FORMAS DE EDUCAR
Se ha escrito sobre tres formas de educar:
la espontánea, que consiste en “dejar
hacer” al educando, en no intervenir, ni orientar, ni estimular. El chico se mueve según sus propias normas de conducta. En
ocasiones, detrás de esta actitud está el abandonismo y el dimitir de las
responsabilidades de educador.
El voluntarismo, según la cual el educando se autoeduca con
esfuerzos personales, fortaleciendo su fuerza de voluntad. El educando no se
dirige a lo que le gusta o apetece, sino a lo que a la larga es mejor para él.
Esta forma de educar es aconsejable, aunque sin caer en los excesos.
Vía intermedia entre las dos
anteriores. El chico conoce y vive unas normas de conducta claras en la familia,
en la escuela y en la sociedad y a la vez desarrolla su libertad
responsablemente. El educando se mueve entre la autoridad de los educadores y la
libertad personal. Ambos elementos son necesarios. Podemos decir que educar es
convertir a alguien en una persona más libre e independiente. Si el proceso
educativo esclaviza y no libera de verdad, a la larga tendrá un valor
negativo.
Pero el hombre es un ser inacabado y siempre necesita estar haciéndose a
sí mismo. En otras palabras, la formación no termina nunca. Es el eterno
retornello que comporta todo lo humano. Es un proceso gradual y ascendente que
conduce a la realización más completa de la persona, tanto de sus facultades
personales (físicas, intelectuales, afectivas y de la voluntad) como de sus
relaciones con los demás (familia, amistades y sociedad).
El educador no sólo ha de transmitir conocimientos sino enseñar a vivir y
de aquí emergen los valores. Se han de tener objetivos claros como dice esta
máxima: Nihil volitum nisi praecognitum, es decir, no hay voluntad si no hay
conocimiento de la meta. Y el objetivo es el conjunto de valores humanos y
sobrenaturales, que los educandos han de conocer y asimilar.
La labor del
educador sería como la de un sabio en frase de Sócrates a su amigo Hipócrates:
“Un sabio es un comerciante que vende géneros de los que se nutre el alma”.
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