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viernes, 26 de octubre de 2012



¿ QUÉ SIGNIFICA SER DOCENTE?


El diccionario de la Real Academia Española dice que el docente es una persona que “enseña”. La vida, en cambio, demuestra que ser docente es más que “enseñar” un concepto, un axioma, un procedimiento o alguna destreza manual. Mediante sus responsabilidades cotidianas: preparar clases, llegar puntualmente al aula, exponer ideas, dar testimonio de algunas experiencias, corregir prácticas, explicar ejercicios, devolver exámenes, publicar calificaciones, escuchar y resolver reclamos, solucionar problemas…, el docente expresa, transmite y propone una manera de ser en el mundo. Se convierte en un arquetipo para los estudiantes.



Ser docente, además de un proyecto profesional bien definido, requiere madurez intelectual y emocional, una posición definida respecto de los problemas del entorno, sensibilidad para comprender las dificultades de los demás y, esencialmente, honestidad intelectual para definir fortalezas y debilidades propias. Más allá de las formalidades institucionales y de la competencia para enseñar soluciones a problemas profesionales, ser docente implica promover la búsqueda de la verdad, aun sabiendo que jamás es posible alcanzarla plenamente.



Los profesores, que ejercen hace años y que se dedican predominantemente a este oficio, saben que se aprende a ser docente todos los días, en cada clase, con cada grupo de estudiantes. Su trabajo no se reduce a las actividades del aula, deben actualizarse con la lectura de textos recientes, investigar temas de su especialidad por cuenta propia y preparar estrategias para facilitar el aprendizaje de los estudiantes. Si no realizan estas actividades previas, corren el riesgo de fracasar, pues su público es exigente y crítico, percibe cualquier equivocación y, aunque no lo exprese manifiestamente, puede incluso mofarse en silencio.



El Estado y las instituciones privadas, conscientes del rol de los docentes en el desarrollo de la sociedad, deben reconocer el trabajo de los profesores remunerándolos mejor. El Gobierno menoscaba este oficio imponiendo un límite salarial, que afecta con mayor rigor a los docentes que ejercen además labores administrativas en las universidades públicas. La mayoría de las universidades privadas los maltratan imponiéndoles contratos a plazo fijo. Así, ser docente para algunos profesionales altamente calificados se convierte en una opción de emergencia.



Algunos empresarios de la educación pretenden instalar reformas curriculares (módulos en vez de cursos, por ejemplo) que despersonalizan la relación docente-estudiante y privilegian la transmisión de teoremas o de habilidades. Aprovechan que algunas personas se dedican a este oficio como una ocupación complementaria e ignoran deliberadamente que la función docente no se restringe a la mera enseñanza. Su único afán, está claro, consiste en reducir costos y maximizar ganancias. Sólo les interesa que en sus centros de enseñanza haya cada vez más “alumnos” que cumplan con sus obligaciones financieras y que los docentes cobren lo menos posible. No tienen ningún escrúpulo para imponer sus “innovaciones pedagógicas” ante el silencio estatal.



Que el 6 de junio próximo, Día del Maestro Boliviano, se convierta en un pretexto para reflexionar sobre los alcances y desafíos de ser docente aquí (en este país) y ahora (en este tiempo) y que se constituya en un motivo para que las autoridades del Ministerio de Educación revisen y evalúen las ofertas curriculares de las instituciones privadas de educación superior, pues deben garantizar la formación integral de los estudiantes y el respeto a los derechos laborales de los profesores

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