Los padres transmitimos a
los hijos nuestras creencias y actitudes, les enseñamos unos valores que para
nosotros son importantes. Con nuestros hábitos, estilos de vida y
comportamientos les estamos mostrando el ejemplo de cómo hay que comportarse.
Por eso es importante que nos preguntemos sobre nuestras propias creencias y
actitudes, valores, hábitos de vida, sobre cómo nos comportamos, y cómo esto
puede estar influyendo en nuestros hijos.
Podemos preguntarnos cuáles son
nuestras creencias sobre las drogas, por ejemplo, si pensamos que son dañinas o
creemos que no lo son, si pensamos que todas las drogas son nocivas o sólo
algunas, si creemos que los problemas de drogas no pueden afectar a nuestra
familia o si pensamos que seguro que nos ocurre. Podemos pensar qué actitud
tenemos ante las drogas, si es una actitud de rechazo y si lo es, si ese
rechazo es total o parcial, o si por el contrario somos permisivos con las
drogas, si nuestra actitud hacia los problemas de las drogas es positiva o
negativa, si somos optimistas o pesimistas, si creemos que los problemas de
drogas tienen solución, si ocurriera en nuestra familia un problema de drogas
qué creemos que haríamos, si lo afrontaríamos, si creemos que lo
solucionaríamos. También podemos preguntarnos acerca de los valores que
consideramos importantes, y cómo pueden estar relacionados con las drogas.
En resumen, podemos decir que
educamos a nuestros hijos en base a unos valores que indican lo que está bien y
lo que está mal, y que guían su comportamiento, enseñándoles lo que hay que
hacer y lo que no hay que hacer.
Indudablemente compañera gran parte de la educación de nuestros niños y jovenes proviene de la familia, es por esto que es importante hacer conciencia de lo que les transmitimos y los valores que practicamos dentro de casa.
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