“Término
empleado por la sociolinguística para referirse a los conocimientos y aptitudes
necesarios para que un individuo pueda utilizar todos los sistemas de signos de
su comunidad sociocultural. Se trata del conocimiento de las reglas
psicológicas, cuilturales, sociales y linguísticas que rigen en su cultura.
Incluye la competencia lingüística en cuanto ésta es el conocimiento del léxico
y de las reglas combinatorias de una lengua, pero va más allá de ella en cuanto
es el conocimiento del uso apropiado del lenguaje en distintas circunstancias.
Incluye la competencia textual y la competencia discursiva, pero va más allá de
ellas porque la comunicación incluye el conocimiento acerca de las estructuras
textuales y de la selección del discurso apropiado para la situación
comunicativa”.
Es evidente entonces que de lo que se trata es de formar
hombres competentes para el desempeño de su vida personal, profesional y
social. Parafraseando a J. Taylor, (1982) el talento comunicativo requiere de
un determinado nivel de desarrollo de la inteligencia para saber, saber hacer y
saber actuar, que no es bajo, ni necesariamente excepcional.
En la actualidad la Competencia Comunicativa forma parte
de las competencias profesionales.
En la comunidad científica se habla de competencia
didáctica (Parra Vigo, I. 2002); competencia investigativa (Fuentes, H. 2001);
competencia discursiva (Morgunova, E. 2002); competencia literaria (Cruzata
Martínez, A. 1999); competencia lingüística (Chomsky, N. 1969) y por supuesto,
la competencia comunicativa Fernández González, A.M. 1996) y otros. Unido al
tradicional enfoque comunicativo de la lengua materna y extranjera.
El término competencia comunicativa se incorpora al
pensamiento científicamente estructurado en la década de los sesenta del siglo
XX signado por la autoría lingüística y asociado a su progenitor, el
norteamericano Noam Chomsky, pugnando por ganarse el derecho a ser
redimensionado, adquiriendo nuevos rasgos y comprensiones a lo largo de su
corta, pero útil, existencia. Un breve recorrido secuencial sirve para ilustrar
tal afirmación.
Como se comprende, ningún acto de comunicación sucede en
el vacío, dos personas que se comunican pueden actuar significativamente tan
sólo si poseen una competencia comunicativa suficientemente homogénea, que no
quiere decir simplemente uniformidad de códigos (aspecto formal) sino
convergencia de disposiciones pragmáticas y por consiguiente socioculturales,
cognitivas y dinámico - afectivas (Titone, R., 1986).
El acto comunicativo no se entiende como algo estático,
ni como un proceso lineal, sino como un proceso cooperativo de interpretación
de intenciones. No se limita a la expresión oral, de manera simultánea se puede
dar en diferentes modalidades (escuchar, hablar, leer y escribir), por esto
requiere la capacidad de codificar y decodificar mensajes atendiendo a las
finalidades de la comunicación.
N. Chomsky, en su gramática generativa transformacional,
recupera una posición naturalista del lenguaje. Parte del supuesto de que
existe un mecanismo propio del hombre que posibilita su desarrollo, explica
además los universales lingüísticos y sus procesos subyacentes. Hace la
distinción entre competencia lingüística y actuación o desempeño.
Este enfoque estructuralista logró grandes avances
dándole cierta autonomía a la lingüística pero a la vez cayó en un
reduccionismo al no interesarse más que por el funcionamiento de la lengua como
entidad abstracta, dejando de lado el desempeño y el uso individual del
lenguaje.
Por su parte Saussure hace los siguientes planteamientos:
·
Toma el
concepto de signo verbal como un compuesto del significante perceptible y del
significado inteligible, relacionados por un nexo arbitrario y sobre el cual
reposa todo el sistema del lenguaje.
·
La
dualidad interna que se da entre lengua y habla.
·
La
uniformidad del código como sistema común compartido por todos los miembros de
una comunidad verbal dada.
·
La
dualidad sincronía - diacronía.
En este sentido, E. Morgunova (2002) advierte que esta
visión de la estructura del espacio semiótico ha sido esbozada desde posiciones
sincrónicas. Su devenir diacrónico, que se manifiesta en la dialéctica y la
interacción de los códigos y mensajes, provoca la influencia e impacto de los
mensajes en los códigos. Los mensajes altamente informativos, que se desbordan
en correlación al código, retroalimentan a este o lo ponen en crisis, factor
que impulsa la reestructuración del código.
El lenguaje desde este punto de vista es siempre objeto
doble, formado por dos partes, cada una de las cuales no vale sino por la otra
(dualidad del lenguaje).
Con estas formulaciones Saussure, Chomsky, así como U.Eco
en la década de los noventa, citado por E. Morgunova han dejado una huella muy
fuerte en las investigaciones que se realizan sobre el lenguaje.
Cuando Saussure plantea la dualidad de la lengua y el
habla, con la primera se refiere al lado semántico social y del código, con la
segunda se refiere al lado individual concreto y real del uso del lenguaje,
dándole prioridad a la lengua como propiamente el objeto de la lingüística.
Por su parte Chomsky hace la distinción entre competencia
lingüística y actuación o desempeño. En el primer caso se refiere al
conocimiento que tiene el sujeto del sistema de reglas de la lengua y en el
segundo caso a la utilización que hace el sujeto de ese sistema de reglas en su
vida diaria.
Al igual que
Saussure opina que el interés del lingüista es la competencia, la cual se
refiere a un terreno puramente lingüístico, no se centra sobre el sujeto, sino
sobre la descripción del sistema de normas de la lengua por lo cual no le
interesa el uso cotidiano del lenguaje, pero si la capacidad subyacente que
hace posible que la gente formule juicios de gramaticalidad en situaciones
ideales.
La perspectiva del proceso comunicativo que subyace en
los espacios vagos, imprecisos puede recorrer caminos diferentes; la primera
posibilidad descrita en la semiótica de U. Eco (1992), es la acción de
enriquecer los códigos. La dialéctica que se descubre sentencia E. Morgunova en
este caso se desplaza del código inexistente o el código desconocido hasta el
código potencial.
La otra posibilidad real que no descarta el semiótico
italiano, presupone el proceso de interpretación basado en supuestos
personales, lo que constituye una codificación vaga o hipocodificación
(aproximada). U. Eco argumenta que precisamente estos casos constituyen la
posibilidad cuando la lectura se aleja de los códigos previstos por el emisor.
La competencia lingüística sólo se queda en la habilidad
del hablante - oyente para manejar con fluidez todas las reglas de su lengua
sobre la base de modelos de sujetos y comunidades ideales que generan frases
exclusivamente gramaticales, esto es una limitante para analizar al lenguaje en
su actividad comunicativa cotidiana, en su uso real dentro de un contexto
determinado y más que esto, ver cómo el individuo le da a su habla una manera
muy particular, cómo es capaz de hacer uso de él de una manera creativa e
ingeniosa adaptándolo a diferentes contextos según lo requiera el caso.
Por lo anterior, el enfoque comunicativo, según el profesor
Antonio Castillo Mercado, centra su interés en el desarrollo de la competencia
comunicativa, entendida como la capacidad de comprender un amplio y rico
repertorio lingüístico dentro de la actividad comunicativa en un contexto
determinado. Implica el conocimiento del sistema lingüístico y de los códigos
no verbales y de sus condiciones de uso en función de contextos y situaciones
de comunicación. La capacidad de comprender y manejar un amplio y rico
repertorio lingüístico dentro de la actividad comunicativa en un contexto
determinado.
Esta comprensión se corresponde con las ideas de J.
Habermas que considera que la competencia comunicativa, en esencia, consiste en
establecer un diálogo con los contextos y, consiguientemente, las competencias
comunicativas básicas constituyen desarrollos mínimos en las acciones de
interpretar, argumentar y proponer frente a los acontecimientos, lo que pudiera
apoyarse, de no ser porque para este autor el conocimiento no parte del objeto
si no del sujeto que lo construye a partir de su actividad mental, para luego
relacionarse con el objeto que queda así previamente explicado; es decir, se
invierte el verdadero camino del conocimiento.
La competencia comunicativa incluye los procesos
lingüísticos, psicolingüísticos y sociolingüísticos, por esta razón, trasciende
el sentido propio del conocimiento del código lingüístico, para entenderse como
una capacidad de saber qué decir a quién, cuándo, cómo decirlo y cuándo callar
que implica aceptar que la competencia comunicativa no es reductible al aspecto
lingüístico, que tienen que considerarse, además, los aspectos sociológicos y
psicológicos implicados.
En la década de los ochenta el enfoque por competencias
hace su entrada en el ámbito escolar en estrecha relación con la concepción de
la educación para el trabajo que sostiene que el fin supremo de la labor
educativa es educar al hombre para el trabajo y es asumido, con resultados
interesantes, por países desarrollados tales como Australia, España, Canadá,
Estados Unidos y Reino Unido.
Este hecho, condicionado por un complejo conjunto de
factores que no entraremos a analizar en este trabajo, determinó el uso
generalizado del término competencia, en general, y competencia comunicativa,
en particular, los cuales fueron, en ocasiones, traspolados de forma acrítica;
cuestión que ha generado no pocas y lamentables confusiones que se han
constituido en freno de la misma educación.
No obstante, más allá de tales perjuicios, es común el
uso de los términos de referencia en los círculos académicos y científicos de
nuestro país y de Iberoamérica, entendidos como habilidad o capacidad. Sin
embargo, comienzan a tomar fuerza las posiciones que sostienen la necesidad de
redimensionar el concepto. En este sentido, Ana María Fernández González sostiene:
"La Competencia Comunicativa es a nuestro juicio, un
fenómeno que va más allá de la eficacia de nuestros conocimientos, hábitos y
habilidades que intervienen en la actuación personal en situaciones de
comunicación. Por tanto, trabajar por la Competencia Comunicativa significa
abordar elementos de las dos esferas básicas de la personalidad, tanto la
motivacional-afectiva como la cognitiva-instrumental".
Hablar de una Competencia Comunicativa según esta autora
cubana es tener una orientación psicológica favorable a la relación humana y el
dominio de un saber científico, de habilidades, procedimientos y técnicas que
facilitan la eficiencia en el proceso de comunicación interpersonal.
Isel B.. Parra Vigo en su tesis nos presenta definiciones
que avalan nuestra apreciación acerca de los cambios que se vienen operando en
los enfoques con que se accesa al dominio de las competencias y que marcan el
fin del monopolio de la Lingüística en este terreno.
"La competencia es una configuración psicológica que
integra componentes cognoscitivos, metacognitivos, motivacionales y cualidades
de la personalidad en estrecha unidad funcional que permite la autorregulación
del desempeño real y eficiente del individuo en una esfera especial de la
actividad en correspondencia con el modelo de desempeño deseable, socialmente
construido en un contexto histórico concreto"
Como se comprende, la definición anterior está permeada
por una comprensión donde prima la psicologización del enfoque lo que, a
nuestro juicio, se corresponde con la esencia indiscutiblemente psicológica de
las competencias, cuya existencia en el plano subjetivo nadie niega, pero no se
trata de cambiar la mirada para poner en primer plano uno u otro aspecto del
contenido del concepto con lo que continuaríamos moviéndonos en la misma
posición reduccionista que se le critica a la Lingüística.
Llama la atención que el abismo existente entre las
habilidades comunicativas, los estilos de comunicación y la propia competencia
comunicativa, a juzgar por lo que se escribe y publica, no parece encontrar el
espacio que necesita en la labor investigativa de la comunidad científica, a
pesar de que es evidente la relación entre ellos.
Desde nuestra percepción el trío integrado por las
habilidades comunicativas, los estilos de comunicación y la competencia
comunicativa precisa ser tratado en la íntima e indisoluble relación que los
une y les da sentido y complementación, que les proporciona la coherencia y
armonía que se expresan en la calidad de la planificación, la ejecución y los
resultados del acto comunicativo. Parece razonable afirmar que es improbable
lograr una verdadera competencia comunicativa al margen del desarrollo de las
habilidades comunicativas y el empleo de un apropiado estilo de comunicación.
La competencia comunicativa representa una síntesis singular de habilidades y
estilos que se emplean acertadamente por el sujeto en consonancia con las
características y exigencias de los participantes y contextos donde tiene lugar
la comunicación.
Pero nuestra posición en este sentido implica el análisis
de la competencia comunicativa no ya como una disposición, habilidad o
capacidad como suele ser identificada, sino como un estado de preparación
general del sujeto que le garantiza la exitosa planificación, ejecución y
evaluación de la comunicación en consonancia con las características y
exigencias de los contextos y los participantes.
Entender la Competencia Comunicativa como un estado de
preparación general del sujeto implica asumirla como un proceso susceptible de ser
moldeado, formado y desarrollado a partir de la intervención pedagógica
pertinente que se expresa en diferentes niveles; presupone concordar con la
idea de que la preparación general hace alusión tanto a la teórica, como a la
afectiva y a la práctica; es decir, incluye la preparación psicológica,
linguística y la social cultural: Por ello cuando afirmamos que estamos
considerando un estado de preparación general nos referimos tanto a la posesión
de los recursos y conocimientos que son necesarios, como a la disposición para
realizar eficientemente la comunicación.
Visto en el plano educativo y en consecuencia con estas
ideas, definimos la Competencia Comunicativa Profesional Pedagógica como un
Estado de preparación general del maestro o profesor que garantiza el
desarrollo exitoso de las tareas y funciones de la profesión en correspondencia
con las exigencias de los participantes y de los contextos de actuación.
La dimensión teórica dada por el dominio de un saber
científico, como lo define A.M. Fernández González, se traduce en expresar y/o
defender con argumentos sólidos y lógicos la posición teórica asumida desde la
práctica.
Conocimiento sobre el objeto de estudio, el aparato
categorial, el sistema de métodos, la relación con otras ciencias, así como de
las teorías, leyes, conceptos, postulados, principios y regularidades de la
ciencia afín y de la teoría de la comunicación.
Uso conveniente del método científico de la ciencia y de
su sistema de principios como base metodológica general y vía de acceso al
conocimiento científico derivado de la ciencia, la docencia y la investigación.
Capacidad para procesar la información científica
derivada del estudio de la literatura científica, artículos científicos e
investigaciones científicas, impresas y/o en soporte electrónico, con ayuda de
las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC).
Capacidad para planificar, organizar y ejecutar el acto
comunicativo con arreglo a las exigencias de la teoría de la comunicación.
La dimensión afectiva dada en promover un clima de
confianza, seguridad y respeto a los criterios ajenos y divergentes sobre la
base de un estilo de comunicación asertiva.
Disposición para expresar y/o defender un resultado
científico ante una comunidad científica determinada, con el hallazgo de un
conocimiento científico; sea este para describir, explicar o predecir y
transformar la realidad.
Atención de forma integral a la personalidad (agentes de
la educación) en las áreas físicas, emotivas, afectivas, intelectuales,
espirituales y sociales sobre la base de la diversidad de necesidades y/o
potencialidades comunicativas.
Participación de forma discreta, motivante, indirecta y
atenta; evitando que los mejores acaparen los distintos escenarios de
actuación, estimulando a los tímidos y más lentos a implicarse y a los más
aventajados a mostrar su lógica de pensamiento.
Promoción de un amplio abanico de aprendizajes de
relaciones cooperativas sobre la base de la comprensión mutua y el respeto a la
personalidad (agentes de la educación), proyectando estrategias conjuntas para
superar las insuficiencias, sin violar el espacio comunicativo del otro u
otros.
La dimensión práctica dada por la expresión de ideas,
criterios y razonamientos en que se combina adecuadamente los recursos expresivos
del lenguaje oral, escrito y gráfico, con ayuda de las NTIC.
Escucha atentamente y respeta los criterios ajenos y
divergentes, analiza, valora y reflexiona junto a ellos, convenciendo con
argumentos sólidos siempre que aparezca o no el error.
Calidad del vocabulario expresada en una gran fluidez,
riqueza léxica y empleo correcto de las palabras.
Claridad de las ideas expresada en una comunicación del
mensaje con lógica, coherencia y el empleo correcto de la lengua.
Capacidad de síntesis expresada en el empleo correcto de
las ideas centrales en el texto oral o escrito, con la ayuda de las principales
ideas para su sustento.
Comprensión expresada en la capacidad para reproducir o
traducir, interpretar y aplicar nuevos elementos al mensaje con creatividad.
Combina armónica y coherentemente el mensaje verbal y
extraverbal durante el proceso de comunicación de las ideas, criterios y
razonamientos; traducido de forma concisa, clara, precisa, fluida, lógica y
sintética.
De esta forma estamos enfatizando la idea de que la
Competencia Comunicativa Profesional Pedagógica tiene que ser ponderada en un
contexto determinado, pero siempre expresando la inserción del docente en el
sistema de relaciones sociales dado que, con sus especificidades, condiciona
todo el accionar comunicativo y existencial.
Tomando como punto de partida la definición adoptada,
pretendemos aportar:
Un procedimiento para caracterizar el nivel de
Competencia Comunicativa Profesional Pedagógica que exhiben los docentes en
ejercicio;
Elaborar un modelo funcional de la Competencia
Comunicativa Profesional Pedagógica;Diseñar y poner en práctica un sistema de
acciones encaminadas a garantizar la formación de la Competencia Comunicativa
Profesional Pedagógica al nivel requerido.
En los enfoques propios del funcionalismo lingüístico, se
denomina competencia comunicativa a la capacidad de hacer bien el proceso de
comunicacion, usando los colores adecuados para entender, elaborar e
interpretar los diversos eventos comunicativos, teniendo en cuenta no sólo su
significado explícito o literal, lo que se dice, sino también las
implicaciones, el sentido explícito o intencional, lo que el emisor quiere
decir o lo que el destinatario quiere entender.
El término se refiere a las reglas sociales, culturales y
psicológicas que determinan el uso particular del lenguaje en un momento dado.
La expresión se creó para oponerla a la noción de
competencia lingüística, propia de la gramática generativa. Según el enfoque
funcional, esta no basta para poder emitir un mensaje de forma adecuada.
La competencia comunicativa es la habilidad del que
utiliza la lengua para negociar, intercambiar e interpretar significados con un
modo de actuación adecuado
Estos pueden ser:
El simposio es una actividad en la cual un grupo selecto
de personas expertas en determinadas ramas del saber, exponen diversos aspectos
o problematicas sobre un tema central, ante un auditorio durante un tiempo
determinado.
Los ponentes son las personas que se encargan de exponer
sus conocimientos en un simposio. Generalmente se trata de un grupo pequeño de
expertos o académicos con diferentes puntos de vista y conocimientos
particulares. Los ponentes no entran en polémica, sino que participan con el
fin de aportar sus conocimientos acerca del tema que se trata
El Simposio es una reunión de expertos en la que se
expone y desarrolla un tema en forma completa y detallada, enfocándolo desde
diversos ángulos a través de intervenciones individuales, breves, sintéticas y
de sucesión continuada. Los especialistas exponen durante 15 a 20 minutos y un
coordinador resume las ideas principales. El auditorio formula preguntas y
dudas que los expertos aclaran y responden. Puede ser confundido con una mesa
redonda, la diferencia está en que, en el simposio, los especialistas exponen
ideas apoyadas en datos empíricos generados por investigaciones. Una mesa
redonda sólo es un debate sin mayor apoyo empírico.
Que hay Artemio!! Disfrute tu información y estoy de acuerdo ya que se necesita de la competencia comunicativa, para saber hablar en el momento y lugar preciso al resolver algún problema de la manera más eficiente o simplemente para ponerse de acuerdo al tomar alguna decisión y exponer nuestro punto de vista; de igual manera en nuestras relaciones sociales, en la escuela, con los amigos, con la pareja, en fin, toda relación social se basa en la comunicación y por lo tanto requiere que seamos competentes al momento de expresarnos y comunicar.
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