Diferencias
fonéticas
El acento de intensidad prevaleció
sobre el ritmo cuantitativo del latín clásico. Las vocales largas se hicieron
cerradas; y se convirtieron en abiertas las breves, quedando reducidas a siete las
diez vocales del latín clásico.
Las breces átonas e, i se transformaron en semiconsonantes y dieron origen al
elemento fónico yod, que hace surgir a los elementos platales, como la ll y la ñ, ignorados en el latín literario.
En el latín vulgar se observan
características que pasan a las lenguas romances y que antes no existían:
cambio del diptongo au en o (orum, por aurum) y de i breve en e (bebo por bibo y frecare por fricare)
Diferencias
morfológicas
Desaparecieron las cinco
declinaciones clásicas, sustituyéndose las desinencias casuales por
preposiciones; el comparativo clásico (brevior)
fue reemplazado por una circunlocución (magis
Breve), a las formas pasivas simples sucedió una perífrasis; y el futuro
imperfecto (amobo) fue sustituido por
el infinitivo y la correspondiente forma del verbo habére (amare-habeo> amaré; amare-habetis> amaréis, etc.)
En el latín vulgar surge el
artículo y, para ello se acude a los demostrativos, considerados como simples
acompañantes del sustantivo Ej.: ille
homo: el hombre, illa mensa: la
mesa.
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