Un rápido análisis permite afirmar que, hace unos pocos años, las
familias contaban con elementos de solidez propios muy superiores a los
actuales: tenían unas ficciones más profundas, mayor estabilidad, menor estrés,
más miembros y mayores oportunidades de interacción entre ellos, etc. En la actualidad, las familias,
a pesar de sus mejores niveles de formación y educación, están más afectadas
por influencias sociales negativas y son más débiles en su estructura, encontrándose inmersas, en muchos casos, en
problemas reales que afectan a su estabilidad. Carencia de ideales claros de
vida, dificultades de convivencia o ruptura del matrimonio,
etc. Esas familias necesitan más que nunca ayuda en la acción educativa profunda, y deben encontrar colaboración en
el ámbito escolar, dentro de un marco de confianza.
La peculiar relación existente entre escuela
y familia, exige de ellas una exquisita coordinación. Del mismo modo, la necesidad de personalización
para una verdadera formación, y la reciprocidad de la relación establecida,
solicitan crecientes grados de participación y comunicación
entre ambas instituciones.
Una relación de confianza Padres y Maestros:
Son los padres quienes gozan de esa relación de
intimidad única que exclusivamente se da en el seno de una familia y que
permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación,
soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus
miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.
Son, asimismo, los padres quienes están en
mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el
crecimiento en autonomía de sus hijos y, por tanto, la madurez: un crecimiento
en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica,
cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos
y errores.
Una relación de confianza Padres y Maestros:
Son los padres quienes gozan de esa relación de
intimidad única que exclusivamente se da en el seno de una familia y que
permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación,
soporte, etc., que influyen y modifican los comportamientos de todos sus
miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.
Son, asimismo, los padres quienes están en
mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el
crecimiento en autonomía de sus hijos y, por tanto, la madurez: un crecimiento
en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica,
cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos
y errores.
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