La promoción de la lectura:
Un compromiso de todos
Palabras que se convierten en ideas
para hacer volar la imaginación, palabras que conmueven nuestros sentidos y
encienden el deseo de conocer y pensar. Todo esto puede suceder cuando abrimos
un libro.
Abrir un libro y leer es una parte importante de los derechos de cada niño, de
cada joven, de cada ser humano. Es la llave que permite el acceso a la cultura
y la historia común. Por eso debe estar presente como un eje central en todas
las agendas de las políticas y las prácticas de la educación y la cultura.
Las oportunidades con que contamos los seres humanos para aprender a aprender de forma permanente e integral comienzan a reducirse desde muy temprano si no se dispone de los instrumentos adecuados para actualizar esas oportunidades. Se debe comenzar a estimular el crecimiento de las habilidades cognitivas para que las oportunidades iniciales que todos poseemos se desarrollen en el mayor nivel posible, evitando, al mismo tiempo, la aparición de inequidades insalvables en etapas madurativas posteriores.
Despertar el lenguaje y profundizar
los sentidos a través de hábitos de lectura temprana es una herramienta básica
y sólida, una herramienta transversal por la que fluye el resto del
conocimiento y las posibilidades de aprender en forma continua. De esta manera
se puede facilitar la formación de ciudadanos con posibilidad de expresión,
imaginación y producción de saberes. Estamos hablando de la confección de un
recorrido de maduración y crecimiento que se inicia con el murmullo de la
lectura materna, a través del tacto de un libro de cuentos, con experiencias
lúdicas en bibliotecas y salas infantiles de lectura, para continuar luego
creando hábitos autónomos en el ámbito escolar que favorezcan el acceso a una
biblioteca universitaria o especializada, para continuar paralelamente y, para
toda la vida, desde una biblioteca pública o a través de una biblioteca digital
en algún portal de Internet.
Por otra parte, las capacidades desarrolladas por las formas de lectura tradicionales se ven hoy desafiadas por las nuevas competencias que nos reclama la velocidad con que viaja la información y el conocimiento en la trama de la sociedad global: la cantidad y calidad de datos a procesar, su presentación en distintos soportes multimediales y digitales, su presentación en varias lenguas extranjeras. Al mismo tiempo, la formación de comunidades económicas regionales abre el juego a escenarios laborales que requieren mentes y manos inteligentes.
Por ello, promover la lectura como una política pública es un paso a favor de un cambio y crecimiento que requiere continuidad, planeamiento de acciones a largo plazo y adecuado diseño de recursos y medios, tanto como capacitación de recursos humanos. En este sentido, es deseable superar la etapa voluntariosa pues saber leer en la sociedad de la información y el conocimiento implica mucho más que el dominio del abecedario para poder insertarse en los escenarios laborales y ciudadanos. La brecha todavía abierta del analfabetismo tradicional en nuestra región compite en nuestros días con la brecha del así llamado analfabetismo digital.
En síntesis, la promoción de la lectura, en sus distintas formas y para todos,
es una prioridad más amplia que debe implementarse en términos legislativos y
volcarse en las agendas públicas nacionales, regionales o internacionales. Debe
constituirse en una pauta cultural asumida por la comunidad, resignificada por
su valor y su contribución al cambio social. De este modo se asumen las
políticas, como un bien y un valor común, como una herencia de padres a hijos,
de gobernantes a ciudadanos.
hola... Yo pienso que la lectura consiste en el proceso de obtener y comprender ideas e información almacenada utilizando alguna forma de lenguaje o simbología, y estoy de acuerdo que es compromiso de todos...
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