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viernes, 8 de marzo de 2013


TRABAJO ENVIADO POR: SILVIA DE LOS SANTOS ESQUIVEL


CONCEPTO

Partiendo de la idea de Wallon del ser humano como unidad bio-psico-social, la psicomotricidad es un tipo de intervención que pretende el desarrollo integral del individuo, principalmente mediante el trabajo con  el cuerpo y el movimiento.
No debe confundirse con la educación física, que considera que el trabajo del ámbito físico mejora el ámbito psicológico. En psicomotricidad, lo físico, lo afectivo, lo social y lo cognitivo forman un todo. En educación física el movimiento es un objetivo en sí mismo; en  psicomotricidad es un medio.
La intervención psicomotriz tiene una dimensión educativa y una terapéutica. La dimensión educativa va dirigida, con carácter preventivo, a personas de cualquier edad, aunque es en educación infantil donde se está generalizando su uso.
Existen multitud de definiciones, unas hacen más hincapié en el aspecto técnico, otras en lo teórico, unas se centran más en lo motor y otras en lo global...Las asociaciones de psicomotricistas de España han consensuado la siguiente definición:
"Basado en una visión global de la persona, él termino "Psicomotricidad" integra las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomotrices, en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial. La Psicomotricidad, así definida desempeña un papel fundamental en el desarrollo armónico de la personalidad. Partiendo de esta concepción se desarrollan distintas formas de intervención psicomotriz que encuentra su aplicación, cualquiera que sea su edad, en los ámbitos preventivos, educativos, reeducativo y terapéutico."










CONTENIDOS

Los contenidos del trabajo psicomotor pueden agruparse de la siguiente manera:
Esquema corporal
Control tónico
Control postural
Equilibrio
Control respiratorio
Lateralidad
Control práxico (coordinación dinámica general y motricidad fina)
Organización espacio-temporal

Esquema corporal
Es el conocimiento o representación mental del propio cuerpo; incluye elementos cognitivos (conceptos referidos al cuerpo global y segmentariamente, y a sus posibilidades de acción) y elementos afectivos (de valoración de la propia imagen)

Control tónico
Es la adecuación de la tensión muscular a las diferentes situaciones de actividad y reposo. Está estrechamente relacionado con lo emocional y es la base del control postural y el equilibrio. También guarda relación con la construcción del esquema corporal por las informaciones propioceptivas que nos proporcionan los músculos.
Consecuencia del control tónico es la relajación, de la que pueden distinguirse dos tipos: automática y consciente. La automática se realiza en situaciones de fatiga, en ella la educadora interviene principalmente sobre los elementos físicos (luz, ruido, temperatura, postura adecuada...) y afectivos (seguridad, aceptación...). La relajación consciente precisa de un esquema corporal muy desarrollado por lo que no será posible dominarla antes de los 6 años; no obstante, pueden realizarse  aproximaciones mediante motivación táctil, auditiva y, finalmente, mediante imágenes.

Control postural
Nos sirve para obtener posiciones útiles en relación a nosotros mismos, los otros y el entorno economizando esfuerzos. El control postural está estructurado en torno a dos ejes corporales o planos imaginarios (horizontal y vertical) que dividen el cuerpo en derecha e izquierda y arriba y abajo.

Equilibrio
Tanto en situación estática como dinámica, es un estado que implica interacción entre la fuerza de la gravedad y los ejes corporales.

Control respiratorio
Está influenciado por los ritmos de actividad y reposo y por factores emocionales. A pesar de que la respiración es un movimiento reflejo de carácter permanente, puede someterse a un cierto control voluntario. Ese control puede referirse a las vías (nasal ó bucal), las fases (inspiración y espiración) y la forma (superior o torácica e inferior o abdominal). Sin control respiratorio no hay relajación.

Lateralidad
Nuestra intervención en este aspecto debería, en principio, no predisponer al niño a lateralizarse en uno u otro sentido, sino dejarle desarrollarse de forma espontánea. Solo en el caso de detectarse problemas (como un retraso en la lateralización) se debería realizar una intervención.

Control práxico
El control práxico exige el dominio de la mecánica  del cuerpo para la realización de actos concretos intencionales. Se puede distinguir entre coordinación dinámica general, coordinación dinámica específica, motricidad fina, praxias orofaciales y actividades de la vida diaria.
            La coordinación dinámica general hace referencia a movimientos que implican el conjunto del cuerpo. Englobaría todos los tipos de desplazamiento: reptar, gatear, trepar, marchar, correr, saltar, nadar...
Suele llamarse coordinación dinámica específica a movimientos del cuerpo en los que destaca la coordinación de elementos corporales concretos como aquellos que implican coordinación ojo-mano y ojo-pie (como lanzar y recoger pelotas).
La coordinación dinámica general y específica constituyen  lo que también se llama motricidad gruesa
            La motricidad fina englobaría todas aquellas actividades manipulativas que requieren de una cierta precisión en los movimientos manuales como enhebrar, apilar, encajar, ensartar...teniendo especial importancia la grafomotricidad.
            Las praxias orofaciales se refieren a todas aquellas actividades de movilización de la musculatura de la cara (y principalmente de la boca) que juegan un papel destacado en la expresión verbal y no verbal.
Por último, hay que tener en cuenta las actividades  de la vida diaria (vestirse y desvestirse, lavarse los dientes...) que suelen ser combinación de las anteriores.






Organización espacio-temporal
Los conceptos espaciales tales como arriba, abajo, dentro, fuera, lejos, cerca, juntos, separados...se dominan en primer lugar por la acción y luego por la representación. La orientación espacial está determinada por la cantidad y calidad de experiencias en las que la persona ha vivido las relaciones espaciales del propio cuerpo con los elementos del entorno.
Las nociones temporales se dominan después de las espaciales, a ello ayuda la repetición de rutinas, la comprensión de secuencias, las actividades de ritmo, etc

NIVELES DE INTERVENCIÓN

Se suelen considerar 5 niveles de la intervención y de la acción psicomotriz:

Nivel tónico-emocional
La actividad del niño está centrada en el tono y la emoción. La educadora tiene la función de ayudar al niño no solo a controlar sus emociones, sino a expresarlas y experimentarlas. En este nivel observaremos las siguientes conductas típicas:
-          situaciones de excitación o descarga, tanto individuales como grupales
-          intercambio tónico y fusión (jugar a pelear, a abrazarse, a meterse bajo una tela...)
-          relajación

Nivel sensoriomotor
En este nivel la actividad del niño es más controlada y se caracteriza por la búsqueda de la acción. Los objetos son meros instrumentos para desarrollar la acción. Son situaciones propias de este nivel:
-          actividades de equilibrio (caminar sobre colchonetas, llevar un objeto sobre la cabeza, mantenerse de pie sobre un bordillo...)
-          actividades de movimiento (rodar, reptar, saltar...)
-          procesos posturales (situaciones para facilitar la adopción de diferentes posturas)

Nivel perceptivo-motor
Son situaciones que permiten al niño investigar diferentes aspectos de la realidad forma, color, tamaño, peso, relaciones espacio-temporales...El niño responde a la percepción de la realidad concreta.
-          actividades de coordinación ojo-mano y ojo-pie
-          ajuste de la propia acción a las cualidades de los objetos (conducir mediante soplidos una pluma...)


Nivel proyectivo-simbólico
Ahora su acción se centra en responder a lo que ya conocen de la realidad. En este nivel ocupa un lugar importante el dominio de los diferentes lenguajes (corporal, gestual, verbal, musical, plástico...). Se pueden destacar las siguientes actividades simbólicas:
-          juegos de imitación
-          juegos de fantasía
-          expresar situaciones cambiando de lenguaje (pintar música o un cuento...)



Nivel sígnico-conceptual
La acción del niño ya está conceptualizada y es capaz de utilizar signos para regularla. Las actividades  propias de este nivel  son muy conceptuales, pueden hacer uso de signos convencionales o inventados y suele tener mucho peso lo verbal.


CUESTIONES PRÁCTICAS

Para llevar a cabo sesiones de psicomotricidad hay que tener en cuenta espacios, materiales y dinámica de las sesiones.

Espacios
Las sesiones de psicomotricidad pueden realizarse en el aula o en el patio, pero es preferible tener un espacio adecuado a este fin. Habitualmente, la sala de psicomotricidad no es de uso exclusivo para esta actividad, sino que suele ser un espacio de uso múltiples (comedor, sala de espectáculos, “patio de lluvia”...). Lo importante es que reúna las siguientes características: amplitud, techado, suelo confortable (que permita actividades descalzos y disminuya las lesiones por caídas) y ordenado (sin distractores).

Materiales
Es importante que todo el material esté bien recogido y clasificado para lo que es necesario disponer de todo tipo de contenedores: baúles, bolsa de tela, cestos, armarios, cajas, bandejas, redes, etc.  Solo debería estar disponible el material que se va a utilizar en la sesión.
El mobiliario, en la medida de lo posible debe permitir un uso dinámico del espacio (sillas y mesas apilables, elementos que puedan ser fácilmente retirados, elementos versátiles...)
Material fungible es aquel cuyo uso implica un desgaste, se usa principalmente en actividades de plástica (ceras, pinturas, papel continuo, rotuladores, lápices, papel, gomets,  globos...)
Material específico de psicomotricidad: espejo grande, pelotas (de distintos tamaños, pesos, texturas, materiales), aros, conos, saquitos, módulos de espuma, ladrillos de plástico y de madera, bancos suecos, bolos, colchonetas, rampas, saltadores, zancos, telas, cuerdas, picas, instrumentos musicales, equipo de música, elementos de señalización (cinta adhesiva de colores, señales de tráfico, flechas, plantillas de pies y manos ...), maquillaje, disfraces, túneles (gusanos)...

Dinámica de las sesiones
La duración deberá ser ajustada a la edad de los niños, no debería sobrepasar de una hora, y eso con niños mayores y ya avanzado el curso. Es preferible una actividad corta que deja ganas de continuar que una larga en la que ya se han agotado todas las posibilidades.
La estructura debería ser siempre similar (a los niños les gustan las actividades bien secuenciadas que les permiten anticipar los acontecimientos) con alguna actividad de inicio, alguna de desarrollo y alguna de final.
En el momento de inicio conviene incluir  rituales (cantar una canción ya conocida, ir a la sala de una determinada manera, quitarse los zapatos...), alguna charla para motivar, un corro, un juego tranquilo...Debe tener un componente muy afectivo.
El momento de desarrollo es en el que se pondrán en juego las posibilidades de los niños, se plantearán retos, se descargarán tensiones, etc
El momento final es de vuelta a la calma tras la excitación física y mental. Aquí tienen cabida una pequeña conversación sobre la actividad realizada, un dibujo, un masaje o cualquier otra actividad relajante.
Se debe fomentar el cuidado del material y finalizar cada actividad con la recogida ritualizada del mismo.
El  papel del educador va a variar en función de la tendencia que se siga pero siempre será muy activo.


TENDENCIAS EN PSICOMOTRICIDAD

Diferentes educadores actúan de manera diferente y no solo por sus diferencias personales.

La intervención psicomotriz puede variar según el papel que desempeña el educador sea directivo o no directivo. El directivo implica una intervención más sistemática, más científica, más estructurada, en la que la planificación previa tiene un peso determinante.
El modelo no directivo es más intuitivo, intenta adaptarse a los deseos del niño en cada momento, por lo que no sigue una programación estructurada sino que más bien se limita a crear una situación de partida.
Lógicamente, se puede optar por modelos intermedios.

Otra fuente de diferencias entre psicomotricistas depende de la corriente psicológica en la que se inspiren. Los educadores afines al conductismo pondrán el énfasis en el desarrollo de comportamientos concretos, el uso de modelos a imitar, la planificación minuciosa de las sesiones, etc. Los educadores afines al psicoanálisis se centrarán más en la vivencia personal, en lo afectivo, en lo simbólico...

Algunas corrientes de importancia son la psicocinética, la psicopedagógica y la relacional.

La tendencia psicocinética propuesta por Le Boulch se caracteriza por una alta estructuración en sintonía con los intereses del niño y las necesidades evolutivas de su edad de referencia. Pretende lograr la estructuración de la personalidad mediante el uso del movimiento en todas sus formas, jugando un importante papel las adquisiciones instrumentales y  las actividades de expresión.

La corriente psicopedagógica de Picq y Váyer es también muy sistemática y se define como la utilización de los recursos de la educación física para normalizar o mejorar el comportamiento del niño. La intervención está secuenciada con actividades que gradualmente aumentan de dificultad.

La corriente relacional o vivenciada de Lapierre y Aucouturier se fundamenta en el psicoanálisis y promueve un tipo de sesiones con un mínimo de intervención por parte del educador. Otorgan especial importancia a la vivencia del placer y a los actos simbólicos, entre los que subrayan aquellos que sirven para liberar la agresividad. Se centran en la primera infancia porque consideran que las líneas generales de la personalidad  son persistentes a partir de los 3 años. Lapierre es el menos directivo, se limita  a presentar un único tipo de material para evitar la dispersión y permitir una actividad continuada; no hace propuestas, imita al niño en su actividad o le responde en complementariedad, evitando un exceso de verbalización para potenciar la comunicación no verbal.

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