocimiento de
nuestros propios alumnos nos facilitarán esta labor. No se empeñe que aprendan
en 50 minutos de clase lo que a usted le ha costado varios días, experiencia y
reflexión.
Da las
pautas para que aprendan el concepto. Esto es lo que un buen
profesor sabe hacer. Las metodologías educativas, paradigmas de aprendizaje, su
propio “librillo” y el conocimiento de sus alumnos son las claves para dar esas
pautas. La innovación educativa ayuda a personalizar cada vez más esas pautas
incluso a establecer pautas distintas para distintos alumnos en su misma clase.
Enseña a
aplicar el concepto. En
algunos contextos a esto se le llama formar en habilidades y capacidades; en
otros, aprendizaje significativo; pero en muchos casos, basta con buscar
problemas, prácticas y ejemplos cercanos al alumno.
Como toda prueba del algodón es fácil de hacer e inmediata es la
comprobación del resultado, pero si el algodón está manchado ¿Cómo quitar las
manchas?
Pues eso es lo que saben hacer los buenos profesores ¡que no
quede mancha!
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