4º Grado. (El cuento de “El robot desprogramado”)
Orden y solidaridad.
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro
con todo lo que quería. Aunque no ayudaba mucho en casa, se puso contentísimo
cuando sus papás compraron un robot mayordomo último modelo. Desde ese momento,
iba a encargarse de hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo, recoger
la ropa y su cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que aquel
primer día Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al
día siguiente y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.
De hecho, estaba "demasiado" limpio,
porque no era capaz de encontrar su camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por
mucho que los buscó, no volvieron a aparecer, y lo mismo fue ocurriendo con
muchas otras cosas que desaparecían. Así que empezó a sospechar de su brillante
robot mayordomo. Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por todas
partes, hasta que le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus
juguetes del suelo y guardándoselo.
El niño fue corriendo a contar a sus padres
que el robot estaba roto y mal programado, y les pidió que lo cambiaran. Pero
sus padres dijeron que de ninguna manera, que eso era imposible y que estaban
encantados con el mayordomo. que además cocinaba divinamente. Así que Ricky
tuvo que empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente
insistía a sus padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel
amable y simpático robot, por mucho que cocinara mejor que la abuela.
Un día, el robot oyó sus protestas, y se
acercó a él para devolverle uno de sus juguetes y algo de ropa.
- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba-
dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo! ¡Llevas
semanas robándome cosas! - respondió furioso el niño.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.
Entonces Ricky comenzó a sentirse
avergonzado. Llevaba toda la vida tratando las cosas como si no sirvieran para
nada, sin cuidado ninguno, cuando era verdad que mucha otra gente estaría
encantada de tratarlas con todo el cuidado del mundo. Y comprendió que su robot
no estaba roto ni desprogramado, sino que estaba ¡verdaderamente bien
programado!
Desde entonces, decidió convertirse él mismo
en un "niño de eficiencia máxima" y puso verdadero cuidado en tratar
bien sus cosas, tenerlas ordenadas y no tener más de las necesarias. Y a menudo
compraba cosas nuevas para acompañar a su buen amigo el robot a visitar y
ayudar a aquellas otras personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario