DISLEXIA.
Se
le llama dislexia (del griego δυσ- dificultad, anomalía y
λέξις habla o dicción) a la dificultad en la lectura que
imposibilita su comprensión correcta. Aunque convencionalmente el término se
aplique también a la dificultad para una correcta escritura, en este caso el término médico apropiado es el
de disgrafía. En términos más técnicos, en psicología y psiquiatría se define la dislexia como una discrepancia entre
el potencial de aprendizaje y el nivel de rendimiento de un sujeto, sin que
existan cualquier tipo de problema, ya sea sensorial, físico, motor o
deficiencia educativa (según el DSM-IV).
Nacimiento del término
El término dislexia lo creó el Dr. Rudolf Berlin en
Stuttgart, Alemania, en el año 1887, y lo utilizó para describir la pérdida de
la capacidad de leer en una persona adulta, debido a una lesión cerebral.
Modernamente, la
dislexia no es considerada una enfermedad como tal. Es una circunstancia
personal de un individuo, pese a que el ámbito donde se observa por primera vez
es en el médico, estudiándose la pérdida de la habilidad de escribir y leer en
individuos afectados por enfermedades o traumas.
Existen factores
hereditarios que predisponen a padecerla. Sin embargo, aún no están claros
otros factores que pueden estar implicados en el curso del trastorno, tales
como causas genéticas,
dificultades en el embarazo o en el parto, lesiones cerebrales, problemas
emocionales, déficits espaciotemporales o problemas en cuanto a la orientación
secuencial, de percepción visual o dificultades adaptativas en la escuela.
Estudios del ámbito
neurológico han descubierto diferencias en el giro angular;
(estructura cerebral situada en el lóbulo parietal del hemisferio cerebral izquierdo); entre sujetos disléxicos y grupos de
control. Estudios similares han visto que existe un funcionamiento pobre de
esta región cerebral.
Otras teorías del
ámbito médico más minoritarias la asocian a que el hemisferio
cerebral derecho, que sería responsable de
procesar la información visual, realiza su tarea a una velocidad inferior que
el lado izquierdo, encargado de los procesos del lenguaje, o a que
existe una mala conexión interhemisférica.
Asimismo, desde el
ámbito de la psicolingüística,
se ha visto que uno de los déficits centrales en la dislexia, especialmente en
los niños más pequeños, es una baja conciencia fonológica. La conciencia fonológica es el conocimiento que tenemos las personas para dividir el habla y la
escritura en estructuras cada vez más pequeñas. Esto es compatible con los
estudios neurológicos antes comentados, ya que se han observado déficits de
este tipo en sujetos que han sufrido una lesión cerebral en el giro angular.
Algunos autores
distinguen entre los conceptos de dislexia adquirida, dislexia evolutiva y retraso lector.
La dislexia adquirida
es aquella que sobreviene tras una lesión cerebral concreta, mientras que la dislexia evolutiva es la que se presenta en
pacientes que de forma inherente presentan dificultades para alcanzar una
correcta destreza lectora, sin una razón aparente que lo explique. Por su
parte, el retraso lector es un trastorno lector motivado por causas
específicas: Lectura superficial, mala escolarización, etc.
Otra distinción muy
importante que confirmaron Bowers y Wolf (1999,2000) es consecuencia de un
hecho conocido pero a veces ignorado: no todas las personas mejoran con el
mismo tratamiento (tradicionalmente asociado a un déficit fonológico), incluso
dentro de un grupo aparentemente homogéneo de disléxicos (disléxicos
evolutivos, por ejemplo). Esto se debe a que la dislexia puede tener su origen
bien en un déficit fonológico, o bien en una lenta velocidad de procesamiento
(estos últimos individuos tienen problemas al decodificar muchos tipos de
información, no sólo texto escrito). Un tercer tipo sería el de "doble
déficit". Estos últimos tienen los mayores problemas de lectura, ya que
reúnen ambos problemas, fonológico y de velocidad de procesamiento.
1. Dislexia superficial: Es aquella en la
que el sujeto utiliza de forma predominante la ruta visual para leer las
palabras. La ruta visual es aquella que nos permite leer de manera global (sin
dividir la palabra en partes) palabras conocidas. Esto lleva a dificultades en
todas aquellas palabras no conocidas o inventadas. Se cometen errores de
lexicalización (lobo/lopo), derivativos (calculadora/calcular) y errores
visuales (pera/pena). Tienen mayor tiempo de reacción en la lectura de
pseudopalabras a la vez que presentan dificultad en la lectura de las mismas.
2. Dislexia fonológica: Es aquella en la
que el sujeto utiliza de forma predominante la ruta fonológica. La ruta
fonológica es aquella que nos permite leer las palabras regulares a partir de
segmentos más pequeños; (sílabas). Sin embargo los sujetos con este tipo de
dislexia tendrán problemas en aquellas palabras cuya escritura no se
corresponde de forma directa con su pronunciación (homófonas); esta situación
se da fundamentalmente con los anglicismos como hall, thriller o best seller. En castellano estas palabras son
raras (hola, ola) por ser una lengua transparente (son lenguas transparentes
aquellas en las que un grafema sólo puede corresponder a un fonema; es decir;
que siempre se corresponde de manera directa y unívoca la escritura con la
pronunciación)...salvo todas aquellas "U" mudas que se escriben junto
a la "g" y la "q", y los fonemas representados por más de
una letra g/j, k/c/qu, ll/y, b/v, o c/z. Cometen errores de regularización,
repetición, rectificación, vacilación, silabeo y errores de acentuación, con
una lectura lenta. No presentan dificultad en la lectura de pseudopalabras.
Esta clasificación
proviene fundamentalmente de estudios con población anglo-parlante. El inglés
es una lengua muy poco transparente, en la que tener una dislexia de tipo
superficial dificulta mucho los procesos de lectura y escritura. Sin embargo
una dislexia de este tipo en población española apenas tendría consecuencias en
la vida diaria del sujeto y sería difícilmente diagnosticable. Esto podría
explicar la existencia de estudios que relacionan una prevalencia de la
dislexia con la no transparencia de una lengua: laortografía de una lengua no haría que existiesen más o menos disléxicos (lo que
iría contra la hipótesis genética del trastorno) sino que facilitaría que se
diagnosticasen aquellos casos de dislexia predominantemente superficial; lo que
no ocurriría en poblaciones de lenguas transparentes.
§ Agrafia: trastorno
relacionado con la escritura
§ Discalculia:
trastorno relacionado con las habilidades aritméticas
§ Dismapia
1. Dislexia específica:que se manifiesta en
el período de aprendizaje de la lectura.
2. Dislexia de
comprensión:que se manifiesta en períodos posteriores al aprendizaje de la lectura
y que no permiten una comprensión óptima de lo que leen.
Una objeción a esta
clasificación sería que los disléxicos de comprensión pueden no ser más que
disléxicos específicos no diagnosticados. Podría ser que debido a diferentes
causas, como por ejemplo una alta inteligencia,
hubiesen compensado o enmascarado su trastorno hasta que la creciente exigencia
de comprensión de los textos académicos hubiese dejado al descubierto su
trastorno.
La neurolingüística y la psicología del lenguaje se encargan de
estudiar la dislexia. La ciencia aplicada que estudia su tratamiento es la psicopedagogía.
Los profesionales que
normalmente la estudian son licenciados especializados en cerebro y aprendizaje
tales como los neuropsicólogos y los psicólogos del aprendizaje/psicopedagogos (psicopedagogía).
El tratamiento de la
dislexia debe llevarse a cabo por profesionales especializados; como son los
anteriores; los logopedas (logopedia)
o los maestros especializados en trastornos del aprendizaje; siendo en general
preferible los del primer grupo (neuropsicólogos y psicópedagogos) por sus
mayores años de formación.
Los signos de la
dislexia pueden variar a medida que el niño crece. En general estos trastornos
se observan por primera vez cuando el sujeto está aprendiendo a leer, aunque
pueden estar latentes desde mucho antes. Al mismo tiempo puede ocurrir que la
dislexia no se diagnostique hasta muchos años después. Por ejemplo es común que
los niños que tienen un alto cociente
intelectual, compensen esta patología y pase desapercibida hasta que
las exigencias de comprensión de la escuela aumentan.
Existe discusión
sobre si el trastorno perdura toda la vida y sólo se minimizan sus
consecuencias o si desaparece gracias a los tratamientos. Sin embargo hay
acuerdo en que, cuanto antes se empiece el trabajo rehabilitador, menores van a
ser las consecuencias.
También es importante
tener claro que este trastorno trae dificultades importantes en la vida diaria,
pero que éstas están localizadas en un dominio específico (lectura y
escritura), mientras que no existen dificultades en los otros dominios. En
general el trastorno, aunque impone ciertas limitaciones una vez superado el
periodo escolar, permite llevar una vida prácticamente normal.
De los 3 a los 5
años, el niño disléxico puede tener un
desarrollo lento del habla y dificultades de pronunciación, aunque no siempre
tiene que haber dificultades relacionadas con el lenguaje oral. Algunos autores
también afirman que pueden aparecer dificultades para aprender rutinas y
memorizar números, letras, los días de la semana, canciones o los colores;
dificultades con la manipulación de sus prendas de vestir (abotonar o subir
cierres), etc. Sin embargo existe controversia sobre si esto es más propio de
la dislexia o de otros trastornos del aprendizaje.
En este período es
importante observar cómo se encuentran los requisitos del aprendizaje de la
lecto-escritura. Pese a ello es raro diagnosticar a los sujetos de dislexia
antes del comienzo de la etapa escolar, al apenas haberse enfrentado a tareas
lectoras.
Entre los 6 y los 8
años, la mayor complicación que presentan es en la asociación grafema-fonema (letra-sonido). Otras
dificultades que aparecen más raramente en la literatura son dificultades en
operaciones de lógica espacial y en la memoria secuencial. En algunos casos,
comienzan a evidenciarse déficits en otras áreas académicas, como por ejemplo las
matemáticas (discalculia).
En la mayoría de los casos esta discalculia no es primaria sino que se debe a
dificultades de comprensión en los enunciados de los problemas.
En este mismo rango
de edad y hasta los 11 años, aproximadamente,el niño puede confundir los números, las letras o
cambiar el orden de éstas en las palabras; presenta dificultades en la
pronunciación de las palabras que lee y tiene dificultades para comprender las
lecturas.
Posteriormente y hasta la edad adulta las dificultades más importantes
aparecen en la comprensión de textos y son mayores cuanto más complejo es el
texto a leer.
Desde el paradigma
psicológico del procesamiento de la información estas dificultades se explican
porque las personas sin dislexia automatizan procesos que las personas con el
trastorno tienen dificultades para automatizar.
Para estas teorías,
el cerebro tiene unas capacidades de procesamiento limitadas y si éstas se
superan, se ralentizan los procesos o incluso se cometen errores. Por eso los
niños pequeños leen de forma lenta, cometen errores en la decodificación
grafema-fonema (letra-sonido) y tienen grandes dificultades para la
comprensión. Además, tienen más dificultades con aquellas palabras menos
conocidas o más largas por exigir éstas más recursos cognitivos.
Posteriormente, conforme los niños van automatizando la mecánica lectora cada
vez tienen más recursos para dedicar a comprender el texto; y finalmente
incluso esto se automatiza en gran parte.
En los sujetos con
dislexia esta automatización se da en menor medida por lo que cometen durante
mucho más tiempo errores; e incluso ya de adultos, cuando a simple vista la
velocidad y precisión de la mecánica lectora parecen correctas tienen
dificultades de comprensión al seguir utilizando la mayor parte de sus recursos
en la decodificación grafema-fonema. Así mismo los adultos con dislexia es
común que sigan cometiendo más errores y sean más lentos que los grupos control
en la lectura de palabras inventadas o poco comunes.
Tiempo atrás el
tratamiento de la dislexia se anclaba en la idea del refuerzo del área de lateralidad, la
orientación espacial, la grafo motricidad, la orientación temporal y las seriaciones.
Sin embargo actualmente este tipo de tratamientos están prácticamente
abandonados.
Existe en la
actualidad gran cantidad de material específico para la prevención de la
dislexia, entendido éste como un recopilatorio de ideas para la mejora de su práctica
docente. Entre ellas cabe destacar el uso de los materiales elaborados por el
profesor, contribuyendo de esta manera a la enseñanza más individualizada que
necesitan los alumnos con rasgos disléxicos. Dicho material específico suele
estructurarse en orden de dificultad y también por edades.1
Una máxima que debe
guiar el tratamiento es el “sobreaprendizaje”. Es decir, volver a aprender la
lecto-escritura, pero adecuando el ritmo a las posibilidades del niño. También
hemos de tener en cuenta que tanto en la escuela como en casa, para un niño
disléxico las tareas escolares le van a ocupar más tiempo y esfuerzo que a otro
niño cualquiera, lo que las convierte a veces en un trabajo arduo y pesado, y
por tanto, una tarea que causa frustración y rechazo. Por ello, en la
reeducación es importante encontrar actividades que sean motivadoras para el niño
acercándole de una manera más lúdica a la lectoescritura. Además el tratamiento
dependerá de la edad y momento evolutivo del niño. La necesidad de este
tratamiento diferenciado está muy unido a los cambios en el curso del
trastorno.
Así; en los cursos de infantil será fundamental
incidir de manera preventiva; y por tanto sobre todos los niños; en los
requisitos de la lectura. Entre todos ellos será clave el aumento de la
conciencia fonológica. Para ello se utilizarán materiales orales (aún no se ha
comenzado la lectura), en los que los niños deberán crear rimas, derivar
palabras, dividir palabras en sílabas, etc.
Entre los 6 y los 9
años los objetivos serán por un lado
aumentar la conciencia fonológica; tanto oral como escrita; y por otro mejorar
la automatización de la mecánica lectora. Para lo primero se utilizarán
recursos similares a los de la etapa anterior; para lo segundo se tratará de
lograr que el niño practique lo más posible la lectura en voz alta. Tanto en
este momento, como en los posteriores, es fundamental que el sujeto lea lo más
posible como forma de mejorar sus habilidades. Sin embargo esto no es tarea
fácil, ya que al niño o adulto con dislexia el leer puede resultarle una tarea
agotadora y poco grata. Por tanto será fundamental encontrar textos adecuados a
la edad e intereses del sujeto y motivarle de forma que leer le resulte una
actividad atractiva. En esta misma línea también será fundamental concienciar a
los padres y profesores de estas edades de las dificultades del niño, de forma
que no se le exija por encima de sus posibilidades ni se sienta inferior a sus
compañeros.
A partir de los 10
años está comprobado que es difícil aumentar
la conciencia fonológica y la automatización de la lectura. Desde este momento
los objetivos serán diferentes; buscando fundamentalmente la enseñanza de
estrategias de comprensión de textos (búsqueda de palabras clave, subrayado,
resumen, etc.)
Será en la última
etapa (a partir de los 10 años) cuando sea interesante plantear estrategias de compensación de los déficits, como
complemento a la rehabilitación. Las estrategias de compensación son todas
aquellas que sin modificar las capacidades deficitarias del sujeto le facilitan
su adaptación a la vida diaria apoyándose en sus puntos fuertes.
Algunos instrumentos
de ayuda pueden ser las calculadoras, grabaciones de voz, tablas de datos o la
presencia de un adulto ayudándole con la lectura oral del material de estudio.
Los procesadores de texto también son interesantes al corregir instantáneamente
muchas de las faltas de ortografía y ayudar a escribir con el soporte de
diccionarios personalizados y temáticos que sugieren palabras.
Finalmente en los
últimos años han aparecido programas informáticos capaces de transformar textos
digitales a audio (voz digital) permitiendo la adquisición de conocimientos a
través de las capacidades conservadas como la comprensión del lenguaje oral y
la memoria auditiva. Estos programas pueden ayudar al alumno, tanto en la
escuela, como en casa en sus tareas escolares; pero también es aconsejable su
uso entre los adultos profesionales en su vida laboral, usándolos para trabajar
de forma más eficaz.
Existen multitud de
terapias que aseguran curas rápidas o casi milagrosas; que gozan de gran
difusión en el mundo; y que sin embargo no tienen estudios que respalden
suficientemente su utilidad o que incluso estén desaconsejados.
Las siguientes
terapias en el mejor de los casos no están actualmente suficientemente
respaldadas por estudios científicos; en otros casos parten de supuestos que no
están de acuerdo con los conocimientos que actualmente se tienen de la
dislexia. Antes de decidirse por un tratamiento parece fundamental enterarse
por fuentes fiables de si realmente está comprobada su eficacia.
Texto modificado de
"Revista de neurología; 2000; 31 (4)"
1. Entrenamiento visual
optométrico (optometría): se basa en la teoría de que la dislexia se debe a un defecto visual y
consiste en ejercicios de rastreo visual, control binocular, etc. Una postura
clara y definida respecto a la no utilización del entrenamiento visual más allá
del manejo de una disfunción visual básica se expresó en una declaración
conjunta emitida por el Comité de Niños con Incapacidades, de la Academia
Americana de Pediatría y un grupo de trabajo ad hoc de la Asociación Americana
de Oftalmología Pediátrica y Estrabismo y la Academia Americana de
Oftalmología.
2. Lentes de colores: se basa en las teorías de Irlen y pese a que desde los años 80 este
método ha gozado de gran publicidad como tratamiento de la dislexia no existen
suficientes estudios científicos que prueben su eficacia. 2 3
3. Entrenamiento cerebelo-vestibular: se basa en las teorías que afirman que el problema de base de la
dislexia es en realidad un problema del cerebelo y el oído (centros del equilibrio); y consiste fundamentalmente en ejercicios
dirigidos a mejorar la estabilidad, o fármacos anti-vértigo. No hay
pruebas que respalden ni esta teoría ni los tratamientos que propone.
4. Terapia de
integración sensorial: se basa en la teoría de que los
problemas de aprendizaje y los problemas motores se deben a un déficit de
integración sensorial. Se ha comprobado su ineficacia frente a otros programas
de intervención.
5. Retroalimentación
electroencefalográfica (EEG Biofeedback): se basa en la suposición de que tanto
en la dislexia como en otros trastornos (por ejemplo el déficit de
atención/hiperactividad) hay un funcionamiento cerebral anómalo de base. Así
los defensores de esta terapia consideran que si se modifican los patrones
electroencefalográficos se modificarán igualmente las dificultades externas.
Además de su alto coste los estudios que han comunicado su utilidad hasta el
momento son inadecuados desde el punto de vista metodológico. Los grupos fueron
pequeños y sin controles apropiados.
6. Cinesiología aplicada
(osteopatía craneal): propone que la dislexia y los
trastornos del aprendizaje son secundarios a un desplazamiento de los huesos
temporal y esfenoidal. por lo que ‘una manipulación ósea casi infinitesimal’
corregiría la discapacidad y desaparecerían los síntomas. Los ‘reflejos cloacales’
se describen como localizados en la superficie anterior y posterior de la
pelvis; estos reflejos supuestamente centran la pelvis para coordinar la cabeza
y el cuello con la porción inferior del cuerpo, por medio de los reflejos de
enderezamiento visual y laberíntico, y de los receptores tónicos del cuello. Se
ha propuesto que la manipulación de estas áreas pélvicas mejora la dislexia.
Este tratamiento quiropráctico (quiropráctica) y
osteopático para los trastornos del aprendizaje no se basa en ninguna
investigación conocida y algunos de sus conceptos anatómicos no coinciden con
lo conocido actualmente.
Hola! Compañera... Estos temas son de mucha importancia, y me encantan por que yo trabajo con niños que necesitan este trato y te comento como un consejo la escritura y los grafismos van de izquierda a derecha y es el ojo el que ordena la lateralización de la mano. Su trastocamiento puede provocar perturbaciones analíticosintéticas, fallas en el orden de las secuencias en el antes y el después. Dado que la lateralización aparece y se afirma en el curso de la maduración del niño y que hay quienes se lateralizan rápidamente y quienes no se han lateralizado aun al ingresar a primer grado...
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