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viernes, 26 de octubre de 2012



ES POSIBLE UNA EVALUACION    ALTERNATIVA







La pregunta que nos hacemos lleva implícita una preocupación por

repensar la evaluación tradicional a la luz de las necesidades surgidas ante

el uso de nuevos enfoques de enseñanza y aprendizaje en las aulas.

La palabra evaluación en el ámbito escolar, según Palou de Maté, está

prácticamente homologada a la idea de acreditación, que significa la

certificación de conocimientos curricularmente previstos, lo que lleva a que

en el aula se cruce con la idea de nota y calificación.

Sin embargo, evaluar en educación supone no solo juzgar la calidad de

los resultados del aprendizaje de los alumnos, sino también la calidad de la

enseñanza brindada y la calidad de los programas educativos.

En efecto, la evaluación provee retroalimentación al alumno acerca de

los procesos que experimenta y de los productos que realiza durante el

aprendizaje y al docente sobre la enseñanza que ha impartido.

Como dice Camilloni, experta en educación, "el propósito principal de la

evaluación no se puede lograr si la evaluación no se convierte en

autoevaluación tanto para el docente cuanto para el alumno".

Aún más: muchos trabajos de revisión acerca de la evaluación ponen

de manifiesto la importancia de que el propio currículo tenga previstas

actividades de evaluación cuya función no se limite simplemente a

comprobar si los alumnos han alcanzado o no los objetivos previstos sino

que sirva como instrumento para estimular el propio aprendizaje.

Adelantemos, sin embargo, que aquí vamos a abordar en particular la

evaluación de los aprendizajes.

Una evaluación alternativa a las formas tradicionales -enfocadas

unilateralmente en medir resultados- propone que se atienda también a las

experiencias, procedimientos y trayectos que hay que recorrer durante el

aprendizaje ya sea en la toma de conciencia, en la corrección o en el

perfeccionamiento del aprendizaje.

A veces, lo obvio y las prácticas rutinarias impiden que nos formulemos

algunas preguntas esenciales o que les demos nuevos significados a

respuestas ya conocidas. Por ello, la evaluación de los aprendizajes de los

alumnos cobra sentido, desde la perspectiva que estamos analizando, si:


Recoge información no sólo de los productos o resultados

obtenidos por el alumno, sino de los procesos por los que

atraviesa en su aprendizaje, tanto aquellos que son fácilmente

observables como los que no lo son;
permite formular juicios de valor cualitativos y cuantitativos y

tomar decisiones relacionadas con el futuro;
Sus resultados son comunicables;


el alumno participa activamente en la obtención y análisis de las

informaciones que la evaluación provee;


estas informaciones el alumno las utiliza para tomar conciencia,

revisar y mejorar sus modos de aprendizaje y su producción;




estimula en los alumnos la atención y reflexión sobre su proceso

de aprendizaje, contribuyendo a su auto evaluación.

En la literatura de los últimos veinte años se viene señalando, y no

esta de más recordarlo, que la evaluación debe ser coherente con el

proceso de enseñanza. Cuando se opta por concepciones de la enseñanza

en las que se manifiesta respeto por la capacidad de producción personal

del alumno, esto debe expresarle en el tipo de instrumento y en los criterios

de evaluación que se utilizaran. Por ejemplo, los tipos de preguntas que se

formularan en una evaluación escrita son diferentes si se ha enseñado

enfatizando la memoria a corto plazo o si se ha enseñado poniendo el

acento en la comprensión de los procesos o en la resolución original de los

problemas.

El aprendizaje puede comprenderse como un proceso activo en el cual

los estudiantes construyen significados a partir de experiencias previas.

Esta orientación supone un cambio en las estrategias de enseñanza y por lo

tanto también en las estrategias de evaluación del aprendizaje, de tal modo

que reflejen la naturaleza dinámica del proceso de construcción del

conocimiento así como la participación activa de los alumnos en este

proceso.
Características de la evaluación alternativa

Si bien no hay una única definición de evaluación alternativa, podemos

identificar algunas de sus características más relevantes:


En consonancia con la concepción de que la evaluación y la

enseñanza se articulan, recoge información útil sobre los

contenidos que los alumnos van adquiriendo en las distintas

actividades académicas que realizan.
Enfatiza las fortalezas de los estudiantes en lugar de sus

debilidades.
Considera los estilos de aprendizaje, las capacidades lingüísticas,

las experiencias culturales y educativas y los niveles de

cognición de los alumnos.


Incluye la metacognición, es decir, la reflexión sobre el propio

proceso de aprendizaje.


Se basa en la resolución de consignas significativas y/o

autenticas.


Documenta el avance del alumno en determinado momento y a

lo largo del tiempo.
Exige de los alumnos un tiempo más prolongado para la

elaboración de las respuestas que en el enfoque tradicional de la

evaluación.


La formulación de objetivos y criterios de la evaluación no son

tarea exclusiva de los docentes sino que implica que los alumnos

también participan en dicho proceso.




Los criterios, ya sea que hayan sido elaborados solo por el

docente o en conjunto con los alumnos, tienen que ser

comunicables y públicos para todos los involucrados en el

proceso educativo.


La evolución del alumno no sólo es valorada con respecto a la

norma relativa a su grupo etario sino tomada como referente

principal de su propia situación de partida, para emitir un juicio

de valor que describa y personalice de la manera mas cualitativa

y detallada la naturaleza de los logros obtenidos, el grado de

avance y los aspectos a mejorar.


La retroalimentación


La retroalimentación forma parte del proceso de evaluación. Consiste

en brindar información, orientar, formular preguntas y valorar las tareas

que realizan los alumnos, sus productos, sus desempeños. Tradicionalmente

la retroalimentación no formaba parte de la evaluación ya que el alumno

sólo recibía una calificación que expresaba su aprobación o no, pero no se le

informaba ni se le enseñaba acerca de la calidad de su aprendizaje. En este

sentido, la retroalimentación es una actividad fundamental para cumplir con

los propósitos de una evaluación consciente como es la de mejorar y

profundizar los procesos y resultados.

¿Quién brinda esta retroalimentación? Tanto los docentes como los

alumnos. En ocasiones es informal, espontánea y sucede cuando, por

ejemplo, se conversa acerca de un trabajo realizado. Otras veces es formal

y planificada por el docente y en este caso requiere del uso de instrumentos

específicos (por ejemplo un protocolo).

La retroalimentación podrá ser individual o grupal. Este último será el

caso cuando nos interese trabajar sobre aspectos comunes de algunos

alumnos o de todo el grupo o promover el intercambio acerca de distintas

miradas sobre una misma situación o trabajo.

Los modos de retroalimentar pueden ser variados si consideramos las

diversidades de las que hablamos al comienzo del libro tales como los

distintos tipos de inteligencias, los estilos de aprendizaje, los intereses

personales u otras características singulares, para lo cual habría que

particularizar las respuestas según los diferentes comentarios que vayan

surgiendo, utilizando para ello distintas modalidades como un ejemplo

matemático, argumentaciones coherentes o usar analogías contenidas en

un relato, una imagen o una canción.

Un instrumento que permite organizar la información que se brindará

en la retroalimentación a un alumno es el protocolo.

Tal como plantea Steve Seidel, investigador de la Universidad de

Harvard, los protocolos deben cumplir dos reglas principales: una es que

quienes brindan la retroalimentación tienen que abstenerse de emitir juicios

sobre los trabajos, y la segunda es que al comienzo del trabajo se brinde la

minina información sobre el autor y el contexto.

Seidel propone ejemplos de protocolos de retroalimentación destinados

a los docentes, en los cuales nos hemos inspirado para desarrollar un

modelo para trabajar con los alumnos, que además estimula el aprendizaje

cooperativo.

HERRAMIENTA 7:


Protocolo de retroalimentación entre pares

1. Describe el trabajo que leíste.

2. Formula preguntas aclaratorias al autor.

3. Responde a las siguientes preguntas:

a) ¿Qué es la que más te gusta del trabaja de tu compañero?

b) ¿Encontraste algo similar entre tu trabajo y el de tu compañero?

c) ¿Encontraste algo diferente entre tu trabaja y el de tu compañero?

d) ¿Qué le podrías sugerir a tu compañero para mejorar su trabajo?

e) ¿Podrías ayudar a tu compañero a hacer algo particular en su trabajo?

f) ¿Qué parte del trabaja de tu compañero es novedoso para ti y podrías

incorporarla en el tuyo?

En síntesis, nuestro propósito principal al brindar retroalimentación a

un alumno es promover la reflexión para que avance en sus logros y

desarrolle sus habilidades para la autoevaluación.


La autoevaluación


La autoevaluación, tal como la entiende Allal, es una representación

que el alumno se hace de sus propias capacidades y formas de aprender,

por lo que es necesario que sea una practica habitual en los ámbitos

educativos. Para esto los docentes pueden utilizar en el aula procedimientos

que les permitan a los alumnos reconocer sus logros, sus fortalezas, así

como sus dificultades para aprender, y les ayuden a decidir cuales son las

mejores estrategias para superarlas. Se trata entonces de enseñar a los

alumnos a aprender a construir su forma personal de aprender.

La autoevaluación pone en juego habilidades metacognitivas que le

permiten al alumno reflexionar sobre los logros académicos, promoviendo la

autorregulación del aprendizaje.

El alumno solo tendrá un control autónomo de su aprendizaje en la

medida en que el proceso acabe con una evaluación que no solo señale el

éxito o el fracaso de sus acciones sino que además le permita comprender

por qué se ha producido tal o cual resultado. Siendo que todo proceso de

evaluación está referido a los objetivos que se han establecido previamente,

también en este enfoque, y para que la autoevaluación sea posible, será

necesario que los alumnos conozcan los objetivos y los indicadores que les

permiten emitir un juicio de valor y corregir las acciones realizadas.

Asimismo, tanto las distintas finalidades educativas como las formas de

apropiación de los saberes podrán ser objeto de la autoevaluación que los

alumnos realicen. La discusión con los alumnos acerca de la evaluación que

ellos hacen de su participación en clase, de su interrelación con los

compañeros y con el docente, su interés hacia el conocimiento, sus métodos

de trabajo y estudio, sus modos de interpretación de las tareas y los

productos que obtienen, es una manera de poner en sus manos

herramientas conceptuales de trabajo que les permiten la asunción del

papel de aprendices autónomos, reflexivos y eficaces.


La coevaluación


De la misma manera, la coevaluación, referida tanto a procesos de

evaluación compartidos por el profesor y el alumno como a aquellos en los

que los alumnos evalúan a sus compañeros, debería ser usado como

práctica habitual en el aula. En este ultimo caso, también conocido con el

nombre de evaluación mutua, el aprendizaje que se produce es doble. Por

una parte, el alumno recibe una información que contrasta con la suya y

que puede hacerle ver aspectos en los que el no había reparado; por la

otra, el alumno a grupo de alumnos que valora el trabajo de un compañero

toma también conciencia durante ese proceso de los aspectos más

relevantes del contenido de aprendizaje que es objeto de evaluación y que

puede cotejar con su propia producción.

Pero además, la coevaluación tiene un valor añadido relacionado con el

aprendizaje de valores y actitudes. Cuando los alumnos utilizan de manera

habitual estos procedimientos de evaluación aprenden la importancia de

destacar los aspectos positivos y no sólo los negativos del trabajo de sus

compañeros, el valor de la ayuda y del trabajo en común, y a valorar el

error como un paso necesario en el aprendizaje.


Tareas de evaluación de desempeño


En contraste con la evaluación tradicional que utiliza

fundamentalmente las pruebas escritas, la evaluación alternativa enfatiza el

uso de las denominadas tareas de evaluación de desempeño que responden

a las características de tareas autenticas en las cuales no sólo se evalúa lo

que el alumno sabe o verbaliza sino lo que es capaz de hacer, resolver o

producir.

Las actividades (tareas, consignas) de evaluación del desempeño

requieren, por un lado, que el estudiante elabore una respuesta o un

producto que demuestre su conocimiento y habilidades a que de testimonio

del procedimiento empleado, y por otro; exigen la integración de

conocimientos sobre contenidos específicos, destrezas, habilidades

cognitivas y ciertas actitudes para lograr los objetivos.

Una evaluación de desempeño consta de dos partes: una tarea y un

listado de criterios para evaluarla y calificar su realización.

Las actividades cotidianas de la sala de clase se pueden transformar a

menudo en una actividad para la evaluación del desempeño con la adición

de criterios para evaluar y calificar

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