La vida es un libro abierto a tu lectura

viernes, 26 de octubre de 2012

  • 1. APRENDER ES DIVERTIDO Actividades para promover la expresión, lectura, escritura y pensamiento de un modo gozoso. Por: Antonio Pérez Esclarín
  • 2. Aprender es divertido PRESENTACION Había un leñador que se afanaba sin descanso por cortar un árbol grueso. Tenía el hacha mellada y, a pesar de su esfuerzo y de que prácticamente no paraba ni un segundo, su trabajo no avanzaba. Pasó por allí un campesino y le dijo: -Tu hacha está mellada, ¿por qué no la afilas? El leñador le miró sólo un momento con su rostro agotado y le dijo: -No tengo tiempo para eso, tengo que cortar todos esos árboles y no puedo perder ni un minuto. Conozco educadores que dicen que ellos no tienen tiempo para enseñar a leer a sus alumnos, que deben pasar la materia, cumplir los objetivos. Son como el leñador del hacha mellada. ¿Acaso es posible avanzar en un aprendizaje significativo y autónomo sin saber leer? Hoy todo el mundo parece estar de acuerdo en que, entre los problemas más graves en la actual crisis educativa, está el muy pobre dominio de la lengua materna. Después de una escolaridad cada vez más larga, es reducidísimo el número de alumnos formados, o al menos iniciados, para llevar a cabo una lectura crítica e inteligente, activa y placentera. Liceos y universidades se quejan de que cada día reciben más alumnos que no saben leer ni escribir, y todos conocemos egresados universitarios con gravísimos errores ortográficos e incapaces de expresarse, tanto en forma oral como en forma escrita, con la debida corrección. Pero no basta con reconocer el problema o vocear la importancia de la lectura y escritura si seguimos haciendo las cosas del mismo modo. Es urgente que tomemos las medidas adecuadas para enfrentar el problema y que las escuelas se dediquen fundamentalmente a enseñar a leer, escribir, calcular y pensar, cimientos de todo posible aprendizaje. Educar no es transmitir paquetes de conocimientos que los alumnos deben memorizar y repetir para pasar exámenes, sino que es, fundamentalmente, enseñar a aprender, de modo que el educando vaya adquiriendo la capacidad de acceder a un pensamiento cada vez más autónomo e independiente, que le permitirá seguir aprendiendo siempre. Esto supone el desarrollo de las destrezas básicas, en especial, la expresión oral, la lectura, la escritura y el cálculo. De ahí que la enseñanza de dichas destrezas no puede ser un objetivo exclusivo de los primeros grados, sino que tiene que ser el objetivo fundamental de toda la educación básica. Si la escuela enseñara realmente a leer bien y desarrollara en los alumnos una verdadera afición por la lectura, cada vez más compleja y personal, habría logrado lo esencial. Si de nuestras aulas salieran alumnos lectores, a los que les gustara leer, que necesitaran leer, les 2
  • 3. Aprender es divertido estaríamos abriendo la puerta a la sabiduría. De ahí que el reto de la escuela no es meramente alfabetizar a los alumnos, sino convertir la población en lectora. Esto no será posible si los docentes no son lectores, si no sienten la necesidad y el placer de leer y de hacer de la lectura un instrumento de uso diario. Afortunadamente, cada día estamos entendiendo mejor en qué consiste la lectura. Hasta hace unos años se pensaba que la lectura era una forma de recibir la información que el autor quería transmitir. El lector era un mero recipiente donde al autor vertía sus ideas. Hoy sabemos que toda lectura es un diálogo entre el texto y el contexto del lector, que el significado no se descubre, sino que se construye. Encontrar significado, interpretarlo, significa que el lector interactúa con el texto dentro de un contexto y construye un determinado significado que depende tanto de las características del texto como de las características del lector, de su experiencia y vivencia previas. Ningún texto habla definitivamente por sí mismo, pues toda lectura es interpretación del texto desde la realidad en que uno vive, y por ello, son posibles múltiples lecturas de un mismo texto. De ahí que, como plantea Isabel Solé (Estrategias del comprensión lectora, Lectura y Vida, Año 17, Diciembre 1996), leer es imposible sin la implicación activa del lector que va comprendiendo en cuanto es capaz de establecer relaciones significativas entre lo que ya sabe, ha vivido o experimentado, y lo que el texto le aporta. Si comprende lo escrito es porque puede ir relacionándolo con cosas que ya conocía e ir integrando la información nueva a sus esquemas previos. Si la lectura es interpretación, y la interpretación es construcción de significados, leer es un acto de pensamiento. Todos caemos en la cuenta cuando un alumno lee sin comprender, y cuando lo hace con sentido, porque leer es precisamente dar sentido, construir el significado de lo que se lee a partir de lo que ya se sabe. De ahí que la lectura es uno de los medios más efectivos para enseñar a pensar. La mente, a partir de los conocimientos previos va formulando una serie de hipótesis que le permitan construir sentido y significado a lo que va leyendo. Por ello, si un alumno sólo es capaz de repetir textualmente lo leído, posiblemente no lo ha comprendido bien, porque ha sido incapaz de crear nuevos conocimientos a partir del texto y de sus conocimientos previos. De ahí el gravísimo error, tan frecuente en las evaluaciones, de confundir memorización con comprensión, precisamente cuando la memorización es la salida que encuentra el que no comprende. No es fácil llegar a ser un buen lector Desde el momento en que el niño empieza a leer hasta el tiempo en que domina la lectura y encuentra en ella un placer y una necesidad, hay un largo proceso que la escuela debe alimentar y guiar pero que, desgraciadamente, no siempre lo hace o lo hace bien. El niño que percibe el aprendizaje de la lectura como un proceso largo, difícil, penoso, punitivo, lleno de dificultades y de una sucesiva aplicación de métodos de reeducación, no sentirá placer ni se acercará en forma 3
  • 4. Aprender es divertido espontánea a la lectura y escritura. Porque el gusto por la lectura no se desarrolla bajo presión ni como obligación, ni con libros y textos aburridos o sin sentido, cuya única utilidad es enseñar a leer: “Pilo pule la pala”, “mamá amasa la masa en la mesa”. De ahí la necesidad de la ejercitación contínua de la lectura pues, cuanto más se lee, mejor se lee. Para ello, será necesario proporcionarles a los alumnos abundantes materiales de lectura, bonitos, adaptados a las necesidades y gustos de los alumnos y de una gran variedad: cuentos, poemas, diccionarios, enciclopedias, libros de consulta, periódicos, revistas, catálogos, cancioneros, mapas, guías de teléfonos, textos escritos por los propios niños, libros de adivinanzas, chistes, refranes... Cada escuela y, a poder ser cada aula, debe tener un tiempo y un lugar especialmente acondicionado, que invite a leer, de modo que los alumnos conciban la lectura no como un fastidio o un castigo, sino como premio. Y no olvidemos nunca que no es fácil llegar a ser un buen lector y que uno siempre tiene las posibilidades de hacerse un lector cada vez más independiente y personal. Lector de textos y del contexto, capaz de escuchar e interpretar los gritos desgarradores de la realidad. Pasar de lector pasivo o consumidor de textos a lector crítico de ellos y de las intenciones de sus autores. Lector de los nuevos códigos de comunicación e información, de los lenguajes audiovisuales, para procesar, utilizar y desmitificar las múltiples informaciones que nos lanzan, el sentido y sinsentido de tantas propuestas educativas, políticas, económicas y sociales. En palabras de Daniel Goldin, “el buen lector es un proyecto que todo amante de la lectura aspira cumplir. No es fácil enfrentar la ardua tarea de llegar a la buena lectura cuando no hemos aprendido vivencialmente por qué es importante la lectura en nuestra vida. Pero tampoco podremos comprender por qué es importante si antes no sentimos con claridad que los otros tienen importancia en nuestra vida, aunque hagan nuestra existencia más difícil y compleja” (Aprender a leer hoy, Espacios para la lectura, N. 3,1, 1998). El dominio de la escritura Si es difícil llegar a ser un buen lector, más difícil resulta todavía llegar a ser un buen escritor. No olvidemos nunca que el dominio de la escritura exige una práctica continua y constante. Si es evidente que sólo se logra el dominio de la lectura ejercitándola contínuamente, esto es más evidente todavía con la escritura. Para dominar la escritura hay que leer y escribir mucho, hay que entender prácticamente que la escritura es un medio para comunicar a otros las propias vivencias, los sueños, las ideas, los miedos, ilusiones. Por ello, el niño sólo se lanzará a escribir libremente si siente que tiene algo que decir y lo que dice o cuenta es valorado por los demás. De ahí la importancia de crear en el salón un ambiente motivador, donde los alumnos se sienten libres y deseosos de expresar sus sentimientos, ideas y vivencias tanto oralmente como por escrito. 4
  • 5. Aprender es divertido Si la escritura es un medio de comunicación y creación, lo es también para aprender a pensar. La escritura implica un proceso de reflexión y comunicación, obliga a meditar sobre el propio pensamiento. Uno no termina de comprender una idea hasta que la escribe: “Si quieres saber lo que piensas, escríbelo”. Detrás de muchas resistencias a escribir, se ocultan las resistencias a pensar, y es triste constatar cómo la escuela ha descuidado la ejercitación continua de la escritura personal y creativa. Escribir es comunicarse, derramarse en los demás para desatar procesos de creación, de ilusión, de esperanza. Uno escribe, pero el texto se realiza en el lector. Las palabras viajan dentro de él, le pertenecen. De ahí que leer y escribir necesitan de un silencio y una escucha previos y de mucha reflexión. Sólo quien es capaz de escucharse, de escuchar el silencio, podrá decir y escribir palabras verdaderas. La voz del silencio se hace educativamente necesaria en un mundo aturdido por tanto ruido banal para avanzar hacia un diálogo profundo y humanizador. Leer y escribir es divertido Ana y Juan Luis son dos alumnos de tercer grado que están ayudando a su maestra a ordenar la biblioteca. Ana agarra un “libro de lectura” y dice: -¡Qué aburrido es este libro! -Claro, boba –le comenta Juan Luis-, ¿no ves que es para aprender a leer? Nuestra última insistencia se dirige a invitar a los maestros a comprometerse con una escuela de la expresión, que responda a las inquietudes de los niños, a su necesidad de jugar, de inventar, de crear,. de modo que sepultemos para siempre la escuela del silencio, de la repetición rutinaria , del texto aburrido y sin sentido. Todos somos creativos si nos lo proponemos. La tarea de hombres y mujeres es crearse a sí mismos, realizarse. De ahí la importancia de adueñarnos de la palabra para ser capaces de expresar nuestras experiencias y necesidades, para descubrir y comprender el mundo que nos rodea y así poderlo recrear. Para alimentar la creatividad debemos llenar de vida, de sueños y fantasías, los salones.., y proponer actividades que despierten el pensamiento, la imaginación, la curiosidad... Con esta intención les ofrecemos Aprender es divertido, en el que hemos agrupado una serie de juegos y sugerencias pedagógicas que nos asoman a las inmensas posiblidades que nos brinda el lenguaje. Las palabras son como seres vivos. Con ellas podemos acariciar, animar, fantasear, crear... El maestro creativo verá cómo las va dosificando, cómo a partir de estas, crea e introduce otras, teniendo bien claro que lo importante es que los niños piensen, disfruten, creen, aprendan a escuchar, hablar, leer y escribir de un modo cada vez más autónomo y personal. Si bien la mayoría de las actividades están estructuradas como juegos, proponemos que se evite con ellos la excesiva competitividad y el individualismo. Se 5
  • 6. Aprender es divertido trata de aprender, más que de ganar. Aprendamos a compartir, más que a competir. Por ello, sugerimos que, siempre que sea posible, se jueguen por equipos o al menos por parejas, buscando que el propio juego sea una expresión de los valores que buscamos. Es lo que nos recuerda el bello poema de Lito Nebia: El juego Si el juego es una carrera Y sólo gana el que llega Yo así no juego más. Si el juego es una pelea Y sólo gana el que pega Yo así no juego más. Si estoy jugando contigo Y por ganar te lastimo Yo así no juego más. Si por ganar no me importa Que vos te quedes sin torta Yo así no juego más. Yo sólo quiero jugar Porque es la forma mejor De dejar pasar el sol. No me quieran enseñar Cómo se debe jugar Que el juego lo inventé yo.

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