Mal que bien
(o mal y bien), el comunicólogo se está ganando un espacio en el concierto
de las
ciencias del hombre. Difícilmente, con penurias, el comunicólogo camina
salpicado
de algunos
conocimientos adquiridos en la formación académica de una especialidad que
bien a bien no
ha precisado su objeto de estudio. Generalmente, el comunicólogo –como
tal- vive para (y del) espacio docente e
investigativo. En muy pocas ocasiones tiene el
privilegio de
desempeñarse como tal fuera de este ámbito
(el sector profesional,
como
prestador de
sus servicios, por ejemplo). Hoy día, el espacio académico es una aventura.
Pero lo es más
cuando este sujeto tiene que enfrentarse a lo heteróclito de
su propia
disciplina, y
a lo polivalente de los problemas que busca observar y analizar. A veces cae
en la
tentación (y en
la necesidad) de ser sociólogo;
otras de emular al politólogo; hay
quien osa
incluso acercarse al psicólogo (o al psicoanalista). Por desgracia, pocos, muy
pocos han
incursionado en el terreno del filósofo y, salvo excepciones, casi nadie se ha
acercado al
trabajo del antropólogo.
En fin, el "comunicólogo" quien
pedestre y ocasionalmente pretende distanciarse del
"comunicador",
en ocasiones también realiza este oficio; al menos está obligado a hacerlo.
Como de una u
otra manera, a lo largo de su formación, el comunicólogo ha tentado al
mundo de los
medios de comunicación, también éstos lo han tentado a él. Sin pretender
entrar en un
debate semántico de los conceptos y sólo con el afán de ilustrar las ideas,
puede decirse
que hay quienes como
"comunicólogos"
quieren desempeñarse como
"comunicadores"
de los medios; aunque debemos reconocer también que en el ámbito de
los
científicos sociales, muchos se sienten con capacidades para desempeñar ese
trabajo.
Es parte del
oficio.
Pero,
precisamente, el comunicólogo al que nos referimos es aquél que ejerce el
oficio de
científico social
que se dedica a observar los
fenómenos de la comunicación, la
información,
la cultura de masas, y su impacto a nivel local, regional
y global. Por
desgracia, el
escaso basamento teórico propio de una disciplina que aún no existe como
tal (las
ciencias de la comunicación, las que más bien son una in-disciplina
intelectual), así
como de un
rigor metodológico ad hoc (si todavía es válido hablar de ello), el
comunicólogo
está obligado
a desarrollar "la imaginación sociológica" wrightmilliana, a la
manera de un
"bricolage
científico".
Asi que compañeros sintamos orgullosos si nos llaman COMUNICÓLOGOS jejeje
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