El tabaquismo es la
adicción al tabaco,
provocada principalmente por uno de sus componentes activos, la nicotina; la
acción de dicha sustancia acaba condicionando el abuso de su consumo. Dicha
adicción produce enfermedades nocivas para la salud del consumidor.
Según la
Organización Mundial de la Salud el tabaco es la
primera causa de invalidez y muerte prematura del mundo.[1] En
Europa el tabaquismo provoca cada año 1,2 millones de muertes. Está
directamente relacionado con la aparición de 29 enfermedades, de las cuales 10
son diferentes tipos de cáncer y de más
del 50 % de las enfermedades cardiovasculares. El fumar es
directamente responsable de aproximadamente el 90 % de las muertes por cáncer de pulmón y
aproximadamente el 80-90 % de la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica (EPOC) y enfisema.[2] En España cada año
mueren más de 50 000 personas debido al consumo de tabaco, más que por los
accidentes de tráfico y el consumo de todas las drogas ilegales juntas.
El tabaco es adictivo
[3] debido
principalmente a su componente activo, la nicotina, que
actúa sobre el sistema nervioso central. El fumador sufre
una dependencia física y psicológica que genera un síndrome de abstinencia, denominado
tabaquismo. La nicotina genera adicción, pero
tiene efectos antidepresivos y de alivio sintomático de la ansiedad. No se
utiliza en farmacia, porque en la segunda mitad del siglo XX se
descubrieron antidepresivos más eficaces y que no crean adicción. Tampoco se
emplea para el alivio sintomático de la ansiedad, salvo en casos excepcionales,
porque las benzodiacepinas, que son el tipo de tranquilizantes
más utilizado, también crean dependencia, pero se consideran más eficaces.
Es factor de riesgo en
enfermedades respiratorias, cardiovasculares,
distintos tipos de cáncer, y es especialmente perjudicial durante el embarazo. Además,
no sólo perjudica a los fumadores, sino también a los que respiran el mismo
aire (fumadores pasivos). El tabaquismo
es la principal causa de mortalidad, en la
mayoría de los países desarrollados, a principios del siglo XXI, aunque
hay otros estudios que indican que estas enfermedades atribuidas al tabaco son
en realidad la contaminación industrial y química, los aditivos alimentarios y
los pesticidas
utilizados en la agricultura[cita requerida]. Además,
el tabaco como tal es lo que menos se fuma, pues excepto el poco tabaco
natural, todo lo que se comercializa está adulterado con sustancias químicas
que le aportan dudosas o preocupantes propiedades como la de ser más adictivo o
mejorar su sabor, y otras que no se saben porque también tienen fórmulas
secretas.[cita requerida] Las
industrias agregan aditivos que el tabaco puro jamás ha tenido, aumentando la toxicidad que de
por sí ya tiene. Sin embargo es importante recalcar que el tabaco por muy puro
o de "liar" como se conoce, siempre causará daño irremediablemente,
por lo que la única opción que minimiza el riesgo de padecer enfermedades
respiratorias a edades avanzadas es simplemente no fumar.
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