TRABAJO ENVIADO POR: SILVIA DE LOS SANTOS ESQUIVEL
CONCEPTO
Partiendo de la idea de Wallon del ser
humano como unidad bio-psico-social, la psicomotricidad es un tipo de
intervención que pretende el desarrollo integral del individuo, principalmente
mediante el trabajo con el cuerpo y el
movimiento.
No debe confundirse con la educación
física, que considera que el trabajo del ámbito físico mejora el ámbito
psicológico. En psicomotricidad, lo físico, lo afectivo, lo social y lo
cognitivo forman un todo. En educación física el movimiento es un objetivo en
sí mismo; en psicomotricidad es un
medio.
La intervención psicomotriz tiene una
dimensión educativa y una terapéutica. La dimensión educativa va dirigida, con
carácter preventivo, a personas de cualquier edad, aunque es en educación infantil
donde se está generalizando su uso.
Existen multitud de definiciones, unas
hacen más hincapié en el aspecto técnico, otras en lo teórico, unas se centran
más en lo motor y otras en lo global...Las asociaciones de psicomotricistas de
España han consensuado la siguiente definición:
"Basado en una visión global de
la persona, él termino "Psicomotricidad" integra las interacciones
cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomotrices, en la capacidad de ser
y de expresarse en un contexto psicosocial. La Psicomotricidad ,
así definida desempeña un papel fundamental en el desarrollo armónico de la
personalidad. Partiendo de esta concepción se desarrollan distintas formas de
intervención psicomotriz que encuentra su aplicación, cualquiera que sea su
edad, en los ámbitos preventivos, educativos, reeducativo y terapéutico."
CONTENIDOS
Los contenidos del trabajo psicomotor pueden agruparse de
la siguiente manera:
Esquema corporal
Control tónico
Control postural
Equilibrio
Control respiratorio
Lateralidad
Control práxico (coordinación dinámica general
y motricidad fina)
Organización espacio-temporal
Esquema
corporal
Es el conocimiento o representación
mental del propio cuerpo; incluye elementos cognitivos (conceptos referidos al
cuerpo global y segmentariamente, y a sus posibilidades de acción) y elementos
afectivos (de valoración de la propia imagen)
Control
tónico
Es la adecuación de la tensión
muscular a las diferentes situaciones de actividad y reposo. Está estrechamente
relacionado con lo emocional y es la base del control postural y el equilibrio.
También guarda relación con la construcción del esquema corporal por las
informaciones propioceptivas que nos proporcionan los músculos.
Consecuencia del control tónico es la relajación, de la que pueden
distinguirse dos tipos: automática y consciente. La automática se realiza en
situaciones de fatiga, en ella la educadora interviene principalmente sobre los
elementos físicos (luz, ruido, temperatura, postura adecuada...) y afectivos
(seguridad, aceptación...). La relajación consciente precisa de un esquema
corporal muy desarrollado por lo que no será posible dominarla antes de los 6
años; no obstante, pueden realizarse
aproximaciones mediante motivación táctil, auditiva y, finalmente, mediante
imágenes.
Control
postural
Nos sirve para obtener posiciones
útiles en relación a nosotros mismos, los otros y el entorno economizando
esfuerzos. El control postural está estructurado en torno a dos ejes corporales
o planos imaginarios (horizontal y vertical) que dividen el cuerpo en derecha e
izquierda y arriba y abajo.
Equilibrio
Tanto en situación estática como
dinámica, es un estado que implica interacción entre la fuerza de la gravedad y
los ejes corporales.
Control
respiratorio
Está influenciado por los ritmos de
actividad y reposo y por factores emocionales. A pesar de que la respiración es
un movimiento reflejo de carácter permanente, puede someterse a un cierto
control voluntario. Ese control puede referirse a las vías (nasal ó bucal), las
fases (inspiración y espiración) y la forma (superior o torácica e inferior o
abdominal). Sin control respiratorio no hay relajación.
Lateralidad
Nuestra intervención en este aspecto
debería, en principio, no predisponer al niño a lateralizarse en uno u otro
sentido, sino dejarle desarrollarse de forma espontánea. Solo en el caso de
detectarse problemas (como un retraso en la lateralización) se debería realizar
una intervención.
Control
práxico
El control práxico exige el dominio de
la mecánica del cuerpo para la realización
de actos concretos intencionales. Se puede distinguir entre coordinación
dinámica general, coordinación dinámica específica, motricidad fina, praxias
orofaciales y actividades de la vida diaria.
La
coordinación dinámica general hace
referencia a movimientos que implican el conjunto del cuerpo. Englobaría todos los
tipos de desplazamiento: reptar, gatear, trepar, marchar, correr, saltar,
nadar...
Suele llamarse coordinación dinámica específica a
movimientos del cuerpo en los que destaca la coordinación de elementos
corporales concretos como aquellos que implican coordinación ojo-mano y ojo-pie
(como lanzar y recoger pelotas).
La coordinación
dinámica general y específica constituyen
lo que también se llama motricidad
gruesa
La
motricidad fina englobaría todas
aquellas actividades manipulativas que requieren de una cierta precisión en los
movimientos manuales como enhebrar, apilar, encajar, ensartar...teniendo
especial importancia la grafomotricidad.
Las
praxias orofaciales se refieren a
todas aquellas actividades de movilización de la musculatura de la cara (y
principalmente de la boca) que juegan un papel destacado en la expresión verbal
y no verbal.
Por último, hay
que tener en cuenta las actividades de la vida diaria (vestirse y
desvestirse, lavarse los dientes...) que suelen ser combinación de las
anteriores.
Organización
espacio-temporal
Los conceptos espaciales tales como
arriba, abajo, dentro, fuera, lejos, cerca, juntos, separados...se dominan en
primer lugar por la acción y luego por la representación. La orientación
espacial está determinada por la cantidad y calidad de experiencias en las que
la persona ha vivido las relaciones espaciales del propio cuerpo con los
elementos del entorno.
Las nociones temporales se dominan
después de las espaciales, a ello ayuda la repetición de rutinas, la
comprensión de secuencias, las actividades de ritmo, etc
NIVELES
DE INTERVENCIÓN
Se suelen considerar 5 niveles de la
intervención y de la acción psicomotriz:
Nivel
tónico-emocional
La actividad del niño está centrada en
el tono y la emoción. La educadora tiene la función de ayudar al niño no solo a
controlar sus emociones, sino a expresarlas y experimentarlas. En este nivel
observaremos las siguientes conductas típicas:
-
situaciones
de excitación o descarga, tanto individuales como grupales
-
intercambio
tónico y fusión (jugar a pelear, a abrazarse, a meterse bajo una tela...)
-
relajación
Nivel
sensoriomotor
En este nivel la actividad del niño es
más controlada y se caracteriza por la búsqueda de la acción. Los objetos son
meros instrumentos para desarrollar la acción. Son situaciones propias de este
nivel:
-
actividades
de equilibrio (caminar sobre colchonetas, llevar un objeto sobre la cabeza,
mantenerse de pie sobre un bordillo...)
-
actividades
de movimiento (rodar, reptar, saltar...)
-
procesos
posturales (situaciones para facilitar la adopción de diferentes posturas)
Nivel
perceptivo-motor
Son situaciones que permiten al niño
investigar diferentes aspectos de la realidad forma, color, tamaño, peso, relaciones
espacio-temporales...El niño responde a la percepción de la realidad concreta.
-
actividades
de coordinación ojo-mano y ojo-pie
-
ajuste
de la propia acción a las cualidades de los objetos (conducir mediante soplidos
una pluma...)
Nivel
proyectivo-simbólico
Ahora su acción se centra en responder
a lo que ya conocen de la realidad. En este nivel ocupa un lugar importante el
dominio de los diferentes lenguajes (corporal, gestual, verbal, musical,
plástico...). Se pueden destacar las siguientes actividades simbólicas:
-
juegos
de imitación
-
juegos
de fantasía
-
expresar
situaciones cambiando de lenguaje (pintar música o un cuento...)
Nivel
sígnico-conceptual
La acción del niño ya está
conceptualizada y es capaz de utilizar signos para regularla. Las actividades propias de este nivel son muy conceptuales, pueden hacer uso de
signos convencionales o inventados y suele tener mucho peso lo verbal.
CUESTIONES
PRÁCTICAS
Para llevar a cabo sesiones de
psicomotricidad hay que tener en cuenta espacios, materiales y dinámica de las
sesiones.
Espacios
Las sesiones de psicomotricidad pueden
realizarse en el aula o en el patio, pero es preferible tener un espacio
adecuado a este fin. Habitualmente, la sala de psicomotricidad no es de uso
exclusivo para esta actividad, sino que suele ser un espacio de uso múltiples
(comedor, sala de espectáculos, “patio de lluvia”...). Lo importante es que
reúna las siguientes características: amplitud, techado, suelo confortable (que
permita actividades descalzos y disminuya las lesiones por caídas) y ordenado
(sin distractores).
Materiales
Es importante que todo el material
esté bien recogido y clasificado para lo que es necesario disponer de todo tipo
de contenedores: baúles, bolsa de tela, cestos, armarios, cajas, bandejas, redes,
etc. Solo debería estar disponible el
material que se va a utilizar en la sesión.
El mobiliario, en la medida de lo
posible debe permitir un uso dinámico del espacio (sillas y mesas apilables,
elementos que puedan ser fácilmente retirados, elementos versátiles...)
Material fungible es aquel cuyo uso
implica un desgaste, se usa principalmente en actividades de plástica (ceras,
pinturas, papel continuo, rotuladores, lápices, papel, gomets, globos...)
Material específico de
psicomotricidad: espejo grande, pelotas (de distintos tamaños, pesos, texturas,
materiales), aros, conos, saquitos, módulos de espuma, ladrillos de plástico y
de madera, bancos suecos, bolos, colchonetas, rampas, saltadores, zancos,
telas, cuerdas, picas, instrumentos musicales, equipo de música, elementos de
señalización (cinta adhesiva de colores, señales de tráfico, flechas,
plantillas de pies y manos ...), maquillaje, disfraces, túneles (gusanos)...
Dinámica
de las sesiones
La duración deberá ser ajustada a la
edad de los niños, no debería sobrepasar de una hora, y eso con niños mayores y
ya avanzado el curso. Es preferible una actividad corta que deja ganas de
continuar que una larga en la que ya se han agotado todas las posibilidades.
La estructura debería ser siempre
similar (a los niños les gustan las actividades bien secuenciadas que les
permiten anticipar los acontecimientos) con alguna actividad de inicio, alguna
de desarrollo y alguna de final.
En el momento de inicio conviene
incluir rituales (cantar una canción ya
conocida, ir a la sala de una determinada manera, quitarse los zapatos...),
alguna charla para motivar, un corro, un juego tranquilo...Debe tener un
componente muy afectivo.
El momento de desarrollo es en el que
se pondrán en juego las posibilidades de los niños, se plantearán retos, se
descargarán tensiones, etc
El momento final es de vuelta a la
calma tras la excitación física y mental. Aquí tienen cabida una pequeña
conversación sobre la actividad realizada, un dibujo, un masaje o cualquier
otra actividad relajante.
Se debe fomentar el cuidado del
material y finalizar cada actividad con la recogida ritualizada del mismo.
El papel del educador va a variar en función de
la tendencia que se siga pero siempre será muy activo.
TENDENCIAS
EN PSICOMOTRICIDAD
Diferentes educadores actúan de manera
diferente y no solo por sus diferencias personales.
La intervención psicomotriz puede
variar según el papel que desempeña el educador sea directivo o no directivo.
El directivo implica una
intervención más sistemática, más científica, más estructurada, en la que la
planificación previa tiene un peso determinante.
El modelo no directivo es más intuitivo, intenta adaptarse a los deseos del
niño en cada momento, por lo que no sigue una programación estructurada sino
que más bien se limita a crear una situación de partida.
Lógicamente, se puede optar por
modelos intermedios.
Otra fuente de diferencias entre
psicomotricistas depende de la corriente psicológica en la que se inspiren. Los
educadores afines al conductismo pondrán el énfasis en el desarrollo de
comportamientos concretos, el uso de modelos a imitar, la planificación
minuciosa de las sesiones, etc. Los educadores afines al psicoanálisis se
centrarán más en la vivencia personal, en lo afectivo, en lo simbólico...
Algunas corrientes de importancia son
la psicocinética, la psicopedagógica y la relacional.
La tendencia psicocinética propuesta por Le Boulch se caracteriza por una alta
estructuración en sintonía con los intereses del niño y las necesidades
evolutivas de su edad de referencia. Pretende lograr la estructuración de la
personalidad mediante el uso del movimiento en todas sus formas, jugando un
importante papel las adquisiciones instrumentales y las actividades de expresión.
La corriente psicopedagógica de Picq y Váyer es también muy sistemática y se
define como la utilización de los recursos de la educación física para
normalizar o mejorar el comportamiento del niño. La intervención está
secuenciada con actividades que gradualmente aumentan de dificultad.
La corriente relacional o vivenciada de Lapierre y Aucouturier se fundamenta en
el psicoanálisis y promueve un tipo de sesiones con un mínimo de intervención
por parte del educador. Otorgan especial importancia a la vivencia del placer y
a los actos simbólicos, entre los que subrayan aquellos que sirven para liberar
la agresividad. Se centran en la primera infancia porque consideran que las
líneas generales de la personalidad son
persistentes a partir de los 3 años. Lapierre es el menos directivo, se limita a presentar un único tipo de material para
evitar la dispersión y permitir una actividad continuada; no hace propuestas,
imita al niño en su actividad o le responde en complementariedad, evitando un
exceso de verbalización para potenciar la comunicación no verbal.
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