Los procesos de
enseñanza y aprendizaje, que constituyen, en buena medida, la razón de ser de
este tipo de organizaciones, no pueden aislarse del resto de los procesos que
tienen lugar en su seno y que están afectados por un conjunto de relaciones
mutuas entre ellos. Así, por ejemplo, la efectividad de la labor docente de un
profesor no es independiente de la consideración que de él posean sus
compañeros y la Dirección; la eficiencia del aprendizaje de los alumnos está
condicionada por el clima escolar de que goce el centro educativo; ambas
circunstancias están afectadas por el liderazgo de la Dirección y por la
eficacia de la acción directiva y éstos, a su vez, son estimulados por los
buenos resultados y por el reconocimiento y apoyo de la comunidad educativa. De
ahí la necesidad de situar las acciones de mejora de la calidad en una
perspectiva de gestión suficientemente abarcante.
La cuestión de los
valores, tanto en el plano individual como en el colectivo, constituye un
asunto central en una aproximación global a la calidad de las escuelas, en
particular, y de las organizaciones humanas, en general. Ignorar tal dimensión
equivale a reducir, probablemente a cero, las posibilidades de implantación y
desarrollo de un programa de calidad en la gestión y del logro de los
resultados esperados.
Una observación
sistemática de las organizaciones de calidad, tanto escolares como no
escolares, revela la existencia de un entramado coherente de valores
individuales y de valores compartidos que marca el ethos organizativo, orienta
las decisiones, da fuerza a los compromisos y otorga sentido a las actuaciones
de todo el personal.
Los valores centrales
que han de acompañar a las escuelas de calidad se agrupan mas bien en
"racimos éticos" al incluir cada uno una pluralidad de componentes.
En lo que sigue destacaremos tres de ellos:
- Una concepción humanista de las relaciones tanto internas como externas de la institución escolar.
- Una revalorización de la ética de la responsabilidad.
- Una actualización de la ética de la profesión docente.
- Una concepción humanista de las relaciones tanto internas como externas de la institución escolar.
- Una revalorización de la ética de la responsabilidad.
- Una actualización de la ética de la profesión docente.
En las escuelas de
calidad las relaciones con las personas se fundamentan en los principios de
respeto a la dignidad del individuo, de lealtad, es decir, de corrección ética
y de confianza recíprocas. Y estos principios presiden las relaciones de los
directivos con los profesores, de las profesores con los alumnos, de la
institución con las familias y de los alumnos entre sí y afectan, en general, a
toda la esfera de relación de la institución escolar.
Está fuera de toda
duda que ninguna organización humana es un paraíso y la escuela desde luego no
es una excepción. Como en todo espacio social, en ella se dan cita, a su
escala, esas dos facetas contrapuestas que son propias de la vida política, a
saber, los antagonismos entre personas o entre grupos y, a un tiempo, la integración
de todos en una comunidad.
La faceta de
conflicto constituye, con frecuencia, un capítulo importante de la vida de los
centros educativos por la confrontación de intereses entre personas, entre
departamentos o entre sectores de la comunidad educativa, o por las diferencias
existentes en las perspectivas propias de los diferentes niveles jerárquicos o
de realidad organizacional.
No obstante lo
anterior, las escuelas de calidad se proponen estimular la faceta de compromiso
y lo consiguen depositando confianza en las personas, y creando un clima de
reconocimiento, de motivación y de refuerzo, tanto de la dirección hacia los
profesores como de estos hacia los alumnos, mediante la transferencia de
expectativas positivas, la valoración de sus logros, la aceptación de sus ideas
y la exaltación de los buenos resultados.
Los profesores son
considerados, por principio, por la Dirección como profesionales expertos y su
liderazgo contribuye a convertir la institución escolar en un espacio social
vivo en donde el individuo puede integrarse como protagonista de un dinamismo
participativo de corte democrático, entendiendo aquí el calificativo en su
mejor sentido; esto es, la inteligencia y las aportaciones de todos son
valorados dentro de un ambiente que combina libertad y responsabilidad, que
estimula la reflexión, la expresión y la comunicación, pero que es riguroso y
exigente en cuando a la acción, a sus resultados y a sus consecuencias.
Orientada de este modo, la institución escolar se convierte en una unidad de
articulación de la sociedad, permitiendo a sus protagonistas ejercer, cada uno
a su nivel, una forma de participación efectiva y logrando una conciliación
equilibrada entre la dimensión integradora y comunitaria y el desarrollo y
ejercicio de la autonomía personal.
De acuerdo con
Bosworth, el enfoque humanista de las relaciones profesor-alumno comporta los
rasgos siguientes (Bosworth,1995):
- Demostrar respeto y educación al alumno, lo que implica escucharlo, dedicarle tiempo y voluntad de atenderlo personalmente.
- Valorarlo como individuo, es decir, mantener una relación personal con él reconociendo sus avances y sus logros.
- Ayudarle en sus problemas personales, es decir, estar disponible para dedicarle tiempo y ayuda en sus dificultades no académicas.
-Apoyarle en sus problemas académicos, animándole y guiándole en sus dificultades o explicándole la materia de forma más comprensible.
El diagnóstico previo
al diseño de un Plan de Mejora y la identificación de cuáles son los puntos
fuertes y los puntos débiles de un centro educativo requiere de una herramienta
de auto evaluación.
El Modelo Europeo de
Gestión de Calidad constituye, como es sabido, un instrumento de auto
evaluación que asume una visión global de la gestión y que se beneficia de una
orientación humanista. El citado Modelo combina, de forma ponderada, el interés
por las personas con la importancia de los recursos, de los procesos y de los
resultados y se beneficia de una in variancia de escala, esto es, puede ser
aplicado a organizaciones de cualquier propósito y de cualquier tamaño y
también a los propios individuos.
El Ministerio de Educación y Cultura está impulsando un movimiento en favor de la calidad en la gestión de los centros docentes. Su principal objetivo es contribuir a la mejora de los resultados de nuestro sistema educativo mediante el desarrollo de un conjunto de políticas centradas en la institución escolar como referente fundamental.
El marco en el que
cabe situar dicho movimiento es muy rico en significado e integra, con un
cierto grado de coherencia, las dimensiones epistemológica, ética, pragmática y
metodológica. La definición explícita de dicho marco clarifica los fundamentos,
facilita la reflexión sobre su contenido y sobre sus consecuencias, otorga
sentido a las acciones tanto individuales como institucionales y orienta el
desarrollo de los procesos de mejora.
En un contexto como
el presente, corresponde a la Administración educativa hacer llegar a los
centros docentes una percepción clara de cuáles son sus expectativas con
respecto a la mejora de la calidad; recursos, instrumentos y competencias para
llevar a cabo los procesos de planificación, su desarrollo y su evaluación;
métodos para promover la mejora continua; un seguimiento de la evolución de las
instituciones escolares en sus programas de mejora y, en general, un apoyo
decidido, en todos los niveles jerárquicos, para hacer posible el progreso.
La experiencia
acumulada en estos dos últimos años proporciona suficiente fundamento a la
creencia de que estamos ante un buen camino, ante una orientación adecuada para
hacer avanzar a los centros educativos -y al sistema escolar en su conjunto-
hacia esa meta incuestionable que consiste en preparar correctamente el futuro
de las nuevas generaciones y conseguir, en fin, una educación y una formación
de calidad para todos.
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