Es una verdadera pena que gente valiosa no pueda vivir de una manera no solo
decorosa, sino incluso holgada y bien reconocida, por el simple hecho de haber
elegido una profesión u oficio que debiendo ser el más admirado y uno de los que
más importancia conlleva para el ser humano, se encuentra tristemente devaluado
en nuestro país.
Me refiero al magisterio, una profesión vital para el desarrollo de la
humanidad y que en muchos países reviste gran importancia, sin embargo en
nuestro país no está bien reconocida, ni bien remunerada, lo cual es un problema
que no parece preocuparle al común denominador de la gente y en mi opinión es un
factor de peso que nos arrastra como un gran lastre que no nos permite salir de
nuestro subdesarrollo.
En México, la mayoría de la gente ve en un maestro de primaria a alguien que
no fue capaz de ser otra cosa. En definitiva es poca la gente que valora el
maravilloso trabajo que desarrollan estas personas y muestra de ello es el
salario que perciben. No conozco a ningún maestro de primaria en nuestro país
que tenga un salario mayor al de un ejecutivo y me pregunto ¿qué tiene mayor
importancia, hacer negocios o formar personas?
Pero al parecer en esta posmodernidad estamos tan absortos en los temas
materiales que hemos perdido de vista lo verdaderamente importante: “las
personas”.
Algo tenemos que hacer para revertir esta situación desafortunadamente
generalizada, tanto en el ámbito de la educación pública, como en la privada. Es
claro para mí que el concepto en general está equivocado y que tiene que haber
un cambio radical, el cual francamente se ve complicado de realizar.
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