Resumen Cambios Sociales.
Silvia De los Santos Esquivel
Lengua y Literatura Española 3B
Si se pretende que los centros educativos
constituyan un lugar central en la transmisión del conocimiento y de los valores
sociales dominantes en cada sociedad, es fundamental que la actividad que en
ellos se desarrolla resulte congruente con su entorno social.Porque,en
definitiva,la forma en que los distintos integrantes del medio escolar perciben
sus vinculaciones con el mismo, no son sino expresiones particulares o
singulares de vinculaciones sociales más generales. Constituyen las concreciones
escolares de formas de pensar y actuar aprendidas en la sociedad misma. Esto
último significa que los cambios sociales tiene una proyección inmediata en el
medio escolar.
El artículo reflexiona sobre los efectos
que tales cambios sociales están produciendo en los centroseducativos y muy
especialmente entre sus actores principales, profesores y alumnos.Así, entrelos
rasgos más o menos visibles de esta mutación educativa,se ponen de manifiesto
algunos signosespecíficos como la desafección,la ausencia de motivación o el
rechazo al aprendizaje que puedenconstatarse en una parte del alumnado; o el
sentimiento de impotencia y la interiorización de unacreencia en la esterilidad
de la tarea formativa que se observa en sectores del profesorado.
La idea que subyace es que estamos en una
nueva etapa en la que tanto la revisión de las formasde transmisión del
conocimiento como el impulso de los medios que permitan una reconstrucciónde
valores y normas necesarios en la relación educativa constituyen misiones
prioritarias.
Palabras clave: educación, cambio social, escuela-masa,
educación informal, tecnologías,heterogeneidad, sentido, vínculos educativos.
La segunda mitad del siglo XX será sin duda
recordada como una época en la que lasociedad occidental, impulsada fundamentalmente
por el desarrollo científico y tecnológico,conoció una formidable
transformación estructural, cultural y social, y lanoción de cambio, que hasta
entonces se había asociado a procesos adaptativos másbien lentos y, por lo
tanto, predecibles, pasó a convertirse en un fenómeno poderoso,vertiginoso y
que opera en muchos planos superpuestos de la realidad.
Este estado de cosas ha producido una
sensación de confusión e incertidumbre.
La cantidad y diversidad de
transformaciones que acontecen en nuestro entorno tiendena abrumarnos, los
síntomas que anticipan nuevos y constantes cambios son
excesivamenteheterogéneos, y los esfuerzos por anticiparnos a los
acontecimientos tienen,en muchas ocasiones, resultados no deseados.
Uno de los ámbitos sociales que de manera
más intensa está padeciendo tal ausenciade estabilidad es el mundo de la
educación, al fin y al cabo una «sociedaden pequeño» (Durkheim, E., 1975). De
ahí que la educación en general y los centroseducativos en particular
constituyan también escenarios del cambio permanente,quese afanan en lograr un
equilibrio satisfactorio.
Partiendo por lo tanto del inherente
carácter social de la educación, sea o noentendida esta última como una
actividad diferenciada y especializada, la vinculaciónentre sociedad y educación
hace que el estado de confusión que afecta a muchosámbitos sociales se haya
instalado también en el medio educativo.Y ello obedece atensiones en el mundo
político, a intensas transformaciones del mundo cultural que
afectan de manera radical al conglomerado
de normas, valores y costumbres, a procesosde globalización y mundialización de
la actividad económica, en definitiva, a unaproblemática que cruza múltiples
esferas de lo social.
Lo cierto es que la controversia en
relación con la misión, las formas de desempeñoy la contribución social de la
educación está hoy tan presente en nuestro entorno quelos temas a debate son
múltiples y diversos. Evidentemente el tratamiento de cada unode los ámbitos
temáticos que guardan relación con el debate educativo contemporáneo
Exige un desarrollo argumental que excede
absolutamente al propósito de estas notas.
De ahí que mi objetivo deba ser
necesariamente limitado y no pretenda sino seleccionary plantear un conjunto de
problemas que condicionan el quehacer educativo y que estándirectamente
relacionados con los cambios sociales acaecidos en los últimos lustros.
Mi convencimiento es que pueden y deben
establecerse múltiples correspondenciasentre estos ámbitos temáticos,pues todos
ellos están conectados por un vínculo superioren el que confluyen,y que otorga
sentido al debate.El núcleo de tal vínculo es obviamenteel concepto de
educación y de desempeño de la acción educativa que se postula. Es
decir, ninguno de los ámbitos temáticos
referidos es, en sí mismo, autónomo, dado quetodos ellos están sometidos a una
lógica general,precisamente la que tiene que ver con elenfoque desde el que se
entiende la relación contemporánea entre educación y sociedad.
El impacto de las nuevas tecnologías: la
pluralidad de voces
y el peso de la educación informal
Probablemente una de las características
más específicas de nuestras sociedadesdesarrolladas es el aumento del volumen
de información y también del campo propiode la información que tiende a
integrar constantemente nuevas dimensiones1.(1) Dos aproximaciones
complementarias a esta cuestión pueden encontrarse en Bernal Cruz, F. J.
(1985). La
extensión tecnológicadel conocimiento. Madrid: Editorial de la Universidad
Complutense.; Gallouedec-Genuis, F., Lemoine, P. (1986). La
Informatización: riesgos culturales. Barcelona: Editorial Mitre
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Esta multiplicación de la información que
además tiene una capacidad masiva depenetración, ha provocado alteraciones en
la actividad educativa. Si ya anteriormentenuestras sociedades habían conocido
una escisión entre «educación» e «instrucción» como consecuencia del proceso de
alfabetización2, los instrumentos comunicativosdesarrollados por las nuevas
tecnologías, y de manera muy especial la televisióne internet, han inducido una
nueva ruptura entre tres esferas crecientementeautónomas, a saber, «educación»,
«instrucción» e «información». La relación entreestas esferas se manifiesta en
términos de un permanente conflicto potencial entreel volumen de información,
instrucción y educación presentes en una sociedaddeterminada.
Desde el punto de vista de la acción
educativa, lo relevante reside en la dificultadde conciliar dichas esferas, de
establecer una lógica relacional que permita su integración.
«La escuela común obligatoria sigue
existiendo, pero se ha visto superada y desbordadapor la tele-escuela. (...)
Los futuros individuos (niños y niñas) adquieren granparte de su formación por
vías totalmente alejadas del principio ilustrado que constituyóla enseñanza
obligatoria (…) La llamada «enseñanza informal» ha desequilibrado
el sistema educativo de las antiguas
metrópolis (Echeverría, J., 1994). Además, loque me interesa subrayar aquí es
el carácter de comunicador autónomo y difícilmentecontrolable, que caracteriza
a las nuevas tecnologías. Es precisamente esta últimafaceta la que potencia su
autonomización4 y distingue el tono conflictivo de su relación
Con las esferas de la educación y la
instrucción.
Si aceptamos su potencial condición de
«educadores informales», puede esperarsetambién que las nuevas tecnologías
produzcan cambios fundamentales en los valores ysistemas de normas, en las
costumbres, las estructuras de sentido etc. De hecho, «todaslas sociedades de
la era de la información están penetradas, con diferente intensidad,por
la lógica dominante de la sociedad red,
cuya expansión dinámica absorbe y somete gradualmentea las formas sociales
preexistentes» (Castells, M., 1998, p. 385).
Sobre las consecuencias del proceso de
alfabetización resulta imprescindible la lectura de Mcluhan, M. (1985). La
galaxiaGutenberg. Barcelona: Planeta-Agostini. Desde una perspectiva más estrictamente
educativa es de interés el trabajo de Clark,B. R. (1976): Problemas sociales de
la educación. EnFaris, R. E.: Las
instituciones sociales. Tratado de sociología-IV.Barcelona: Editorial Hispano Europea, p. 98
Dos trabajos recientes de J. Ferrés han
abordado los nuevos retos que surgen en una sociedad donde su universo cultural
seencuentra fuertemente mediatizado por la cultura del espectáculo y sus
dispositivos mediáticos.FERRES,J. (1994). Televisióny educación. Madrid: Paidós; y Ferres, J. (2000). Educar en una cultura del
espectáculo. Madrid:
Paidós
(4) Sobre la importancia de lo que el autor
ha definido como «tercer entorno» puede consultarse Echeverria, J. (1995).
Cosmopolitas domésticos.Barcelona:Anagrama.; y (1999). Los señores del aire.Barcelona: Destino; también del mismo
autor:(2002): Ciencia
y valores. Barcelona.
Destino, fundamentalmente el capítulo cuarto que lleva por título Educación y nuevasTecnologías de la
información y comunicación.Revista
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Por ello, con independencia de las
aportaciones que el uso de las nuevas tecnologíaspudiera suponer para los
procesos de aprendizaje5, es necesario tomar concienciadel nuevo escenario en
el que se desarrolla la práctica educativa. Un escenarioaparentemente desigual
en el que «las tecnologías han generado instrumentos paradeterminar las
percepciones y para producir recuerdos y mensajes subliminales que
Producirán efectos sobre las conductas de
los individuos en los momentos oportunos» (Echeverría, J., 1994, p. 165).
El cuestionamiento de la unidad de la
educación
Muy relacionada con el desarrollo y
penetración de las tecnologías, otra de las característicasmás específicas de
nuestras sociedades es lo que se ha venido en denominarla «pluralización de los
mundos de vida», es decir, la quiebra de un orden socialintegrado y productor
de sentido. «En muchos casos la pluralización ha llegado a afectarincluso los
procesos de socialización primaria. (...) La consecuencia más importante
de esto es que los individuos no sólo
experimentan una multiplicación de mundosen su vida adulta, sino desde el
comienzo de su experiencia social. (...) Ni que decirtiene que en los diversos
procesos de socialización secundaria en la sociedad moderna(...) suele darse
una pluralización de un orden superior. Muchos de esos procesosde socialización
secundaria se encarnan en las instituciones de educación
formal»(Berger, P.;
Berger, B.;Kellner, H., 1979, p. 67).
Tomando en cuenta esto último, si
repensamos ahora el ideal educativo surgidocon la Ilustración, repararemos en
que estaba basado en una nueva forma de consensosocial que incluía un marco
normativo y axiológico común. En tal sentido, el carácterreproductivo de los
centros educativos cobraba sentido desde una definición sóliday compartida en
el orden cultural y político, lo que presuponía una cierta coherencia,
en la práctica, entre distintas agencias de
socialización.
En el escenario contemporáneo, la calle, la
familia y los centros educativos representancada vez menos un espacio integrado
de coexistencia, de suerte que la experienciaen el medio escolar se encuentra
cada día más alejada de otras experiencias(5) No es este el lugar para analizar
los eventuales beneficios de la introducción de las nuevas tecnologías en la
práctica educativa.
En todo caso un excelente resumen
sistemático de sus potencialidades puede encontrarse en MCFARLANE,A. (2001). Elaprendizaje y las tecnologías de la
información. Experiencias, promesas, posibilidades. Madrid:Aula XXI-SantillanaRevista de Educación, 347.
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Propias de la vida cotidiana. En tal
sentido, uno de los mayores problemas de la actividadeducativa desarrollada en
los centros es que «por su propia naturaleza no puederenunciar a la autoridad
ni a la tradición, y aún así debe desarrollarse en un mundoque ya no se
estructura gracias a la autoridad ni se mantiene unido gracias a la tradición»
(Arendt, H., 1996, p. 207). El corolario evidente es el establecimiento de un
permanenteconflicto entre agencias de socialización, entre formas de entender y
vivir laeducación y consecuentemente entre formas de definir su contenido.
En estas condiciones, la consideración
durkheimiana sobre el carácter único y múltiplede la educación6 adopta en
nuestras sociedades un sentido problemático y diferente.La unidad de la
educación era planteada por Durkheim desde el convencimiento deque «la sociedad
no puede subsistir más que si se existe entre sus miembros una
homogeneidadsuficiente:la educación perpetúa y refuerza dicha homogeneidad» (Durkheim,E.,1975,p.52).Empero,el
carácter confuso de la homogeneidad contemporánea dificultael consenso sobre
aquello que debe ser perpetuado y reforzado por la educación.Yen este sentido,
desde la consideración de la realidad escolar inmediata, la de las prácticaseducativas
específicas,las dificultades aparecen de manera mucho más evidente quesi
consideramos la cuestión en el marco de los grandes principios generales.
Es por elloque la «gestión» de la
heterogeneidad moderna constituye más el problema práctico dela educación que
uno de sus aspectos complementarios.
La gestión de la heterogeneidad: de la
escuela selectiva a la escuela masa.
Es precisamente ese carácter heterogéneo lo
que aparece como otro de los rasgosespecíficos de los centros educativos en
nuestras sociedades.
La primera razón de elloes la llamada
«democratización cuantitativa de la enseñanza» (González,T., 1998) queha
transformado el paisaje escolar, y que junto a la extensión de la enseñanza
obligatoriaen todo el contexto occidental europeo, constituyen los exponentes
más claros
del éxito del proceso de escolarización. Lo
anterior ha ampliado y diversificado sobremaneralas tipologías del alumnado,
planteando en toda su intensidad el problema de(6) Este doble aspecto se
encuentra en la base de la definición de E. Durkheim sobre la educación.
Ver DURKHEIM, E. (1975).Educación y sociología. Op., cit.
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Conciliar la igualdad de oportunidades con
el derecho a la diferencia. En estas condicionesla actividad educativa es cada
vez más una consecuencia de las característicasespecíficas de la demanda.
De hecho, en la escuela-selectiva la
diversidad del alumnado se identificaba fundamentalmentecon la propia
estratificación social y más tardíamente con el nivel socioculturalde las
familias. Sin embargo, una de las características específicas de la
escuela-masa es que los ámbitos y las formas en que se concreta la diversidad
del alumnadoson muy variados.
De una parte debe ser considerado todo el
colectivo que presentaalgún tipo de discapacidad bien sea de carácter físico,
psíquico o sensorial; porotro lado, cabe identificar un segundo colectivo cuya
problemática está más directamenterelacionada con el medio social de
procedencia, bien sea por tratarse de unmedio socio-económicamente
desfavorecido, por pertenecer a cualquier minoríaétnica o provenir del
colectivo de población inmigrante; por último, la diversidad seestablece
también por razones de género o de capacidades.
Adicionalmente, el tratamiento educativo a
un colectivo tan complejo debe desarrollarse«en una sociedad inserta en una
economía mundializada, globalizada, integradaen redes universales de
comunicaciones, diversificada por efecto de la multiplicacióncentrífuga de las
oportunidades económicas, sociales y culturales y por laatracción centrípeta
ejercida sobre individuos y grupos de otras culturas».Ante semejante cúmulo de
influencias y condicionantes no es de extrañar que la cuestión de
losprocedimientos pase a ocupar un lugar central en el debate educativo.
En este contexto, la respuesta de los
centros educativos al reto de la heterogeneidadha venido dada partiendo
fundamentalmente de los principios de adaptación,integración e incluso
personalización de los procesos educativos.
Desde el punto devista pedagógico todo ello
se ha reflejado en una generalidad de los casos, en laopción por un sistema
comprensivo7. La educación comprensiva es pues una propuestametodológica con
espíritu superador de las diferencias que distinguen al alumnado.
Dicha propuesta no ha estado exenta de un
intenso debate pues «en la mayoríade los países europeos que han abordado las reformas
educativas en la segunda mitaddel siglo XX, el debate sobre la comprensividad y
el tratamiento a la diversidad constituyetodavía hoy un lugar
común,particularmente entre los docentes»8 (Unceta,A.,2000a).
El debate sobre la comprensividad ha dado lugar
a una vasta producción en torno a esta cuestión. Con el máximo espíritude
síntesis, para un acercamiento al contenido de ese debate puede consultarse Leschinsky,
A.y Mayer, K.V. (Eds.), 1990;..Lang, P.; Fernández Enguita, M., 1990; Román
Pérez, M. (Coord.), 1990
Un análisis específico puede encontrarse
también en el trabajo monográfico sobre la «Reforma Educativa en el
EstadoEspañol» de Cuadernos
de Pedagogía, 1997,
260, julio-agosto.
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Además, las corrientes neoliberales en
educación han mantenido una posición contrariaa la comprensividad, priorizando
los valores individualistas en las prácticas educativas(VV.AA., 1999).
Más allá de este debate, que pertenece al
campo más específico de la pedagogía,lo que el mismo denota es la inmensa
dificultad derivada del carácter heterogéneo denuestros centros educativos. Máxime
si consideramos otra cuestión más, a saber, eltipo de vinculación que los
educandos mantienen con los centros educativos. Pues«aunque estén la mayor
parte del tiempo entre nosotros, la mayoría de los estímulos
y de las informaciones significativas les
vienen de fuera. Su vida en tiempo está en laescuela, su vida en intensidad
está fuera» (Funes Artiaga, J., 1995, p. 32-34). La afirmaciónanterior es tanto
más ajustada cuanto pensamos en escalas más avanzadas deedad, pero nos enfrenta
directamente con el problema del «sentido» y su relación con
la pérdida de identidad de los centros
educativos.
El problema del sentido: los docentes y el alumnado
Lo que se ha venido en denominar la pérdida
de «sentido» (San Fabián, J. L., 2000; ÁlvarezUria,F., 1995) y sus problemas de
identidad asociados, constituye otra de las cuestionesque afecta de una manera
peculiar al campo de la educación y en concreto a los centros educativos. La
cuestión del «sentido» está íntimamente relacionada con lo simbólico (Castoriadis,
C., 1983; Habermas, J., 1989; Elías,N., 1994;Turner,V., 1984), aunquetambién
con la propia articulación de la sociedad, con los vínculos que la unen y con los
elementos que la cohesionan.
En el caso de la educación y
específicamente de lasactividades que se desarrollan en los centros educativos,
se trata de un problema global, que afecta por distintos motivos a la totalidad
de sus miembros.Porque una de las cuestiones que influyen más en los propios
centros es la pérdida de las grandes narrativas, lo que les ha despojado de sus
dioses, siguiendo la terminología de Postman.
Es
fundamentalmentedebido a ello por lo que han dejado de crear «sentido» y han
ido perdiendosu identidad. Se trata pues primero y fundamentalmente de un
problema de los propioscentros educativos, pero también de los colectivos que
los integran.
(9) POSTMAN,N. (1999). El fin de la educación. Barcelona. Eumo-Octaedro. El texto trata de
una manera exhaustiva esta cuestión,procurando identificar las nuevas
narrativas que puedan dar sentido a la actividad educativa.
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De acuerdo a lo anterior, y vista la
cuestión desde la perspectiva de uno de loscolectivos, puede afirmarse que
posiblemente nunca como ahora se ha manifestadoun cuestionamiento tan profundo
del sentido de la profesión docente. No queda tanlejos el tiempo en el que en
el imaginario de una buena parte del profesorado, la profesiónde enseñante era
casi una profesión libre. El enseñante gozaba de una gran
libertad de organización de una parte
elevada de su trabajo y se asimilaba en muchoscasos a un trabajador
independiente que ejerce el monopolio de una competencia yde un servicio.
La puesta en cuestión de dicha situación
«tiene mucho que ver, preferentemente,con la imagen que de la educación se
modeló en el momento mismo en que se procedióa extender la escolaridad básica
entre toda la población. Se generó entonces unconjunto de expectativas que la
educación se encargaría de satisfacer, del que se derivandistorsiones y
falacias múltiples sobre el poder y las virtualidades de la educación.
Al tiempo, el universo moral y valorativo
vigente hoy en nuestra sociedad, es manifiestamentedivergente de aquel otro
sobre el que se organizó la expansión escolar. Esteconflicto en el terreno de
las creencias sociales está produciendo,especialmente parael profesorado,
efectos anómicos cruciales, el primero de los cuales redunda en
eldebilitamiento e inconsistencia de su posición social» (Ortega, F., 1989). De
hechocomo ya he expresado en otro lugar (Unceta, A., 2000b, p. 153-174), el
profesoradosufre en ocasiones este proceso de cambio como una degradación
insoportable delestatus material y simbólico de la profesión.Tampoco el
alumnado es ajeno al problema de articulación del «sentido» entre elplano
individual y el colectivo, en este caso el escolar. «La cuestión que interesa,
eneste aspecto, es descubrir qué relación se establece entre aquellos mundos
propiosde los diversos grupos de edad y el mundo escolar» (Cardus, S., 2000, p.
85). Parece
Pues que el grado de afección o desafección
está relacionado con la variable «edad», pero a falta de un análisis tipológico
sí podemos señalar algunos indicadores que dancuenta de una creciente
desafección entre el colectivo de alumnos, como el bajo rendimiento escolar, el
absentismo, el incremento de la conflictividad y la violencia escolar,la
indiferencia, la falta de participación, o los problemas de convivencia.
Puedeaducirse que no todos son exclusivamente característicos del tiempo
presente, perolo realmente significativo actualmente es su intensidad y
extensión a un colectivocada vez más amplio.
Una de las causas de lo anterior puede
encontrarse en «la autonomía crecientedel mundo infantil y juvenil del mundo de
los adultos. (...) Un mundo extraordinariamenteautónomo y amplio, con un
lenguaje propio, con gustos específicos y conRevista de Educación, 347.
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Experienciasdiferenciales. Y sobre todo, la
existencia de un mundo infantil y juvenilopacos, casi impenetrables» (Cardus,
S., 2000, p. 85). Este conjunto de evidencias yfactores explicativos indican,
en todo caso, la creciente ausencia de identificaciónsimbólica e instrumental
del alumno con el centro educativo.Considerada en un sentidorestringido, la
redefinición de esa relación «depende de dos cosas y solo dos: laexistencia de
narrativas compartidas y la capacidad de éstas para ofrecer una razónelevada
para la escolarización»( Postman,N., 1999, p. 30). Desde una perspectiva
másgeneral esta «crisis de sentido» está determinantemente afectada por la
influenciaque el cambio social está teniendo sobre la actividad educativa.
A modo de conclusión
La perspectiva que guía estos comentarios
se basa en una concepción del hecho educativocomo un fenómeno fundamentalmente
dependiente de sus vinculaciones políticasy sociales, sean éstas de carácter
macrosocial o microsocial. Mi convencimientoes que, tanto la educación en
general como los centros educativos en particular, sesitúan en la intersección
entre estas dos últimas dimensiones.
De hecho, la realidad de los centros
educativos está íntimamente relacionada conel carácter cambiante de las
sociedades, pero no entendido tal cambio como un conjuntode sucesos que van
aconteciendo desde arriba hacia abajo en las distintas institucionessociales. O
por lo menos, no entendido exclusivamente de esta forma.
Porque resulta también que el
comportamiento de los actores sociales es determinantepara comprender su propia
percepción de las instituciones, en nuestro caso de loscentros educativos, y
por tanto para entender el clima social y educativo de estos últimos.
En definitiva, influido por unos y otros,
un centro educativo no es sino un escenariode la vida social10.Ahora bien, un
escenario particular cuyo grado de dinamismo,eficacia y estabilidad depende de
algunos factores.
La primera paradoja es que los centros
educativos, que constituyen el medio paralograr la escolarización universal de
la ciudadanía, son en cierta medida las víctimas (10) Expresada a través de
conceptos muy diversos la idea de ámbito o escenario es esencial a la reflexión
sociológica.
Véase por ejemplo la noción de bastidor en Elias, N.(1987). El proceso de la civilización.
Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas.México: F.C.E.; la de región en Goffman, E.(1987). La presentación de la persona en la vida
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Del éxito del proceso de escolarización.
Quiérase o no, los centros educativos se desarrollana lo largo del siglo XX
como organizaciones que adquirieron un carácter selectivoque aseguraba su
autoproducción y autorregulación y los convertía en espaciosrelativamente
protegidos y a su vez permeables a gran parte de los problemas sociales(Dubet,
F., 1997, p. 85-112).Además, los valores transmitidos eran un reflejo
bastantefidedigno de los definidos con carácter general para el conjunto de la
sociedad.Adicionalmente, la capacidad de los centros educativos de producir
«sentido» y derepresentar la propia realidad social tiene que ver también con
las motivaciones delos sujetos, fundamentalmente de los alumnos, que pueden
estimar compatible suvivencia en el mundo escolar con otras prácticas y otros
contextos de su actividadcotidiana. En buena medida por ello, «durante mucho
tiempo se ha pensado que la
escuela era una
institución que transmitía a través de los conocimientos y por laforma misma de
la relación pedagógica las normas y los valores generales de unasociedad (...)
La escuela cristiana fabricaba cristianos, la de la república
ciudadanosracionales. Efectivamente, esta escuela producía también campesinos,
obreros, gestores,cuadros y funcionarios. Pero engendraba un tipo de sujeto
considerado cada vez
más autónomo que había interiorizado
principios universales (...) Parecía capaz deformar en el mismo escenario,
actores sociales integrados y sujetos autónomos y críticos,ciudadanos
racionales y libres.» (Dubet, F., Martucelli,D., 1996, p. 11-12)
La distorsión de este paradigma escolar
viene de la mano de un conjunto de transformacionessociales sobre las que he
tratado de reflexionar aquí, y cuyo impactoafecta, por una parte, al «sentido»
de los centros educativos y a las tres dimensionesque los integran: sus
fundamentos, unidad y finalidad11; por otra, al carácter de la vinculacióny el
compromiso escolar tanto desde el punto de vista del alumnado comodel
profesorado; y en definitiva, a la capacidad de los centros educativos para
desarrollarconsistentemente su función, al estar estos últimos apoyados en
determinadosvalores cuya penetración social es limitada.
En definitiva, en el tiempo de la escuela
masa, es necesario desarrollar una tarea deintegración de diversas
experiencias, actitudes y formas de percibir la «educación». Enotras palabras,
repensar buena parte de la actividad educativa.
Pues como bien harecordado Gimeno
Sacristán, la evidencia de «una sociedad cambiante debe mantenernosdispuestos a
superar el modelo escolar que en cada ocasión parezca más propicio,de acuerdo
con los nuevos papeles que a la escuela le quepan desempeñar en los distintos
Momentos de la dinámica evolución social»
(Gimeno Sacristán, J., 1976, p. 127).
La
cuestión está extraordinariamente desarrollada por TEDESCO, J. C. (1995). El nuevo pacto educativo. Madrid:Anaya
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Revista
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