LA GUERRA DE 1847
La guerra
de 1847 se convirtió en una cadena de derrotas sangrientas a pesar de la
resistencia de los mexicanos que, por ejemplo, resistieron durante dos días el
ataque de los estadounidenses en la Angostura.
Después de
las batallas de Churubusco y Padierna, el general Scott y sus tropas estaban en
las puertas de la Ciudad de México. Para ganar tiempo y preparar la defensa,
Santa Anna aceptó un armisticio y nombró a cuatro comisionados para que
negociaran la paz. Las pláticas fracasaron y las tropas estadounidenses
continuaron su avance venciendo a los mexicanos en Molino del Rey y
Chapultepec. Así, el 14 de septiembre de aquel año, los habitantes de la
capital del país despertaron cuando la ciudad comenzaba a ser ocupada y se
aprestaron para su defensa. A pesar del heroísmo, sus acciones fueron en vano.
Sin un
gobierno estable, el país corría el riesgo de desaparecer: gran parte de su
territorio estaba ocupado por los invasores. Por fortuna, los británicos
intervinieron y convencieron al gobierno estadounidense para que negociara la
paz.
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