¿QUÉ SON LAS
COMPETENCIAS?
Las definiciones de
Competencia constituyen una verdadera legión. A continuación se citan algunas
de ellas:
Spencer y Spencer
consideran que es: “una característica subyacente de un individuo, que está
causalmente relacionada con un rendimiento efectivo o superior en una situación
o trabajo, definido en términos de un criterio”.
Rodríguez y Feliú las
definen como “Conjuntos de conocimientos, habilidades, disposiciones y
conductas que posee una persona, que le permiten la realización exitosa de una
actividad”.
Ansorena
Cao plantea: “Una habilidad o atributo personal de la conducta de un
sujeto, que puede definirse como característica de su comportamiento, y, bajo
la cual, el comportamiento orientado a la tarea puede clasificarse de forma
lógica y fiable.”
Guion (citado en Spencer y
Spencer) las define como “Características subyacentes de las personas que
indican formas de comportarse o pensar, generalizables de una situación a otra,
y que se mantienen durante un tiempo razonablemente largo”
Woodruffe [4] las plantea
como “Una dimensión de conductas abiertas y manifiestas, que le permiten a una
persona rendir eficientemente”.
Finalmente, Boyatzis
(Woodruffe, 1993) señala que son: “conjuntos de patrones de conducta, que la
persona debe llevar a un cargo para rendir eficientemente en sus tareas y
funciones”.
Del análisis de estas
definiciones puede concluirse que las Competencias:
1. Son características
permanentes de la persona,
2. Se ponen de manifiesto
cuando se ejecuta una tarea o se realiza un trabajo,
3. Están relacionadas con
la ejecución exitosa en una actividad, sea laboral o de otra índole.
4. Tienen una relación
causal con el rendimiento laboral, es decir, no están solamente asociadas con
el éxito, sino que se asume que realmente lo causan.
5. Pueden ser
generalizables a más de una actividad.
Probablemente una fuente
de confusión con respecto a las Competencias, es que son entidades más amplias
y difusas que los constructos psicológicos tradicionales. De hecho, las
Competencias combinan en sí, algo que los constructos psicológicos tienden a
separar (a sabiendas de la artificialidad de la separación): lo cognoscitivo
(conocimientos y habilidades), lo afectivo (motivaciones, actitudes, rasgos de
personalidad), lo psicomotriz o conductual (hábitos, destrezas) y lo
psicofísico o psicofisiológico (por ejemplo, visión estroboscópica o de
colores). Aparte de esto, los constructos psicológicos asumen que los atributos
o rasgos son algo permanente o inherente al individuo, que existe fuera del
contexto en que se pone de manifiesto, mientras que las Competencias están
claramente contextualizadas, es decir, que para ser observadas, es necesario
que la persona esté en el contexto de la acción de un trabajo específico.
Esto establece en sí una
diferencia. Mientras que la psicología tradicional intenta generar variables
unidimensionales en la medida de lo posible, que garanticen homogeneidad
conceptual y métrica para cada una de ellas (aunque luego se combinen para
realizar predicciones de criterios complejos), las Competencias se plantean
como multidimensionales en sí mismas y con una relación directa con el contexto
en que se expresan.
Una Competencia es lo que
hace que la persona sea, valga la redundancia, “competente” para realizar un
trabajo o una actividad y exitoso en la misma, lo que puede significar la
conjunción de conocimientos, habilidades, disposiciones y conductas
específicas. Si falla alguno de esos aspectos, y el mismo se requiere para
lograr algo, ya no se es “competente”.
Es lo que Lawshe y Balma
(1966) planteaban hace muchos años como: a) La potencialidad para aprender a
realizar un trabajo, b) La capacidad real, actual, para llevar a cabo el
trabajo, c) La disposición para realizarlo, es decir, su motivación o su
interés. Estos tres aspectos se complementan, ya que es posible, que alguien
tenga los conocimientos para hacer el trabajo, pero no lo desee hacer; o que
tenga el deseo de realizarlo, pero no sepa cómo hacerlo; o no sepa como
hacerlo, pero esté dispuesto a aprender y tenga las condiciones de hacerlo.
La misma concepción de las
Competencias, con su carácter multidimensional, hace que sean complejas, por lo
que se requiere analizar cómo están conformadas. Spencer y Spencer consideran,
que las Competencias están compuestas de características que incluyen:
motivaciones, rasgos psicofísicos (agudeza visual y tiempo de reacción, por
ejemplo) y formas de comportamiento, autoconcepto, conocimientos, destrezas manuales
(skills) y destrezas mentales o cognitivas. Mientras que Boyatzis plantea que
una competencia puede ser “una motivación, un rasgo, una destreza, la
autoimagen, la percepción de su rol social, o un conjunto de conocimientos que
se utilizan para el trabajo”.
Al revisar las
características o componentes de las Competencias, observamos que, de alguna
manera, están asociados con los constructos psicológicos, pero los mismos se
combinan de una manera determinada, para generar la capacidad de rendir eficientemente
en tareas o actividades específicas, hacer a la persona “competente”. La forma
en que se combinan sólo se puede determinar mediante el análisis de cómo las
personas exitosas actúan en el trabajo.
Es importante diferenciar
las Competencias necesarias para realizar un trabajo exitosamente, de lo que la
persona hace en su trabajo. Woodruffe (1993) destaca, que, por ejemplo
persuadir a otros no es una competencia, sino algo que la persona debe hacer en
el trabajo. Para persuadir a otros eficientemente, la persona debe tener
ciertas Competencias: ser incisivo en su comprensión de los asuntos, ser
abierto en su forma de razonar a fin de encontrar opciones, desear resolver los
asuntos y obtener resultados, tener confianza en dirigir a otros, ser sensible
a los puntos de vista de otros, actuar en forma cooperativa con otros y estar
orientado hacia el logro de objetivos.
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