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viernes, 8 de marzo de 2013

LOS RETOS A LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XXI



Por: Julián De Zubiría Samper1

La escuela tradicional dio respuestas a las necesidades y requerimientos de las
sociedades agrarias e industrializadas. Enseñó a leer y a escribir; impartió normas
básicas de ortografía, de urbanidad y algoritmos aritméticos esenciales. Pero detrás
de ese programa encubierto, su verdadero y esencial papel consistió en dotar de
trabajadores obedientes y rutinarios a las fábricas, al agro y a las instituciones de la
“segunda ola” (Toffler, 1993). Reforzó la sumisión con el castigo, el grito y la vara;
enseñó la rutina mediante planas y algoritmos interminables. Para trabajar en las
fábricas, el campo y las instituciones propias del período industrial y agrario, éstas
eran las habilidades demandadas.

Sin embargo, la sociedad cambió de manera profunda y radical y ya la escuela
tradicional no responde a estas nuevas necesidades. La escuela tradicional se torna
obsoleta frente a los dramáticos cambios sociales, económicos y políticos vividos
desde hace más de cuatro décadas. Se torna ineficiente e inadecuada. No porque
siempre lo haya sido, sino porque la sociedad cambiante le plantea nuevos retos y
nuevas demandas.

Esto explica por qué, prácticamente en todos los países del mundo, se vive en la
actualidad un profundo desfase entre la sociedad y el sistema educativo. La escuela
dominante en el mundo entero sigue siendo la escuela tradicional. De esta manera
llegamos a una disociación creciente entre la escuela y la sociedad contemporánea.
Pero esta desarticulación no es exclusiva de América Latina, como con frecuencia
creen los maestros latinoamericanos, en tanto que los cambios descritos
corresponden a un mundo globalizado y porque la escuela tradicional sigue siendo
dominante incluso en los países industrializados.

Delval (1991) y Reich (1993) concuerdan en la tesis de que hoy en día no existe la
escuela para afrontar los retos necesarios del mañana en ningún país del mundo.
Delval es muy claro en la generalización del problema. Al respecto dice:
“Así pues, podemos afirmar que el tipo de enseñanza que se
proporciona en la mayoría de las escuelas, incluidas las de los
países más desarrollados, tiene como objetivo la producción de
individuos sumisos y contribuye al mantenimiento del orden
social, es en muchos aspectos una preparación para el trabajo
dependiente y alienado, por lo que limita los cambios sociales y
constituye un freno al potencial creativo de los individuos”. (Delval, 1989, p. 32) (S.N)

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