Los trabalenguas, también llamados destrabalenguas,
pertenecen a la literatura oral y forman parte del folklore de los pueblos. Su
origen es principalmente popular .
Los trabalenguas se componen de frases en las que aparecen palabras con sílabas reiterativas, que resultan difíciles de pronunciar.
En cuestión de forma, tienen un parentesco directo con las rimas infantiles y por ser divertidos y entretenidos atraen a los niños desde temprana edad.
La pronunciación y elaboración de trabalenguas produce en los niños gusto y deleite por el uso de la lengua y favorece su aprendizaje. Por eso son muy valiosos para realizar los primeros acercamientos a una lengua.
Los trabalenguas son un juego que a la vez resulta terapéutico, pues ayuda a los niños a una correcta pronunciación, cuando presentan dificultad en la adquisición de esta habilidad.
El objetivo de los trabalenguas está en poder decirlos con claridad y rapidez, aumentando la velocidad sin dejar de pronunciar ninguna de las palabras, ni cometer errores.
Además de ser una actividad entretenida y divertida, estimulan la memoria y auditiva y son útiles para adquirir rapidez de habla, con precisión y sin equivocarse.
Los trabalenguas sirven de juegos y entretenimiento para ver quién pronuncia mejor y más rápidamente.
Dinámica para el aula:
Una dinámica para el aula utilizando trabalenguas es que los alumnos elijan al rey o la reina de los trabalenguas. Cada estudiante escribirá en una hoja de papel un trabalenguas, luego intercambiarán las hojas y uno por uno realizará la pronunciación.
Al final todos votarán para elegir a quien lo hizo mejor.
Los trabalenguas se componen de frases en las que aparecen palabras con sílabas reiterativas, que resultan difíciles de pronunciar.
En cuestión de forma, tienen un parentesco directo con las rimas infantiles y por ser divertidos y entretenidos atraen a los niños desde temprana edad.
La pronunciación y elaboración de trabalenguas produce en los niños gusto y deleite por el uso de la lengua y favorece su aprendizaje. Por eso son muy valiosos para realizar los primeros acercamientos a una lengua.
Los trabalenguas son un juego que a la vez resulta terapéutico, pues ayuda a los niños a una correcta pronunciación, cuando presentan dificultad en la adquisición de esta habilidad.
El objetivo de los trabalenguas está en poder decirlos con claridad y rapidez, aumentando la velocidad sin dejar de pronunciar ninguna de las palabras, ni cometer errores.
Además de ser una actividad entretenida y divertida, estimulan la memoria y auditiva y son útiles para adquirir rapidez de habla, con precisión y sin equivocarse.
Los trabalenguas sirven de juegos y entretenimiento para ver quién pronuncia mejor y más rápidamente.
Dinámica para el aula:
Una dinámica para el aula utilizando trabalenguas es que los alumnos elijan al rey o la reina de los trabalenguas. Cada estudiante escribirá en una hoja de papel un trabalenguas, luego intercambiarán las hojas y uno por uno realizará la pronunciación.
Al final todos votarán para elegir a quien lo hizo mejor.
Los trabalenguas además de ser divertidos
representan un reto para cualquiera. Si te gustan los trabalenguas, puedes
hacer competencias con tus padres, abuelos, hermanos y amigos. Verás que será
muy divertido y entretenido.
Prueba a aprender los siguientes trabalenguas:
• Le aviso al público de la República
que el agua pública se va a cobrar,
para que el público de la República
tenga agua pública para tomar.
•Si yo como cómo como, y tu comes como comes.
¿Cómo comes, cómo como?
Si yo como cómo como.
• El amor es una locura que sólo la cura el cura,
pero el cura que la cura, comete una gran locura.
• Yo tenía una Jipijapa con muchos Jipijapitos,
iba a coger un Jipijapito y me picó la Jipijapa.
• Nadie silba como Silvia silba,
porque el que silba como Silvia
sabría silbar como Silvia silba.
• Cuando cuentes cuentos,
cuenta cuántos cuentos cuentas,
porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas,
nunca sabrás cuántos cuentos, cuentas tú.
• Pancha plancha con la plancha
con la plancha, Pancha plancha.
• La reina de la coca-cola
se quiere descocacolizar
el descocacolizador
que la descocacolice
buen descocacolizador será.
• Un enredador, muy enredadizo,
enredó a un roedor muy enredado,
que ni el mejor desenredador
podría desenredar.
Notas relacionadas: Los trabalenguas y sus beneficios
—Profesor:
¿Qué debo hacer para repartir 11 patatas entre 7 personas?
—Alumno: Puré de patata, señor profesor.
—Profesor: Joaquín, diga el presente del indicativo del verbo caminar.
—Alumno: Yo camino, tu caminas, el camina…
— Profesor: ¡Más deprisa!
—Alumno: Nosotros corremos, vosotros corréis, ellos corren.
—Profesor: Llovía”, ¿Qué tiempo es?
—Alumno: Es un tiempo muy malo, señor profesor.
—Profesor: ¿Cuántos corazones tenemos nosotros?
—Alumno: Dos, señor profesor.
—Profesor: ¿Dos?
—Alumno: Si, el mío y el suyo.
Dos alumnos llegan tarde a la escuela y dicen como justificación:
—Alumno 1: Me he despertado tarde, he soñado que fui a la Polinesia y el viaje ha tardado mucho.
—Alumno 2: Y yo me he ido a esperarlo al aeropuerto.
—Profesor: Paco, diga cinco cosas que contengan leche.
—Alumno: Sí señor profesor: un queso y cuatro vacas.
—Profesor preguntando en un examen oral a un alumno de Derecho : ¿Qué es un fraude?
—Alumno: “Un fraude es lo que está haciendo usted.”
El profesor indignado responde, ¿Cómo es eso?
—Alumno : Según el código penal, comete fraude todo aquél que se aprovecha de la ignorancia del otro para perjudicarlo.
—Profesora: María, señale en el mapa donde queda América del Norte.
—María: ¡Aquí está!
—Profesora: Correcto. Ahora los demás respondan ¿Quién descubrió América?
—Los demás dicen: María
—Profesora: Juanito, dime con sinceridad, ¿Rezas antes de las comidas?”
—Juanito: No, Sra. profesora, no lo necesito, mi madre es buena cocinera.
—Profesora: Arturo, tu redacción “Mi perro” es exactamente igual a la de tu hermano, ¿La has copiado?”
—Arturo: No, profesora, es que el perro es el mismo.
—Profesora: Carlitos, ¿Qué nombre se da a una persona que continúa hablando aunque los demás no estén interesados?
—Carlitos: Profesora
—Alumno: Puré de patata, señor profesor.
—Profesor: Joaquín, diga el presente del indicativo del verbo caminar.
—Alumno: Yo camino, tu caminas, el camina…
— Profesor: ¡Más deprisa!
—Alumno: Nosotros corremos, vosotros corréis, ellos corren.
—Profesor: Llovía”, ¿Qué tiempo es?
—Alumno: Es un tiempo muy malo, señor profesor.
—Profesor: ¿Cuántos corazones tenemos nosotros?
—Alumno: Dos, señor profesor.
—Profesor: ¿Dos?
—Alumno: Si, el mío y el suyo.
Dos alumnos llegan tarde a la escuela y dicen como justificación:
—Alumno 1: Me he despertado tarde, he soñado que fui a la Polinesia y el viaje ha tardado mucho.
—Alumno 2: Y yo me he ido a esperarlo al aeropuerto.
—Profesor: Paco, diga cinco cosas que contengan leche.
—Alumno: Sí señor profesor: un queso y cuatro vacas.
—Profesor preguntando en un examen oral a un alumno de Derecho : ¿Qué es un fraude?
—Alumno: “Un fraude es lo que está haciendo usted.”
El profesor indignado responde, ¿Cómo es eso?
—Alumno : Según el código penal, comete fraude todo aquél que se aprovecha de la ignorancia del otro para perjudicarlo.
—Profesora: María, señale en el mapa donde queda América del Norte.
—María: ¡Aquí está!
—Profesora: Correcto. Ahora los demás respondan ¿Quién descubrió América?
—Los demás dicen: María
—Profesora: Juanito, dime con sinceridad, ¿Rezas antes de las comidas?”
—Juanito: No, Sra. profesora, no lo necesito, mi madre es buena cocinera.
—Profesora: Arturo, tu redacción “Mi perro” es exactamente igual a la de tu hermano, ¿La has copiado?”
—Arturo: No, profesora, es que el perro es el mismo.
—Profesora: Carlitos, ¿Qué nombre se da a una persona que continúa hablando aunque los demás no estén interesados?
—Carlitos: Profesora
EL HADA FEA
Había una
vez una aprendiz de hada madrina que era mágica y maravillosa, y la más lista y
amable de las hadas, pero también era un hada muy fea, y por mucho que se
esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados
en que lo más importante de una hada tenía que ser su belleza. En la escuela de
hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un
niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya le
estaban gritando:
- ¡Fea!,
¡Bicho!, ¡Lárgate de aquí!
Aunque
pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un
encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su
mamá de pequeña: “ Tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas;
y seguro que es así por alguna razón especial...”
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
Autor:
Pedro Pablo Sacristan
Enseñanza: “Todos podemos conseguir grandes cosas, y tenemos en nosotros lo necesario para conseguirlas. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar sólo por cómo nos vean los demás.”
Hubo una
vez en un lugar, una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un
conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago
que le entregó un saco con varias ramitas. "Son mágicas, y serán aún más
mágicas si sabes usarlas", le dijo el mago. El conejito se moría de
hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar. "Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó cómo sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él.
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja, llena de agua y comida para todos los animales.
El conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Autor: Pedro Pablo Sacristan
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar. "Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó cómo sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él.
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja, llena de agua y comida para todos los animales.
El conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Autor: Pedro Pablo Sacristan
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