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martes, 16 de octubre de 2012




EL DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX



El presente trabajo pretende mostrar una síntesis de lo que corresponde al desarrollo educativo en el siglo XIX, periodo clave en la educación en México, ya que es donde se comienza a modernizar las ideas referentes a las instituciones escolares, cuyos objetivos era la educación de las masas, difundir la educación pública elemental. El país ya consolidado como independiente, busca en este periodo un mecanismo que le dé fortaleza a la nación, que la edifique como un espacio en el que se comparten normas, tradiciones, costumbres, hábitos e historia, y es a través de la educación formalizada que se logra. 

Sin embargo como nuevo país hay desequilibrios, y en torno al tema educativo también lo hay, tantas innovaciones e ideas extranjeras aunadas a las necesidades de la nación, van conformando poco a poco el Sistema Educativo Mexicano. Es importante resaltar, como lo veremos en alguno de los apartados, que es en la época del Porfiriato donde se alcanza un nivel máximo

en materia educativa, ya que la educación abarca desde los párvulos hasta establecimientos de nivel superior.

Para lograr tal análisis, este trabajo se organiza en dos apartados. El primero muestra los fundamentos ideológicos que influyeron en este periodo. Y en el segundo sobre las prácticas escolares y condiciones de trabajo docente y el comparativo con las que se conocen en la actualidad.
Fundamentos ideológicos que influyeron en la educación del siglo XIX

Los principios filosóficos educativos de esta época daban continuidad a lo que se buscaba antes de la independencia de México, abarcar a la mayor cantidad de población e innovar en las prácticas educativas. Esta últimas introducían valores, sentimientos, costumbres, ideas, comportamientos que perfilaban la identidad del mexicano, a veces de manera impuesta, otras de manera inapropiada y otras más de manera acertada. 

Se cuestionaban los modelos de enseñanza, los contenidos y propósitos de la antigua escuela, es por eso que hubo una gran cantidad de documentos, reglamentos y oficios que pretendían renovar la vida educativa suprimiendo lo que consideraban obsoleto para el nuevo régimen social, político y cultural. Incluso se formaron organismos respaldados por el gobierno, encargados de llevar el control y de homogenizar la educación.

Uno de los hechos más notables de la vida escolar en el siglo XIX fue el proceso de la secularización que sufrió la sociedad mexicana en todos sus niveles. La propagación de la educación laica que debía ser recibida por todos los individuos, impregnó a la sociedad de nuevas ideas y valores, fue positiva la aceptación en la población que esta idea fue perfilando la conformación de la institución educativa mexicana. Sin embargo proliferaban las escuelas particulares en comparación con las gratuitas, y se distinguían en dos tipos: 1) escuelas públicas establecidas en zonas rurales o urbanas, 2) Escuelas particulares, fueran laicas o bien religiosas.

Para el año de 1820 se introduce un nuevo sistema de enseñanza Las escuelas Lancasterianas cuyo método requería de una sala espaciosa capaz de albergar a doscientos o más escolares distribuidos en largas mesas y bancos de diez en diez. Con el profesor se llevaban a cabo ejercicios de lectura y cálculo. En 1882 se plantea la necesidad de un local construido a propósito, independiente de las viviendas o de la casa del maestro como era costumbre, y bien ubicado.

Durante la etapa del Porfiriato se mandó un grupo de maestros a Estados Unidos con el fin de estudiar su sistema educativo con el objetivo de implantar en México mejoras pedagógicas. De ahí se toman las siguientes ideas: el jardín de niños (Kindergarten), evaluar al alumno de manera individual, mensualmente enviar una boleta de calificaciones con numeración del 1 al 10 de las materias cursadas y de la conducta en clase.
Prácticas escolares y condiciones de trabajo docente

En este periodo el libro de texto se convirtió en el instrumento privilegiado para la difusión de una concepción del mundo, además se convirtió en el recurso didáctico fundamental para la práctica de la lectura y escritura. Abundaban prácticas como la lectura en voz alta, en voz baja, lectura colectiva basada en la memorización y también la lectura individual y reflexiva. Las obras que todo plantel educativo debía de conocer eran: El Periquillo Sarniento, La Quijotita y su prima, ambos de Fernández de Lizardi y el Catecismo del Padre Ripalda fueron ejes de a educación literaria, moral y religiosa durante este periodo. 

La enseñanza formal consistía no solo en aprender a leer y escribir, sino también a redactar, las cuatro operaciones básicas de aritmética, con varios recursos como el uso del ábaco, canicas y lentejas; la geometría haciendo figuras de cartón, la geografía hacían visitas a los causes del río, en algunas de ellas se enseñaba la doctrina cristiana y clases de dibujo. El uso de la pluma y el cuaderno era muy meticuloso.

Una de las cuestiones particulares era el orden en las escuelas, era rígido y se mantenía un control de vigilancia exhaustiva. Niños y niñas estudiaban por separado ya que podía ser de influencia nociva. Sin embargo ya se concebía a la escuela como un espacio de socialización que ayudaba a forjar el carácter.

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