ES POSIBLE UNA EVALUACION ALTERNATIVA
La pregunta que nos hacemos lleva implícita una preocupación por
repensar la evaluación tradicional a la luz de las necesidades surgidas ante
el uso de nuevos enfoques de enseñanza y aprendizaje en las aulas.
La palabra evaluación en el ámbito escolar, según Palou de Maté, está
prácticamente homologada a la idea de acreditación, que significa la
certificación de conocimientos curricularmente previstos, lo que lleva a que
en el aula se cruce con la idea de nota y calificación.
Sin embargo, evaluar en educación supone no solo juzgar la calidad de
los resultados del aprendizaje de los alumnos, sino también la calidad de la
enseñanza brindada y la calidad de los programas educativos.
En efecto, la evaluación provee retroalimentación al alumno acerca de
los procesos que experimenta y de los productos que realiza durante el
aprendizaje y al docente sobre la enseñanza que ha impartido.
Como dice Camilloni, experta en educación, "el propósito principal de la
evaluación no se puede lograr si la evaluación no se convierte en
autoevaluación tanto para el docente cuanto para el alumno".
Aún más: muchos trabajos de revisión acerca de la evaluación ponen
de manifiesto la importancia de que el propio currículo tenga previstas
actividades de evaluación cuya función no se limite simplemente a
comprobar si los alumnos han alcanzado o no los objetivos previstos sino
que sirva como instrumento para estimular el propio aprendizaje.
Adelantemos, sin embargo, que aquí vamos a abordar en particular la
evaluación de los aprendizajes.
Una evaluación alternativa a las formas tradicionales -enfocadas
unilateralmente en medir resultados- propone que se atienda también a las
experiencias, procedimientos y trayectos que hay que recorrer durante el
aprendizaje ya sea en la toma de conciencia, en la corrección o en el
perfeccionamiento del aprendizaje.
A veces, lo obvio y las prácticas rutinarias impiden que nos formulemos
algunas preguntas esenciales o que les demos nuevos significados a
respuestas ya conocidas. Por ello, la evaluación de los aprendizajes de los
alumnos cobra sentido, desde la perspectiva que estamos analizando, si:
Recoge información no sólo de los productos o resultados
obtenidos por el alumno, sino de los procesos por los que
atraviesa en su aprendizaje, tanto aquellos que son fácilmente
observables como los que no lo son;
permite formular juicios de valor cualitativos y cuantitativos y
tomar decisiones relacionadas con el futuro;
Sus resultados son comunicables;
el alumno participa activamente en la obtención y análisis de las
informaciones que la evaluación provee;
estas informaciones el alumno las utiliza para tomar conciencia,
revisar y mejorar sus modos de aprendizaje y su producción;
•
estimula en los alumnos la atención y reflexión sobre su proceso
de aprendizaje, contribuyendo a su auto evaluación.
En la literatura de los últimos veinte años se viene señalando, y no
esta de más recordarlo, que la evaluación debe ser coherente con el
proceso de enseñanza. Cuando se opta por concepciones de la enseñanza
en las que se manifiesta respeto por la capacidad de producción personal
del alumno, esto debe expresarle en el tipo de instrumento y en los criterios
de evaluación que se utilizaran. Por ejemplo, los tipos de preguntas que se
formularan en una evaluación escrita son diferentes si se ha enseñado
enfatizando la memoria a corto plazo o si se ha enseñado poniendo el
acento en la comprensión de los procesos o en la resolución original de los
problemas.
El aprendizaje puede comprenderse como un proceso activo en el cual
los estudiantes construyen significados a partir de experiencias previas.
Esta orientación supone un cambio en las estrategias de enseñanza y por lo
tanto también en las estrategias de evaluación del aprendizaje, de tal modo
que reflejen la naturaleza dinámica del proceso de construcción del
conocimiento así como la participación activa de los alumnos en este
proceso.
Características de la evaluación alternativa
Si bien no hay una única definición de evaluación alternativa, podemos
identificar algunas de sus características más relevantes:
En consonancia con la concepción de que la evaluación y la
enseñanza se articulan, recoge información útil sobre los
contenidos que los alumnos van adquiriendo en las distintas
actividades académicas que realizan.
Enfatiza las fortalezas de los estudiantes en lugar de sus
debilidades.
Considera los estilos de aprendizaje, las capacidades lingüísticas,
las experiencias culturales y educativas y los niveles de
cognición de los alumnos.
Incluye la metacognición, es decir, la reflexión sobre el propio
proceso de aprendizaje.
Se basa en la resolución de consignas significativas y/o
autenticas.
Documenta el avance del alumno en determinado momento y a
lo largo del tiempo.
Exige de los alumnos un tiempo más prolongado para la
elaboración de las respuestas que en el enfoque tradicional de la
evaluación.
La formulación de objetivos y criterios de la evaluación no son
tarea exclusiva de los docentes sino que implica que los alumnos
también participan en dicho proceso.
Los criterios, ya sea que hayan sido elaborados solo por el
docente o en conjunto con los alumnos, tienen que ser
comunicables y públicos para todos los involucrados en el
proceso educativo.
La evolución del alumno no sólo es valorada con respecto a la
norma relativa a su grupo etario sino tomada como referente
principal de su propia situación de partida, para emitir un juicio
de valor que describa y personalice de la manera mas cualitativa
y detallada la naturaleza de los logros obtenidos, el grado de
avance y los aspectos a mejorar.
La retroalimentación
La retroalimentación forma parte del proceso de evaluación. Consiste
en brindar información, orientar, formular preguntas y valorar las tareas
que realizan los alumnos, sus productos, sus desempeños. Tradicionalmente
la retroalimentación no formaba parte de la evaluación ya que el alumno
sólo recibía una calificación que expresaba su aprobación o no, pero no se le
informaba ni se le enseñaba acerca de la calidad de su aprendizaje. En este
sentido, la retroalimentación es una actividad fundamental para cumplir con
los propósitos de una evaluación consciente como es la de mejorar y
profundizar los procesos y resultados.
¿Quién brinda esta retroalimentación? Tanto los docentes como los
alumnos. En ocasiones es informal, espontánea y sucede cuando, por
ejemplo, se conversa acerca de un trabajo realizado. Otras veces es formal
y planificada por el docente y en este caso requiere del uso de instrumentos
específicos (por ejemplo un protocolo).
La retroalimentación podrá ser individual o grupal. Este último será el
caso cuando nos interese trabajar sobre aspectos comunes de algunos
alumnos o de todo el grupo o promover el intercambio acerca de distintas
miradas sobre una misma situación o trabajo.
Los modos de retroalimentar pueden ser variados si consideramos las
diversidades de las que hablamos al comienzo del libro tales como los
distintos tipos de inteligencias, los estilos de aprendizaje, los intereses
personales u otras características singulares, para lo cual habría que
particularizar las respuestas según los diferentes comentarios que vayan
surgiendo, utilizando para ello distintas modalidades como un ejemplo
matemático, argumentaciones coherentes o usar analogías contenidas en
un relato, una imagen o una canción.
Un instrumento que permite organizar la información que se brindará
en la retroalimentación a un alumno es el protocolo.
Tal como plantea Steve Seidel, investigador de la Universidad de
Harvard, los protocolos deben cumplir dos reglas principales: una es que
quienes brindan la retroalimentación tienen que abstenerse de emitir juicios
sobre los trabajos, y la segunda es que al comienzo del trabajo se brinde la
minina información sobre el autor y el contexto.
Seidel propone ejemplos de protocolos de retroalimentación destinados
a los docentes, en los cuales nos hemos inspirado para desarrollar un
modelo para trabajar con los alumnos, que además estimula el aprendizaje
cooperativo.
HERRAMIENTA 7:
Protocolo de retroalimentación entre pares
1. Describe el trabajo que leíste.
2. Formula preguntas aclaratorias al autor.
3. Responde a las siguientes preguntas:
a) ¿Qué es la que más te gusta del trabaja de tu compañero?
b) ¿Encontraste algo similar entre tu trabajo y el de tu compañero?
c) ¿Encontraste algo diferente entre tu trabaja y el de tu compañero?
d) ¿Qué le podrías sugerir a tu compañero para mejorar su trabajo?
e) ¿Podrías ayudar a tu compañero a hacer algo particular en su trabajo?
f) ¿Qué parte del trabaja de tu compañero es novedoso para ti y podrías
incorporarla en el tuyo?
En síntesis, nuestro propósito principal al brindar retroalimentación a
un alumno es promover la reflexión para que avance en sus logros y
desarrolle sus habilidades para la autoevaluación.
La autoevaluación
La autoevaluación, tal como la entiende Allal, es una representación
que el alumno se hace de sus propias capacidades y formas de aprender,
por lo que es necesario que sea una practica habitual en los ámbitos
educativos. Para esto los docentes pueden utilizar en el aula procedimientos
que les permitan a los alumnos reconocer sus logros, sus fortalezas, así
como sus dificultades para aprender, y les ayuden a decidir cuales son las
mejores estrategias para superarlas. Se trata entonces de enseñar a los
alumnos a aprender a construir su forma personal de aprender.
La autoevaluación pone en juego habilidades metacognitivas que le
permiten al alumno reflexionar sobre los logros académicos, promoviendo la
autorregulación del aprendizaje.
El alumno solo tendrá un control autónomo de su aprendizaje en la
medida en que el proceso acabe con una evaluación que no solo señale el
éxito o el fracaso de sus acciones sino que además le permita comprender
por qué se ha producido tal o cual resultado. Siendo que todo proceso de
evaluación está referido a los objetivos que se han establecido previamente,
también en este enfoque, y para que la autoevaluación sea posible, será
necesario que los alumnos conozcan los objetivos y los indicadores que les
permiten emitir un juicio de valor y corregir las acciones realizadas.
Asimismo, tanto las distintas finalidades educativas como las formas de
apropiación de los saberes podrán ser objeto de la autoevaluación que los
alumnos realicen. La discusión con los alumnos acerca de la evaluación que
ellos hacen de su participación en clase, de su interrelación con los
compañeros y con el docente, su interés hacia el conocimiento, sus métodos
de trabajo y estudio, sus modos de interpretación de las tareas y los
productos que obtienen, es una manera de poner en sus manos
herramientas conceptuales de trabajo que les permiten la asunción del
papel de aprendices autónomos, reflexivos y eficaces.
La coevaluación
De la misma manera, la coevaluación, referida tanto a procesos de
evaluación compartidos por el profesor y el alumno como a aquellos en los
que los alumnos evalúan a sus compañeros, debería ser usado como
práctica habitual en el aula. En este ultimo caso, también conocido con el
nombre de evaluación mutua, el aprendizaje que se produce es doble. Por
una parte, el alumno recibe una información que contrasta con la suya y
que puede hacerle ver aspectos en los que el no había reparado; por la
otra, el alumno a grupo de alumnos que valora el trabajo de un compañero
toma también conciencia durante ese proceso de los aspectos más
relevantes del contenido de aprendizaje que es objeto de evaluación y que
puede cotejar con su propia producción.
Pero además, la coevaluación tiene un valor añadido relacionado con el
aprendizaje de valores y actitudes. Cuando los alumnos utilizan de manera
habitual estos procedimientos de evaluación aprenden la importancia de
destacar los aspectos positivos y no sólo los negativos del trabajo de sus
compañeros, el valor de la ayuda y del trabajo en común, y a valorar el
error como un paso necesario en el aprendizaje.
Tareas de evaluación de desempeño
En contraste con la evaluación tradicional que utiliza
fundamentalmente las pruebas escritas, la evaluación alternativa enfatiza el
uso de las denominadas tareas de evaluación de desempeño que responden
a las características de tareas autenticas en las cuales no sólo se evalúa lo
que el alumno sabe o verbaliza sino lo que es capaz de hacer, resolver o
producir.
Las actividades (tareas, consignas) de evaluación del desempeño
requieren, por un lado, que el estudiante elabore una respuesta o un
producto que demuestre su conocimiento y habilidades a que de testimonio
del procedimiento empleado, y por otro; exigen la integración de
conocimientos sobre contenidos específicos, destrezas, habilidades
cognitivas y ciertas actitudes para lograr los objetivos.
Una evaluación de desempeño consta de dos partes: una tarea y un
listado de criterios para evaluarla y calificar su realización.
Las actividades cotidianas de la sala de clase se pueden transformar a
menudo en una actividad para la evaluación del desempeño con la adición
de criterios para evaluar y calificar
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