ARTE,
LITERATURA Y TERAPIA.
El fin
del arte no es volverse terapia. Al contrario, la curación es apenas el punto
de partida del arte.
El
problema es que ayer conquistadores españoles acusaban a indígenas de lo que
hoy intelectuales presumen de sí mismos: no tener psique.
Muchos creadores dicen despreciar la
psicología. Lejos estamos del llamado de Sócrates a entrar en nosotros mismos.
Si pedimos al artista, intérprete o autor
crecer como humano antes de esparcir su obra, grita.
Fue Blake quien imaginó un Poeta libre de
malestar.
Para Blake, salud significa recobrar
energía, para que emane un arte concebido como “Alabanza”.
Debido a la insensatez no ha llegado la
hora de la profecía de Blake. El arte moderno depende de déficit y caretas de
carencias: ironía, indecisión, cinismo, egolatría, amargura, machismo,
adicción, odio al mundo.
Nietzsche —autodefinido como psicólogo—
prescribió que el filósofo debía transformarse en médico. Y precisamente
definía al artista como el hombre libre de resentimiento; por ende, creador de
nuevas formas de vida.
Escribir sin resentimiento, otro salto que
no da el escritor esclavo.
El proyecto de un pensamiento, literatura y
arte libres de neurosis ha tenido múltiples impulsores. Henry Miller
determinaba que sólo la escritura sin emociones negativas podía romper
realmente con las estructuras que lo mismo limitan al texto, sexo y nexo.
Por eso Miller ubicaba a Krishnamurti como
un modelo a seguir por los intelectuales de nuestro tiempo.
Y es que si uno pone a Krishnamurti junto
Borges —el más grande literato— de verdad darían ganas de que Borges se sentara
en el piso y se dejara ayudar por Krishnamurti.
Muchos escritores tienen tantos miedos que
incluso temen dejar de ser escritores si llegasen a sanar. La enfermedad es su
seguridad.
Fueron
los románticos quienes defendieron la enfermedad como sinónimo de arte y fueron
los posmodernos quienes solicitaron que la psique quedará fuera de toda discusión
intelectual.
Veamos
a nuestros autores, actores o artistas, ¡tan llenos de temor, fantasías y
miserias como el menos ilustrado o el más mezquino de los seres humanos! ¿Y ese adolescente es quien pretende forjar las imágenes que
la sociedad debe comprender, atesorar, difundir o engrandecer? ¿Es un pobre
diablo —o un Cristo cuadripléjico— quien pretende llamarse artista, poeta,
filósofo o crítico?
La siguiente ruptura con la poética y modos
de representación —la siguiente vanguardia, contracultura o como ustedes
quieran llamarle— no será estética sino ética.
Será
una crítica no contra los objetos artísticos
sino contra los sujetos que
ahora hacen el arte.
No busquemos ya cómo hacer cosas —mera
estulticia— sino cómo hacer hacedores.
En el futuro, el arte tendrá como meta fabricar
futuro.
El hombre es la más grande obra de arte que
el hombre todavía no ha realizado.
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